Miro tu ser y me entrego sin victimismos a las devociones que nos agradan por sus sonrisas permanentes. Quedo en ti. Aprendo hasta de lo que no señalas.
Me empeño en el regalo de tenerte y de ser en la misma rueda que nos comunica con cuanto tuvo algo de sentido.
Hemos disuelto las miradas con una provocación de direcciones que acompañan con los bolsillos llenos de caramelos. Nos devolvemos a los mismos aires de la juventud que nos mostró lo más hermoso.
Anidamos en los buenos hechos, que son las referencias más extraordinarias. Hemos cultivado los procesos del gran amor, del mejor.
Activemos las teorías que funcionan con los conceptos más nutrientes. Nos debemos a las verdades que nos aclaran cuál puede ser el camino. Precisamos. Poco a poco nos haremos el uno con el otro.
Juan TOMÁS FRUTOS.
domingo, 10 de noviembre de 2013
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