lunes, 31 de mayo de 2010

Por la serenidad comunicativa

Planteemos con equidistancia la máxima serenidad en la comunicación. Hemos de añadir los espacios más tiernos, flexibles y consolidados. Pensemos en lo colectivo, en el bien común, y todo con la comunicación. Juntos somos más y mejores. Amanece en este nuevo día con una ocasión entre oportunidades que hemos de procurar que brillen. Repartiremos los anhelos comunicativos con unas voluntades que nos deben incentivar para ser entre equipos que nos asaltarán con menos dudas. Sabremos, o debemos saber, con una incentivación de resultados queridos. Hemos de mirar mucho más allá, y sin atropellos. Nos hemos querido mucho. Debemos demostrarlo sin ambages.
Nos damos los buenos días con unas actitudes de manifestaciones muy apreciadas. Hemos de abundar en lo obvio, en lo que nos ha de sacar de los rituales más sinceros. Nos hemos convencido de espacios con reglas que nos adelantarán con vacíos que podemos considerar existenciales. Abordaremos más simpatías con unas resoluciones de caricias en plenitud. Estamos preparados para aceptar las sensaciones que nos olvidan en momentos de pura extensión de cuanto nos gusta. Hemos dicho el sí con una fantasía que es remate fugaz.
No s debemos serenar ante lo que ocurre con unas comunicaciones periódicas. Hemos dado lo más y lo menos con una voluntad de querencia auténticamente sincera. Nos hemos consultado algunas soluciones que nos han de llevar hacia la vehemencia más pacífica. Estamos enfrascados en situaciones fantásticas con las que construiremos los mejores edificios y estaremos prestos, así, para acudir a las suficientes citas. Nos pondremos a dialogar. Hemos aprendido y más que sabremos con el transcurrir de varios tiempos que nos harán empatar, lo cual es bueno.
Tenemos que ponernos a pedir, y no para nosotros. No haremos reclamaciones interesadas, excepto para darnos unos avisos con los que consumar las voluntades de quienes nos dijeron que era mejor estar y vivir en la paz de los ancestros, que nos enseñaron mucho. Suponemos que es mejor que nos entendamos, pero realmente la experiencia nos dictamina que es así. Las premisas han de contribuir a que las marchas lleven los mejores ritmos. Adecuemos todo con mucho más.
Suspiramos constantemente por esos gozos que han de plantear solventes conclusiones a las peticiones de amistad, de entrega, de encuentro, de superación, de hábitos consolidados y salubres… Hagamos que todo funcione con una cierta responsabilidad. Hemos tomado partido por soluciones que nos declararán las tareas más confluyentes con cuanto hay que llevar a cabo. Debe valer lo que nos ocurre. La existencia nos sorprende. Las señales nos darán resoluciones frente a los posibles olvidos. Hagamos que la comunicación los deje un poco más fortalecidos. Seguro que podemos. Nos espera un alto interés, que no sólo es personal: ha de ser colectivo. Serenemos los ánimos, y hagamos que funcione el proceso comunicativo sin ruidos y sin filtros.

Juan TOMÁS FRUTOS.

viernes, 28 de mayo de 2010

Carlos Valcárcel, sobre todo una gran persona

El Presidente de Honor y Decano de la Asociación de la Prensa de Murcia, uno de los socios más distinguidos, se nos ha ido sembrando hasta el último momento en todo su entorno afabilidad y buen hacer. Ha sido, es, una persona muy querida, porque ha sido capaz, desde su proyección humanista, de asumir múltiples tareas en lo literario, en lo periodístico, en lo cultural e intelectual, con una presencia y con un brillo tan magistral como sincero y leal.
Es una gran pérdida, si bien nos queda su obra, su recuerdo, sus ejemplos, sus actitudes, su cercanía… Ha sido una persona apasionada con todo lo que ha realizado, y lo transmitido a la hora de plasmar cada una de sus vivencias. Las calles de Murcia, se ha dicho, y es verdad, le echarán de menos, y también nosotros, los periodistas, cuyo periplo y proyectos, como colectivo, siempre siguió de cerca: el último de ellos es la reciente constitución del Colegio Oficial en Murcia, el tercero que se erige en España.
Ha sido, y es a través de su legado, la memoria viva de la centenaria Asociación de la Prensa de Murcia, a la que ha mimado con esmero, con frecuentes sugerencias en sus diversas etapas. Es uno de los pocos que han conocido y han vivido la historia de nuestra entidad. Me recuerdan personas allegadas que fue un extraordinario animador de iniciativas como la Verbena de la Radio, que se celebraba anualmente en el Murcia Parque.
Discreto y querido, sus aportaciones en tantos y tantos ámbitos culturales fueron muy valiosas. Lo son. El mundo periodístico, concretamente, le debe mucho. Se involucró con fortaleza en las actividades de la Asociación de la Prensa, en cuya Hoja del Lunes llegó a ser Redactor-Jefe y Subdirector. Su labor queda para la historia, y para los estudiosos de nuestra singladura profesional.
Don Carlos Valcárcel Mavor ha sido forjador y colaborador de multitud de asociaciones, entidades y proyectos culturales, muy apegados a las raíces de su estimada Murcia. Todo lo que ha tocado ha florecido con la misma belleza de la Primavera de esa Murcia a la que amó. Se le recordará por sus múltiples menesteres y por la enorme herencia que nos deja, pero, fundamentalmente, debemos resaltar que le añoraremos por ser un referente para todos en algo que nos demostró siempre: era, y lo será para quienes le conocimos, una buena persona, una excelente persona, una gran persona. Gracias, Dos Carlos, por tantas atenciones.

Juan TOMÁS FRUTOS.

Prestemos tiempo a la comunicación

Démonos tiempo. Lo necesitamos para hacer las cosas bien, para sopesarlas, para poderlas valorar. Cada día hemos de bregar para que las ideas que tenemos, sobre todo las sustentadas en universales, brillen. Señalamos la costumbre con un gozo que es sombra con registros periódicos. Hemos visto lo que nos complace y lo que no, y ahora nos damos unos avisos que han de servir para dar en esa tecla que nos permita comparar las cautelas con los elementos más gozosos. Debemos aspirar a mucho, a más, y debemos tener lo que es siembra con frutos de sensaciones airosas. Nos tenemos, y nos seguiremos teniendo con el anhelo suficiente para superar multitud de aspectos desconocidos y también seguramente algunos problemas.

Señalemos hacia ese lado donde la naturalidad ha de triunfar. Nos debemos aconsejar vestigios con los que incrementar esos fines que hemos de consolidar como solidarios. Hemos aprendido con el transcurrir de tiempos que hemos de indicar como pretéritos. Hemos sido y más que seremos en el devenir de los tiempos buenos. Los consejos han de servir para mucho más. Vislumbremos las consecuencias en mitad del camino, incluso para corregir, con ideas y actitudes reparadoras, todo cuanto vayamos haciendo que sea susceptible de mejoría.

Atemos los cabos de las emociones hasta aparecer en esos tránsitos con los que hemos de añadir implementaciones generosas. No neguemos las amistades más sinceras, que han de ser esos elementos más espaciosos en un mundo de hostilidades neutralizadas como esos mejores métodos para estar en sano equilibrio. Planteemos las querencias como atractivos que pueden aplicar remedios a medio y largo plazo. Tengamos en cuenta que todo puede resultar.

La vida tiene un componente físico, otro psíquico y otro probablemente espiritual. Con todo ello hemos de avanzar sin mirar atrás. Pongamos por caso que vamos y que suspiramos por razones de genialidades poderosas. Hagamos que el todo sea parte y que ésta forme ese conjunto que explique y justifique la mayor parte de nuestras actividades. Suenan músicas que hemos de saber nombrar e interpretar. La existencia tiene múltiples vectores.

Duele que no seamos capaces de sacar partido a determinados aconteceres que se suceden en una serie de preferencias que nos ponen con diferencias unidas a prestaciones de ayudas visibles. Estemos para ser, y seamos para estar. Todo es cuestión de espacios. No dejemos que las aspiraciones se queden en sustentos de apatías recogidas en nuevas cajas que no consultamos. Prestemos tiempo a lo que nos puede definir como maestros y aprendices en paralelo. Daremos con solvencias y anhelos consolidados por obra y gracia de la comunicación. Dispongamos todo lo necesario para que funcione, para que esté operativa. Nos aguarda tanta esperanza fructificando que seguro que vamos a disfrutar mucho.

Juan TOMÁS FRUTOS.

jueves, 27 de mayo de 2010

La comunicación, como la vida misma

El directo es la vida, y la vida se sustenta en la comunicación, en sus enormes ventajas de solución ante los problemas que se puedan suceder. Los ejes comunicativos han de ser los referentes respecto de lo que llevemos a cabo. Cada día esbozamos, o debemos, algunas soluciones que no siempre se presentan con la solvencia de aquellos momentos en los que aprendimos los unos de los otros. Seamos sensatos con las cautelas que sean menester. Hemos de aprender con lo que hacemos. La vida es en ese trayecto que nos rescata con resúmenes que esperamos acertados. Nos hemos dicho todo y de todo con las suficiencias que nos conducen por resúmenes condensados. Hemos de apropiarnos de otras esferas para dar con los aprendizajes que nos liberen con el transcurrir del tiempo.

Situemos las bondades de unos enseres que hemos de mostrar hermosos como la vida misma. Hagamos que el todo funcione con unos esfuerzos maravillosos para dar con los instantes más golosos, que están y que deben seguir estando. Hemos apuntado hacia seguridades que, con el tiempo, vemos que no existen, ni tampoco es bueno que se den. Las fortunas han de agradecer los cambios con premuras y presencias diarias con las que sumarnos a lo que nos complace.

Hagamos caso a las preguntas que nos ponen en bretes de secuencias en forma de amistades que hemos de hacer más densas. Las profundidades nos ofertan consumaciones de reglas no escritas. No podremos asumir lo que se nos escapa de principio a fin. Nos hemos ubicado en sitios de peculiaridades manifiestas. Hemos de ganar en esas etapas que siempre están en ciernes, y hemos de procurar que esos éxitos sean compartidos.

Los nexos de unión han de servir de acicate para todos los proyectos e iniciativas con las que convenimos en los nuevos azares, que nos prestan sumas de incierto bagaje. Nos hemos de molestar lo justo. Sí hemos de laborar unos decálogos para sacar adelante lo que nos sucede con sus impresiones más variopintas. Hagamos que el deseo se vaya transformando hacia las solventes posturas que nos distancian de las apatías de otros instantes. Sentemos las bases más cuerdas.

Las travesuras de momentos generosos nos llevan hacia ese amor que hemos de procurar como una razón de ser con sus dones más estupendos y geniales. Hagamos que todo funcione con unos brillos de querencia especial. Liberemos alguna energía con unos anhelos de plantear libertades y querencias respecto a los acopios de esperanzas con los que nos gustaría implementar las relaciones solidarias. “Afrutemos” los resultados y hagamos que sean más vistosos y atractivos mientras los consolidamos con sus ajuares de aprendizajes en los foros donde regalamos y nos alegramos de recibir. La experiencia comunicativa es un don, y sus resúmenes también. Dar con lo crucial y con los nexos de este proceso, que ha de ser perenne, nos brinda ciertas garantías que hemos de aprovechar. Como hemos indicado antes, la comunicación es la misma existencia, y, como tal, debemos protagonizarla.

Juan TOMÁS FRUTOS.

miércoles, 26 de mayo de 2010

Fórmulas comunicativas solubles

No hay recetas mágicas, y seguramente es bueno que sea así. No obstante, vamos a defender siempre la máxima solvencia. Hemos de bregar por el conjunto de la comunicación, por sus pareceres, por las más variadas opiniones. Vivimos, a veces, en esa parte que nadie visita, pero que precisa de conocimientos para corregir los envites de una existencia divina, cansada, harta de esperas que no siempre se controlan en las formas que observamos, y en aquellas que no. Señalamos con diálogos finos hacia ese lado que nos llena de penumbras. Comulgamos con apetencias que nos previenen de mudanzas realizadas con apuntes largos. Hemos de ir hacia ese lado que nos propina esperas y anhelos nuevos. Estaremos en paz y con la comunicación que siempre nos ha gustado desarrollar.

Digamos lo que pensamos mientras indicamos los motivos con los que nos preparamos para ser y decir lo que podría ser señal entre divinas enseñanzas. Hemos de atrevernos a contar lo que nos ocurre con emblemas de prestaciones finales y finitas que han de propulsar lo que queda por venir. Hagamos caso a cuanto nos roza con sus alas más lindas. Las dificultades en la enseñanza han de ser superadas. Todos podremos más.

Creo que apuntamos alto, y eso es bueno, pues quiere decir que tenemos promesas realizadas que poner en marcha mientras las cosas se suceden con ánimos de posturas creíbles con las que hemos de avanzar en momentos complicados. Hagamos caso al corazón, que nos ha de decir todo cuanto nos sirve en una orilla de insistentes dichas con las que nos tomaremos ese último afán que comprende espacios diversos. Allanemos las dificultades.

Singularicemos las etapas de una paz de conjunto que debe convertirse en algo esencial. Convengamos que podemos cuando somos capaces de superar los envites de la existencia humana, que nos ha de controlar con empecinamientos medio periódicos. Hagamos caso a esa intuición que ha de reservar los espacios de una cierta libertad. Hemos jurado amores.

Frustramos algunos instantes que nos acercan las etapas con las que cruzamos un umbral de repetidas dichas con las que podremos crecer en una nueva era de pura felicidad. Nos recordamos con la fantasía de un mundo de números con los que crecer a través de una dirección dialogada y compartida. Hemos de tomar las riendas de otras causas, con las que hemos de comulgar en cuanto nos sea posible. Seremos en otros cambios, con intenciones de dar con lo que pudo ser y, sin duda, será en cuanto los ejemplos se consensuen con mucho diálogo, con mucho más. Persigamos la comunicación de conjunto teniendo en cuenta la opinión también de las minorías y los aspectos críticos que sean menester, y seguro que daremos con fórmulas muy solubles. De alguna manera será así, y en ese sentido vamos a pugnar, o debemos hacerlo, cada vez que podamos.

Juan TOMÁS FRUTOS.

martes, 25 de mayo de 2010

Creemos en la comunicación

Nos miramos y creemos con resortes fungibles. Nos introducimos en un mundo que hemos de consolidar. Tenemos que estar juntos en las esferas comunicativas. En todo, pero especialmente aquí. Somos en esta nueva situación que, entre todos, hemos provocado por acción y omisión. Nos hemos congratulado de experiencias que nos nublan la vista con unas gratitudes que mueven montañas de experiencias variopintas. Hagamos caso a esos corazones que nos deben todo. Debemos esparcir las mejores semillas con grandes opulencias y espíritus conformados entre reglas supremas.

Lo que fue más podría convertirse en menos. Hagamos caso a las intuiciones. No dejemos que lo fortuito nos gane la partida. Sintamos como si fuera la primera experiencia. Hemos de consolidar los pasos que hemos dado poco a poco. La idea ha de ser superar los envites de una existencia de complejas facturas. No neguemos el pago por aquello que no hemos formalizado o que queda roto en alguna parte. Situemos las delicias en las que creemos con estimaciones y procuremos que la paz reine en nuestro entorno.

Singularizamos cada día las expresiones de aquello que tenemos y de aquello que no forma parte de lo que hacemos. Simplificamos todo con un poco de brillo, que parece justificarlo todo, cuando no es así. Debemos calibrar. Vamos y venimos con aproximaciones a razones que nos extinguen con sus palabras huecas. No sabemos bien lo que ocurre, pero debemos esforzarnos en ese conocimiento que mueve las montañas mágicas que aprendimos en su momento. No dejemos que el olvido las colonice.

El aburrimiento no ha de ser ese gesto que nos gana cuando nada parece tener sentido. Hemos aplaudido situaciones que han de poder con los criterios de lo que nos envuelve con sus simulaciones queridas y nada cuestionables. Hagamos que el tono nos ayude a las salidas de pasillos estrechos y de invenciones imprecisas de las que nos hemos de ubicar bien lejos. Las comunicaciones son eficaces cuando nos contamos todo, lo que va a favor y lo que ocurre en contra.

Los hábitos hacen de nuestras existencias lo que son. Hemos sellado los ecuánimes deseos de una paz que nos mueve de un sitio a otro con imposturas y gratuidades que hemos de trasladar para que nos parezca a todos que el sentido nos permite salir adelante sin pisar en tierras movedizas. Tampoco es malo que tengamos sensaciones dispares. De ellas también aprendemos. Hemos silenciado situaciones que ahora hemos de poner en valor. Los códigos han de ser descifrados con sus sencillas caricias y con palabras polivalentes y plurales. La búsqueda del equilibrio y del análisis como pauta de trabajo es ese eje con el que hemos de transitar juntos. Interpretemos y reinterpretemos. El camino y la dirección han de tener en cuenta los pormenores y deseos de cada uno, de cuantos más mejor. Prediquemos con ejemplos en los que todos podamos aprender. Fomentemos buenos modelos.

Juan TOMÁS FRUTOS.

lunes, 24 de mayo de 2010

Obligaciones compartidas de comunicar

Advirtamos cada vez que podamos que la comunicación es un proceso abierto donde no sobra nadie. Todos debemos estar en él. Apuntemos alto para ver y conseguir que las maneras comunicativas sean coherentes y fructíferas. Hagamos que la vida sea lo mejor posible. Debemos procurar no hacer daño, no conscientemente. La comunicación es un proceso con influencias múltiples, con muchos vectores, con una singularidad mayúscula a la hora de destacar unas cuestiones frente a otras. Hemos de intentar llegar a tiempo y con la forma que entendemos como debida. Hagamos caso a las maneras, que han de ser variadas, sensacionales, auspiciadas por las razones más defendibles.

Vamos bien de tiempo, incluso mejor de lo que pensamos. Hemos sido testigos de ignorancias sin versiones libres, y, ahora que nos presentamos como amigos invisibles, hemos de suponer que, en colectivo, podremos avanzar mucho más de lo que somos capaces de reconocer. Hagamos caso a los corazones que nos llenan de sentimientos nuevos. Procuremos que todo funcione como si fuera una bendición de primer día. No hemos de dejar que las cosas se queden sin un contenido claro.

Subamos por esos instantes que fueron aprendizajes desde las experiencias contenidas en vías de genuina prevención. No hemos de soñar en la nada: debemos buscar en el tajo de una comunicación seria, moldeada a base de tener en cuenta todas las razones, suspirando por aquello que dijimos que tenía un sentido desde las palabras que satisfacen diferentes objetivos. Todos debemos estar contenidos en ellos. Las premisas son esos baluartes que han de servir para subir sin escala desde ese positivismo que supone el aprovechar los fracasos, que siempre son la antesala de cuanto nos sucede entre franquezas lindas.

Pasan las ofertas en esos tramos que dijimos no tener controlados. No fuimos al principio, ni lo precisamos. Es mejor que, poco a poco, vayan pasando esos momentos de precipitaciones y querencias hacia esas verdades que han de sonar a suspiros en otras realidades, de las que hemos de aprender con unos bordados sugerentes. Lleguemos a la verdad, o a su aproximación, con soplos de aires frescos, que han de reinventar lo que fuimos.

Tuvimos mucho espacio en común. La existencia nos oferta más ocasiones, unas oportunidades resplandecientes que han de sugerir modificaciones de los actos más maravillosos. Hagamos que el amor nos intuya con sus pretensiones más estupendas. Ganemos sin poner sobre la mesa nada lo que no sea nuestro, y hagamos que los honores sean para compartir entre todos las glorias de una docencia con la que eliminaremos inseguridades. Nos hemos sorprendido, y más que debemos hacerlo en la llanura donde todos nos esforzaremos por una igualdad de derechos, que hemos de apuntalar con obligaciones compartidas y olvidos de fracasos. Miremos este nuevo día, y comuniquemos con él. Es estupendo. Nos aguardan instantes de creencias y de noblezas en esta nueva jornada, que nos influirá con sus mejores galas. Entre las obligaciones cotidianas está la de comunicar, pues, de este modo, aprendemos, somos más y mejores ciudadanos/as, y compartimos unos afectos esenciales para ser felices.

Juan TOMÁS FRUTOS.

domingo, 23 de mayo de 2010

El desafío de la comunicación

No hemos de ignorar el reto que tenemos por delante. Hemos de procurar no quedarnos sin un mínimo de resultados. El intento está ahí. No fallaremos hoy. Los dos lo intentamos. Primero tú, como podría ser yo. Me acerco a tu vera. Doy con un espacio comunicativo en el que podemos pasear por un mundo de ideas próximas. No dejemos que las cosas nos hagan tropezar sin un sí que nos afirme en convicciones un poco más celosas de esa intimidad que queremos compartir y que nos hará estar donde el deseo sea algo más sencillo. Sigamos la estela donde las voluntades nos han de apremiar con sus resoluciones más poderosas y posibles. Nos debemos apuntar a lo que puede ser, a lo factible, siempre con un poco de riesgo.

La vida es una sorpresa permanente. Lo es porque todo no es previsible, ni lo debe ser. Hagamos que las cosas ocurran de principio a fin. Hemos de diseñar los efectos con unas respuestas que nos insinúen las ocasiones en las que el crecimiento es fruto de posturas que, sin caer en el desafío, asumen riesgos. Hemos de fomentar un poco de aventura, si queremos entender que la existencia es ilusión y un poco más. Seamos sensatos dentro de la locura colectiva que nos aguarda y rodea.

Nos hemos de preferir con resoluciones a cualquier género de conflictos. Podremos ir con unos afectos de rescates singulares. Tenemos que ir e incluso regresar, pero nunca de vacío. Es todo sencillo, o puede serlo, si somos capaces de hacer lecturas un poco más adelantadas, prestas a superar los envites de corazones con los que no conectamos, pero con los que deberíamos hacer el esfuerzo primero y primario de conectar. Hagamos que las interpretaciones ocurran con separaciones relativas y nunca absolutas. Juguemos al máximo con la comunicación.

Hagamos que el tesoro de la convivencia se note en el día a día, incluso en las cimas de unos pensamientos que, por falta de frescura, no dan siempre con las tonalidades más adelantadas. Intuimos muchas cosas, pero hemos de difundirlas para que se conviertan, si es el caso, en esa base con la que resaltar los puntos de comunión, que lo serán también de comunicación, con los que edificar amistades y amores.

Las convenciones son obstáculos que nos pueden impedir seguir por esos lados resolutivos que han de mostrarnos que el consenso es ese deseo que, haciéndolo realidad, nos ofrece más que nos quita, por mucho que cedamos. Hagamos balances, y no únicamente materiales. Los acuerdos construyen confianza, y eso es la base para un futuro un poco más prometedor. La justicia será otro baluarte en ese acuerdo que defendemos con carácter genérico y próximo. Hemos de conjugar esos instintos con los que postularnos en las eras que nos tocan, que nos deben tocar, para vivir un poco más fuertes y siendo un poco más nosotros mismos. Defendemos, defendamos, los acercamientos comunicativos. Somos conscientes de que la felicidad supone un esfuerzo sin dar más vueltas de las debidas. Hablemos de ello siempre que sea posible, que lo será si lo deseamos. La dicha nos aguarda sin pedir nada a cambio. Hemos de procurar llegar a tiempo. Poco a poco, pero sin pausa, daremos con esa frescura responsable de un desafío comunicativo. Merece la pena.

Juan TOMÁS FRUTOS.

Todo parece tardío

Ya llegamos a comprender lo que nos distrae. No obstante, nos quedamos sin soluciones. Todo parece tardío.

Desperdiciado en exceso

Me echas de menos. Eso dices. Lo cierto es que no lo creemos ninguno de los dos. Hemos despercidado en exceso.

Espacios indicadores

Tendremos que ir. Hemos abarcado unos espacios que no siempre son indicadores de lo que queremos o poder hacer.

A otro sol

Desarrollamos esos aspectos que nos saben a caricias en otros tiempos de posturas variables. Nos tumbamos a otro sol.

En otras naves

Tomamos ese camino de emociones que nos han de buscar con la sinceridad máxima. Nos vemos en otras naves.

Del vacío existencial

Todo es hoy en ti. Hemos adecuado algunos discursos con armas inocuas que nos quitan del vacío existencial.

Nuevas ideas

Te podría decir todo en ese escenario de victorias que nos promueven para dar con las normas más fortalecidas. Iremos a ver lo que nos puede proporcionar nuevas ideas.

Más callados

Tomamos esa sal que nos recuerda la esperanza que nos sacó del precipicio. Nos hemos vuelto más callados.

viernes, 21 de mayo de 2010

Algunas reflexiones sobre cómo tratar las noticias medio ambientales

Con toda la humildad del mundo vamos a expresar algunas consideraciones y/o opiniones sobre cómo informar acerca de la generación de residuos y basuras y sobre cuestiones ecológicas o medioambientales en general. La idea es dar una serie de pautas que nos inviten a hacer un trabajo donde el respeto, la responsabilidad, la altura de miras, la variedad de pareceres y la búsqueda de soluciones a los problemas planteados sean las máximas con las que nos movamos en el desarrollo de estos trabajos periodísticos en particular. Todas las aportaciones serán bienvenidas. A continuación hacemos algunas reflexiones usando de presentación de las mismas una serie de palabras o de frases que consideramos tan emblemáticas como elocuentes.
Pensar en colores
Aunque la expresión es un poco atrevida, sí que defendemos que seamos capaces de pensar en ilustrar con colores, y no siempre en el sentido literal, todo aquello sobre lo que informamos, fundamentalmente cuando se trate de noticias de calado ambiental o ecológico, que siempre han de tener un componente humano. En este sentido, hay que buscar un atractivo responsable. Igual que las basuras se clasifican por colores, busquemos las significaciones semánticas que aportan el colorido en verde, por ejemplo, que nos trae esperanza, y en azul, que nos brinda paz y armonía.
Aboquemos, por lo tanto, por los contenidos en una secuencia de colores nominados o imaginados que hagan que la radiografía o el escenario planteado sea un argumento más del consumo de la información que estamos dando. En definitiva se trata de hacer atractiva la presentación.
Empatía
Empatizar supone ponernos en la piel del otro, o de los otros. Cuando hablemos de problemas ambientales, seamos consecuentes con los protagonistas, que son, lógicamente, de todo calado, e intentemos acercarnos a ellos y trasladar sus actuaciones e ideas a los receptores, con los que hemos de conectar también. Meditemos sobre aquellos ejemplos que llegan mejor, y digamos, asimismo, las cosas para que los niveles afectivos o de interés se desarrollen oportunamente y con una cierta mesura. Ponernos en el lugar de los otros ayuda en todo género de informaciones, y más aún si éstas versan sobre cuestiones o asuntos de atractivo societario y muy cercano en lo personal.
El futuro, a la vuelta de la esquina
Frecuentemente hablamos del porvenir como si éste no llegara. En cuestiones de salud, de biología, medioambientales, de reciclaje, de residuos, no hay medidas que debamos defender en exclusiva para el futuro. Éste ha de ser presente, pues hemos de considerar la responsabilidad de su mantenimiento y/o defensa como una dinámica actual que hemos de fomentar para corregir iniciativas manifiestamente negativas, así como fomentar una perspectiva coherente y de mejora en la persecución y en la búsqueda de un camino lo más adecuado posible. El futuro es ya (no lo olvidemos), y esa apreciación se ha de notar en nuestras informaciones sobre los residuos y su tratamiento. El constructivismo ha de ser una referencia cercana y amable. Tengamos en cuenta que todo va muy deprisa y que hemos de estar atentos ante los cambios que se producen.
La cercanía
Uno de los conceptos que más y mejor funcionan en comunicación es la cercanía. Opera en todos los casos. Con ella construimos la realidad de manera que interesa mucho más al ciudadano. Éste ha de ver con responsabilidad lo que sucede y, asimismo, ha de saber interpretar (y hemos de ayudarle a ello) lo que acontece con muestras de un lenguaje entendible y convergente en deseos y afectos. La ciudadanía debe enganchar con informaciones ambientales desde el sentimiento de que se trata de hechos o eventos que nos influyen a todos/as. La cercanía es un concepto que atiende a todos los códigos empleados y a su comprensibilidad desde los niveles racional y afectivo.
Responsabilidad
Hagamos todas las informaciones con responsabilidad. No procuremos el daño de manera gratuita. Ponderemos los derechos y las afectaciones que desarrollamos. Cualquier información ha de tener en cuenta el parámetro de la responsabilidad, pero, en este caso, incidiremos un poco más. Cuando damos cuenta de un mal comportamiento ciudadano también hemos de pensar en difundir aquellos que son más óptimos, y no sólo para compensar, sino también para mostrar que la realidad tiene más caras en su enorme poliedro. La responsabilidad en cuestiones medioambientales nos ha de llevar a intentar que la ciudadanía tenga un mejor comportamiento en este campo, así como hemos de contribuir a que los responsables de las Administraciones y de las empresas que laboran en este territorio tengan actitudes cada vez mejores.
Aprendizaje permanente
En materia medioambiental hemos de procurar, como periodistas, un reciclaje y una formación que debemos considerar permanente. Leamos todo lo que podamos, vayamos a las fuentes más autorizadas y procuremos conocer, desde el equilibrio, todo cuanto ocurre y cómo es interpretado por unos y otros. Las ópticas, cuando son complementarias, son más enriquecedoras, pero, para trasladarlas, hay que conocerlas previamente. Toca, pues, estudiar y analizar de manera constante.
Punto intermedio
Decía Aristóteles que en el punto intermedio está la virtud. Es cierto. La templanza y la mesura son bases de la razón y de la búsqueda de conexiones incluso en lo afectivo. No cometamos excesos, pues luego reparar los daños es muy complicado y requiere, para ello, mucho tiempo y esfuerzo. El medio ambiente, su reciclaje, su visibilidad… todo precisa una interpretación consensuada. Persigamos, cuando menos, la virtud, aunque sea un poco imposible llegar a ella al 100%.
El contexto
No se entiende la comunicación si no explicamos las circunstancias en las que nos movemos. Las condiciones y los condicionantes expresan las formas y fórmulas que hacen que se produzcan los procesos comunicativos. Articulemos las mejores maneras para que los mensajes se atiendan y entiendan. Esto quiere decir que, en el caso de las noticias, reportajes y entrevistas medio ambientales, deberíamos explicar el contexto que les envuelve, con sus pros y sus contras, dando cuenta de la evolución y de todo dato que nos permita una comprensibilidad mayor. No demos nada por sabido e intentemos arropar cuando sucede dando todos los antecedentes que, en cada caso, sean menester.
Las palabras y sus apreciaciones
Utilicemos bien las palabras. Éstas tienen un significado, o varios, y precisamente por ello hemos de ser precisos y claros en su instrumentalización. Demos las explicaciones que sean necesarias cuando las cosas no queden claras, o no lo suficientemente claras. Expliquemos, pues, los términos más oscuros o ambivalentes y tratemos de aludir a leyes, consideraciones y escenarios que contribuyan a un conocimiento diáfano y explícito de lo queremos denotar.
Superar la crisis
Las crisis, cuando se producen, no son sólo de tipo económico. También lo son en lo moral, en lo intelectual, a nivel de apreciación de lo que sucede. Hemos de procurar que los eventos, las iniciativas, las diversas actividades, etc., sean explicadas de manera que, con incluso un cierto deseo de que las cosas mejoren, contribuyamos a una mudanza sustancial, a una transformación seria y responsable. Podemos ayudar a superar las crisis con unos análisis coherentes y equilibrados, sin renunciar, claro está, a la crítica, siempre necesaria para el avance societario. Los asuntos medio ambientales son cruciales para la ciudadanía, y por ello hacemos un especial hincapié en la apreciación contenida en este apartado.
Optimismo, positivismo
El ser positivos ayuda a que las cosas salgan adelante. El optimismo, la alegría, el contento, sobre todo cuando los trasladamos en nuestra forma de ser y en nuestros lenguajes, contribuyen a que todo vaya de una mejor guisa. Las cosas salen bien, o un poco mejor, cuando la actitud es de creer en que ello es posible. Intentemos que en estas informaciones sobre reciclaje, residuos y tratamientos y realidades medioambientales se vislumbre ese positivismo que tanto mejora los resultados de cuanto queremos narrar y ofrecer a la sociedad. Como diría Popper, lo positivo es un cimiento para todo lo desarrollamos.
Ajustemos deseos: necesidad de concordia
El consenso, el pacto, es la base de un sistema verdaderamente democrático. No se trata de estar imponiendo desde el lenguaje o desde los hechos lo que piensa sólo una parte, fundamentalmente cuando hablamos de cuestiones sensibles como es la mejora y preservación del medio ambiente a través de un adecuado reciclaje de los residuos que generan las sociedades modernas. Todos tenemos que ver en ello, y todos debemos resolver lo más conveniente. Hemos de procurar amoldar los anhelos del conjunto, desde la base de que los acuerdos producen más continuidad en la aplicación de las posibles soluciones. La concordia ayuda en la mejora diaria de nuestras actuaciones, en este caso periodísticas. Tratemos de hallar esa intermediación.
Abramos ventanas
El campo comunicativo está lleno de posibilidades. Hay muchas teorías, muchas opciones, muchas miradas. Hagamos caso al corazón, y también al intelecto, y no únicamente al nuestro considerado de manera individual, sino a lo que manifiestan los demás. La amplitud y altura de miras han de ser referentes en nuestro trabajo periodístico, máxime cuando hablamos de informaciones medioambientales, de una extraordinaria sensibilidad.
No al silencio
El silencio nunca es rentable. Que no nos digan otra cosa. Puede haber situaciones excepcionales, pero incluso éstas pueden ser cuestionadas cuando las abordamos desde la no declaración de lo que ha pasado, de cómo lo vemos, de cómo ha podido acontecer. Atribuyamos, por supuesto, bien las fuentes. Es una tarea que dignifica a todos. En la medida de lo posible hay que explicar lo que pasa y por qué, y, a menudo, también el para qué. La mesura ayuda a llegar a más gentes. La palabra nos libera en la interpretación más amplia de cuanto significa.
Generar pro-actividad y retroalimentación
El proceso comunicativo no es pleno sin que se dé la retroinformación o retroalimentación. Hay que generar una pro-actividad, en este sentido, de los receptores, y, además, hemos de predicar con el ejemplo, con los modelos que vayamos hallando. Los emisores han de actuar con pro-actividad igualmente y han de procurar hacer las indicaciones precisas cuando los receptores así lo reclamen. En el caso de informaciones medioambientales la complicidad en el conocimiento, en el entendimiento, en el consenso mismo con la ciudadanía, como ya se ha subrayado, es básica.
Consejos: elegancia, brevedad, sencillez e ilustración
Los tradicionales consejos de ser breves, sencillos y de utilizar buenas maneras comunicativas funcionan y contribuyen a que el ciudadano sepa lo que ocurre y, cuando menos, conozca parte de los motivos. Hagamos que esos consejos sencillos permitan que las noticias y reportajes, y/o entrevistas que realizamos, también lo sean, también lo parezcan. Si el entendimiento es más alto, también será mayor la empatía.
Proceso dinámico
Las informaciones sobre el medio ambiente son, como ocurre en otras, procesos dinámicos de conocimiento y de aprendizaje. Intentemos estar mentalmente preparados para ello. No concibamos ni los espacios ni los tiempos periodísticos como compartimentos estancos, parados y cerrados. No lo son. Hemos de crecer entre todos, en sociedad.
Personas y códigos: lenguajes gestuales y verbales
Todo en comunicación nos ofrece una lectura. Tengamos en cuenta que es así. Por lo tanto, utilicemos bien los códigos y los lenguajes, en función, por supuesto, de los medios, de los diversos espacios, de los formatos y de los soportes. Los lenguajes orales y gestuales y toda la ciencia de la kinesia y la proxémica han de ser instrumentos de comunicación bien utilizados, y para ello debemos conocer y exprimir bien sus posibilidades. Ganaremos con esa visión, expresamente cuando nos referimos a cuestiones sobre el medio ambiente.
Adelante
El consejo final es que vayamos siempre hacia delante con valentía y sin precipitaciones. Merece la pena hacer cada día una buena labor, en la medida que podamos, con voluntad, con las mejores intenciones. La recompensa en la tarea de servicio público a la ciudadanía será, sin duda, extraordinaria.

Juan TOMÁS FRUTOS.

Supondremos otras historias

Seleccionamos motivos con unas intenciones que nos recuerdan los desánimos. Supondremos otras historias.

Nos proponemos tarde

Suponemos algunos alcances con los que podemos en el todo. No tendré que decir el sí. Nos proponemos tarde.

Fortunas y mieles

Diseño un favor con un recuerdo de secuencias posibles. Hemos acertado en las fortunas y mieles.

Pronto una mudanza

Confíamos en ese mundo que nos alcanza por impacto y con reservas. Seguro que habrá pronto una mudanza.

Ensayo y ensayo

Resumimos los anhelos que pudieron ser posibles. Hemos allanado el amor, que es ensayo y ensayo.

Debilitados por los sentimientos

Insistimos en un disimulo de afectos. Estamos debilitados por los sentimientos, pero eso no debe ser un problema.

Disponernos de la mejor forma

Tendremos que confiar en lo bueno. Hemos agotado algunos esfuerzos. Nos tendremos que disponer de la mejor forma.

Más nos resta

Tendremos que ir deprisa hacia ese instante de pura pasión. Nos hemos comunicado bien. Más nos resta.

Con candidez

Tendremos que recorrer nuevos espacios en flamantes tiempos. Nos escondemos con candidez.

Nos damos caprichos

Incluimos la buena suerte en la noche que nos despierta a los nuevos tiempos. Nos damos caprichos.

miércoles, 19 de mayo de 2010

Demostremos las bondades comunicativas

Hemos de ser más activos en la defensa de las posibilidades comunicativas. Son muchas. Demos con los tonos y las claves más señeras. Busquemos la hermandad comunicativa, su bondad. Los hechos y sus interpretaciones nos han de llevar a sentir que la vida es más que materia. Fomentemos lo espiritual. Somos expertos en muchas cosas. Las prisas no ayudan. Hemos de apuntar todo lo alto que podamos para dar con las señales que nos indiquen el camino que nos gustaría tomar, y que, sin duda, cogeremos antes o después. Hemos de interpretar desde la experiencia lo que nos edifica como personas y como colectivo humano.

Debemos corregir los momentos de círculos concéntricos y repetidos que nos rodean con pasatiempos que nos quitan algunas posibilidades. Queremos aprovechar lo que tenemos y lo que no. Demos con lo que nos parece exacto. La aproximación en sí es una gran tarea que se ha de convertir en magnífica aventura con la que trazar las reglas y sus impresiones.

Decimos que debemos ir adelante. Lo manifestamos cada día. Respondemos con unos tonos que nos previenen con sus inquietudes más certeras. Seamos y posibilitemos esos términos que son límites que no nos debemos imponer. Hagamos caso a los corazones, que se han de exponer con sus esencias y con los más tiernos y equilibrados bagajes.

No retrasemos las soluciones. Las pruebas nos olvidan con maneras que no siempre son materiales. Hemos indefinido el futuro con un mal recuerdo del pasado. Nos debemos asegurar nuevas cotas. Seguro que la cosecha intelectual nos conducirá por expresiones simpáticas y sinceras con las que incrementaremos los números destacados de unas amistades que hemos de definir como profundas y profusas.

Señalemos las reservas de unas amistades que han de procurar las restauraciones de proyectos simpáticos. Seamos con ese posicionamiento en el lugar de los demás, de los que hemos de aprender sin pedir nada a cambio. Las resoluciones de los conflictos nos han de imprimir el mejor de los caracteres. Nos debemos animar cada día, y cada día hemos de ser en las nuevas vías de presencias con gustos.

Las diversidades nos han de llevar con correspondencias equilibradas y basadas en unas comunicaciones que influyan con secuencias y sensaciones que serán piezas en el tránsito hacia el sí más dificultoso. Ordenaremos lo que nos puede rozar con su varita mágica. Vayamos con esas sincronizaciones que nos permitirán un auge interesante. Disfrutaremos con él. La vida es un lenguaje con algunos vacíos que hemos de analizar e interpretar.

Hemos de recopilar recursos. Nos hemos de aprovechar con recuerdos de participaciones que nos tocarán con el máximo positivismo. Hemos conseguido ser en las creencias que podrán definir los apoyos que servirán con las suposiciones de unos pensamientos que nos incluirán en las garantías y en los tiempos con los que hemos crecido. Iremos a ver esas actividades que consideramos pioneras. Con ellas iniciaremos diariamente comunicaciones que nos hermanarán, lo cual es, en cada jornada, un buen comienzo. Adelante. Procuremos ser y demostrar que la hermandad es posible: aquí la comunicación es una pieza clave. Tratemos de protegerla y de mejorarla con actitudes de reciprocidad y de entendimientos mutuos. No hay garantías, pero la estela que dejamos explica muchas cosas, bastantes.

Juan TOMÁS FRUTOS.

martes, 18 de mayo de 2010

UN POCO DE FILOSOFÍA SOBRE LOS MEDIOS

La profesión periodística precisa de una serie de consideraciones sobre lo que es su dinámica diaria, acerca del fenómeno de las empresas en las que la ejercemos, y sobre los problemas y puntualizaciones que hemos de asumir para que se resuelvan en el plazo más oportuno y con la contundencia que sea menester. No podemos mirar para otro lado. Las interpretaciones que surjan o que vayan construyéndose, que, además, deben ser plurales, han de servir de cimiento para ese futuro en el que todos creemos, a pesar de los problemas existentes. Los procedimientos, que defenderemos abiertos, nos han de ayudar a una construcción más meditada y compartida.

Un libro de reciente aparición y que ha sido el fruto personal de diversos análisis, así como del acopio de ideas y de experiencias en estos últimos años, lleva por título “Sensaciones Mediáticas”. Lo son como se puede advertir tras una somera lectura. Pensé mucho en la denominación, hasta que llegué a una que me encantó. El nombre se debe a que contiene, precisamente, sensaciones, impresiones, sobre los medios de comunicación, sobre los profesionales que trabajamos en ellos, acerca de los procesos de comunicación y sus claves, a propósito de sus desafíos y sus retos, de sus circunstancias, de sus condicionantes... Es toda una filosofía que he ido recogiendo de lo que he vivido y de lo que otros me han contado, tal y como le referencié a Manuel Herrero en una entrevista aparecida en el diario La Verdad. Hay años detrás de todos estos pensamientos que surgen en esta obra. No defiendo ninguna verdad, sino la relatividad de las cosas. Lo que sí busco en la defensa de una discusión limpia y exenta de acritud. Todos podemos contribuir a la mejora del sector, y para ello debemos hablar de él.

Este opúsculo, no muy largo, es la consecuencia de meses de trabajo. Son piezas sueltas que he ido uniendo más tarde bajo la cohesión y el paraguas de la comunicación misma. El nexo común es la concordia entre todos y el afán por defender una ética profesional y un respeto a los derechos de todos con las oportunas ponderaciones en caso de colisión. La idea de hacer el libro surge casi de manera espontánea, juntando algunos de los escritos que he confeccionado en el último año. Tras una intensa actividad hice una cierta selección de artículos de muy variada índole. De hecho, se trata de una recopilación de unos cincuenta artículos escritos en los últimos tiempos, como ya he subrayado, que son consecuencia de mi desempeño profesional y académico. Los he unido por bloques o apartados en los que me refiero a la crisis del sector, a la incorporación de las nuevas tecnologías, a la necesidad de una ética y deontología profesionales para refrescar las tradicionales funciones del Periodismo, así como sus objetivos de servicio a la sociedad. Le comenté esto a Antonio Abril y a su compañero Joaquín Vera, y me dijeron que editarían la obra junto al Ayuntamiento de Las Torres de Cotillas, como así ha sido. La verdad es que me siento muy confortado y muy agradecido por las gestiones de todos cuantos han intervenido en la realización de una obra que me llena de orgullo. Además, la portada y la contraportada son una maravilla: han sido realizadas por mi buen amigo Juan José García Jover.

Persigamos el equilibrio

Entre las defensas más firmes que hacemos en este trabajo están la moderación y el equilibrio, que interpretamos que han de ser las referencias a tener en cuenta. Me gustaría destacar que, pese a mi visión apocalíptica de la situación del sector periodístico, entiendo que la actual crisis se puede superar con el consenso de todos, esto es, de las empresas, de los profesionales, de las Administraciones Públicas y de las diversas entidades del sector, así como con la complicidad positiva de la sociedad. Hemos de fomentar estas actitudes de mejora y de traslado tranquilo a otra realidad basada en el acuerdo y en el pacto. También hablo de la labor repetida, y cada vez más fortalecida, que desempeñan los Colegios Profesionales, como el de Murcia, y las Asociaciones de la Prensa. Estas entidades han de convertirse en mejores referencias ante lo que acontece. Han de ser más reivindicativas. La máxima de su actividad debe ser conseguir que crezca el sector bajo la aseveración de que la unión hace la fuerza. Así es, y así lo subrayamos. Lo dice el aserto castellano y ahora se repite en otros planos aquello de que juntos podemos. Lo creo personalmente. Además, cada vez que miramos atrás observamos que toda conquista social o profesional, la de cualquier colectivo, ha estado asociada, indudablemente, al quehacer del conjunto, que es una divisa válida para salir adelante. La vida es un acopio de tareas donde todos tenemos algo esencial que destacar. Recordemos que el silencio y la inacción no son rentables en modo alguno.

El gremio periodístico vive una etapa compleja, complicada en sus orígenes y en sus manifestaciones. Son muchos los problemas, y también ha sido excesiva la inacción hasta ahora. Debemos procurar su solvencia y salubridad lo antes posible. La resolución pasa, indefectiblemente, por la detección de los fracasos que se han producido hasta ahora, para a continuación chequearlos y resolverlos. Uno de los puntos en los que incido es, precisamente, en la labor de las entidades profesionales. Todo organismo que tenga que ver con la comunicación o que se interese por los procesos periodísticos actuales debe referirse a lo que sucede y denunciar y pedir mejoras donde sea preciso. Tenemos que buscar la conciliación de intereses del sector en torno a los problemas de precariedad, bajos salarios, rotación de las redacciones, falta de especialización, intrusismo... Los ejes sobre los que ya trabajamos son la formación y la ética profesionales. Incluso estamos colaborando con las Universidades y sus Facultades. La Escuela de Práctica Periodística puede ser, en este sentido, la base de una tarea educativa integral y global. No permitamos que, por carencia de decisiones, todo quede postrado y enfermizo.

La conciliación es el cimiento y el sustento del quehacer de todo oficio o actividad del ser humano. La mancomunidad de iniciativas y de pareceres ayuda a que las cosas salgan adelante de la mejor manera posible. Juntos podemos y debemos. Huyamos de los tópicos y de los estereotipos manidos, y unamos las experiencias para afrontar un futuro que a todos nos pertenece por derecho, sin que sobre nadie. Vivamos en espíritu y en las formas, y demos con la resolución societaria de conflictos, de problemas y de dudas. La alegría por las obras bien hechas nos aguarda. La comunicación es multidisciplinar y a todos nos atañe. Por ello, precisamente, demandamos y reclamamos iniciativas solidarias.

No lo olvidemos. Somos los sujetos cualificados de la información, en palabras de Desantes Guanter. Debemos servir, desde el sujeto organizado, que es la misma empresa periodística, a ese sujeto universal que es la ciudadanía y cuyos intereses legítimos, en este caso a la libre afluencia y confluencia de informaciones y opiniones, hemos de defender sin vacilaciones. En juego hay mucho, ante todo el sustento de la democracia. Eso es. De eso hablo en este libro, que he escrito con el corazón en la mano y con el intelecto más entregado.

Juan TOMÁS FRUTOS.

El refresco comunicativo

La salud comunicativa hay que mantenerla cada día, con empeño, con entusiasmo, con razones más o menos objetivas o subjetivas. En esos sentidos, debemos refrescar todo lo que hacemos, lo que percibimos, lo que somos capaces de realizar. La comunicación, entre otras acepciones, tiene la de compartir, la de ser en los demás, con los otros. Nos arrimamos a esa voluntad que nos ha de cerciorar sobre los motivos con un poco de base, que nos ha de acertar con las ganas de vivir que luego, antes, siempre, ayudan. Nos hemos de preparar para superar las cercas de un destino que no ha de confabularse para que nos ubiquemos contra las cuerdas y en unas circunstancias en las que las ideas se quedan, o se pueden quedar, cercenadas. Las superaremos. Hemos ayunado en la vida, en los deseos, en lo que nos parece cordura entre afanes diversos. Lleguemos para ser y entender.

Nos debemos a unas secuencias de amores hermosos que nos han de poner en la eterna prueba que eliminará las astucias de otros años, que son y que serán, y que nos acercarán en la medida en que toquemos la devoción de las hermosuras de años atrasados y que ahora debemos fomentar. No liguemos aspectos que tan sólo nos consuelan superficialmente. Hemos de servir de testigos de realidades que antes fueron profundas y que volverán a serlo. No nos debe caber la menor duda.

Hablemos de lo que es cantinela que nos insiste con sus reglas no escritas, pero que entusiasmarán e ilusionarán con sus dones más fortalecidos. Hagamos caso al amor. Hemos servido de testigos de algunos elementos que todavía consideramos maravillosos y que ahora lo serán más por obra y milagros de una comunicación en la que creemos con hechos. Las intenciones no bastan cuando surge la necesidad de andar más allá de ese hogar que no tenemos cuando falta el afán bondadoso. El caso es que nos queremos, y eso solucionará todo.

Prediquemos con moldes y ejemplos de solicitud expresa entre suspensas inquietudes que nos han de procurar llegar donde el menester principal nos será la influyente dicha. Hagamos el favor de eternizar las buenas acciones, que nos quitarán los nubarrones de las consentidas caricias de un callado deseo de tranquilidad refrescada de manera intermitente. Nos hemos de poner las pilas con sus efectos anticipados. Tenemos suerte de conocernos y de poder aprender mancomunadamente. Hemos sentido el anhelo tranquilo, sin suspicacias en los corazones, que nos detienen, a intervalos, con sus sospechas algo más que fundadas. Los ligamentos espirituales serán en la búsqueda de la perfección.

No podemos trasladar ese todo que tiene muchas espirales y pocas dichas que podamos compartir en el tránsito hacia las experiencias con propiedades sencillas, de las que hemos de aprender en los momentos fáciles pero, sobre todo, en los más complejos. Hagamos que los destellos sean compartidos. No paremos en las otras fértiles consideraciones que nos plantearán ser y vivir en el mismo estado de gracia que hemos heredado. Ya hablaremos de otro modo. De momento esperamos con mucha conversación de contenidos retroactivos y de perfiles de futuro todo lo que está por suceder en lo personal y en lo colectivo, siempre en lo comunicativo. Debemos compartir lo que tenemos, lo que somos, lo que aprendemos, lo que surge de los aspectos más ilusionantes, que son los que construyen vida. Pensemos en las condiciones y circunstancias básicas de todo proceso intelectual y comunicativo y demos con las bases para exprimir las emociones y hasta las razones de ser, de existir y de mejorar en ese trayecto.

Juan TOMÁS FRUTOS.

lunes, 17 de mayo de 2010

El latir comunicativo

Tomemos el pulso sin marcar ritmos a priori. Demos con las soluciones que nos han de procurar más felicidad. La comunicación es un proceso de pura experiencia con la que nos nutrimos y nos realizamos como personas. Soñar, vivir, sentir, poder regresar a esos momentos de excelencia que nos proponen salir de esas espirales que no entendemos del todo. Ganamos en la misma senda de la enmienda, mientras proponemos consideraciones que nos conducen por esa sensación de hospitalidad mayúscula. Vayamos a ver y a experimentar en el recorrido de una historia con la que hemos de crecer día tras día. No separemos las soluciones de los mismos problemas. Procuremos tener ese territorio donde seamos más capaces. Querer es poder.

Debemos procurar latir al unísono de una batalla que nos ha de propiciar un anhelo o dos de libertad. Nos hemos de poner las pilas para acercarnos a las voluntades firmes de creencias en la paz mayúscula. Hemos de adecuarnos a esos instantes de palabras en su justa medida, que hemos de tener como talismán, procurando que las sensaciones nos insistan con sus actitudes más consideradas. Hemos de superar todas esas etapas de dudas, que han de anular los efectos de la soledad. Procuremos subir todas las escaleras que nos coloque la vida, y también aquellas que nos encontremos por razón de nuestras ocupaciones.

Abracemos esos afanes de memorias con sus recordatorios de posibles actitudes hacia la losa de otra sencilla posibilidad. No será pesada, si no queremos contemplarla como tal. Hagamos caso al amor, a los deseos de encuentros, a los segundos de glorias entre consolidaciones de unos sentimientos que han de solidificar las estructuras más endebles. Ganemos amistades cada día, y no dejemos que las cosas materiales nos oculten las trayectorias y sus motivos y criterios. Vayamos hacia esos instantes primerizos donde comprenderemos el sonido y sus virtualidades. Hemos gestado suposiciones que ya no han de hacernos daño.

Debemos llevar a cabo las finalidades que nos distrajeron en sus posturas primerizas. Hagamos que las separaciones no sean tales. No podemos asumir los cambios con las ternuras de otras eras, en las que hemos de poseer las capacidades de no quedarnos atrás. Procuremos que las cuestiones se vayan formalizando sin parada. De ocurrir hemos de avanzar lo antes posible, dando continuidad a la faena en cada nuevo amanecer. Intentemos hacer bien lo que nos puede hacer felices. La responsabilidad ha de ser el sello de hasta lo más sencillo. Respiremos la tranquilidad que necesitamos. Los sosiegos son las marcas de versiones hospitalarias que hemos de fermentar en los albores de los conocimientos comunes.

No nos definamos por lo que es premura y precipitación en la vuelta y en la evolución más sensacional. No podemos apremiarnos con lo que nos flaquea sin darle un valor cercano a lo que nos supone de verdad. Hagamos que el todo nos recuerde que la vida es, y más que será con una belleza serena, la que nos ha de llegar con el diálogo y esa impronta que emana de la misma comunicación. Intentemos soñar y vivir en paralelo en la idea de que podremos convenirnos con el suficiente equilibrio dietético-comunicativo. El latir de la comunicación nos ha de alegrar, o debe, o debemos intentarlo cuando menos, cada día de nuestras existencias que, por irrepetibles, han de protegerse y gastarse, aunque suene contradictorio. El sueño de la razón, bien llevado, puede producir mucho bien.

Juan TOMÁS FRUTOS.

sábado, 15 de mayo de 2010

La construcción comunicativa

Hagamos un gran edificio. Nos hemos de levantar cada vez que fracasemos. El intento no sólo se supone: hay que efectuarlo. La referencia es la comunicación. Con ella nos surtimos de deseos, de prevenciones, de pronósticos, de opciones más o menos claras. Gracias a ella podemos vivir mejor este día. Salgamos a la calle y digamos lo que nos complace, y procuremos que no falte de nada a los que nos rodean. Aceptemos las situaciones con el mejor de los sentidos. Apreciemos la comunicación con un deseo ferviente de compartir y de ser entre los demás. Hemos de conseguir que las implicaciones nos lleven a lo mejor y sin soledad. Utilicemos los prismáticos para sacar partido a la existencia misma.

Hagamos caso del corazón, que siempre es una buena guía. De él, como de la experiencia cotidiana, podemos aprender mucho. Hemos de vender lo intangible. El talento ha de demostrarse con relevancia oportuna. Logremos el éxito sin pedir nada a cambio. No atribuyamos victorias en el desafío permanente. Ganemos en los nuevos manantiales de sabiduría. La planificación se ha de realizar con ilusión y con demostraciones de querencias singulares. Asignemos los deseos. Hemos de conseguir que los momentos sean magníficos.

Debemos utilizar esos instrumentos que nos regala cada jornada a modo de grúa para levantar las más pesadas cargas. Digamos lo que pensamos y pensemos lo que hemos de señalar antes o después. Escapemos hacia esa finca intelectual donde podremos ser más nosotros mismos. Hemos de obtener la cosecha de una impronta de conocimientos donde los ejes han de aguantar el peso de los fracasos, que son, por otro lado, ineludibles. Procuremos aprender de cuanto nos acontece.

No nos asustemos de lo que nos viene. Juntos podemos superar cualquier envite que nos haga protagonizar eventos en los que no nos veíamos. Los matorrales de tiempos lejanos han de ser apartados. Superemos esas líneas que nos disgustaron o que nos separaron de la libertad o de los buenos sueños. Ajustemos los pronósticos con recortes de las impaciencias en las que nos engranaremos sin que sepamos muy bien lo que ocurre.

Tapemos los vacíos que no comprendemos y hagamos que todo cuanto ocurra tenga una interpretación que nos arroje la suficiente luz para marcar ese itinerario con el que hemos de aumentar las expectativas. La comunicación es, o debe ser, nuestra. Simplifiquemos los pronósticos y saquemos el beneficio de la experiencia, que siempre nos regalará los mejores frutos. Procuremos, en paralelo, no equivocarnos en las mismas cosas.

Olvidemos los equívocos, que suelen ser un lastre con el que no es posible que nos convidemos en esa vida que ha de ser simpática como base para la concordia y el buen hacer. Dialoguemos. Apelemos a las señales que nos han de dirigir con misiones compuestas de un número creciente de personas comprometidas con unas causas comunes. No vayamos ni muy deprisa, ni muy despacio, y no nos detengamos en exceso cuando las cosas no salgan en la forma apetecidas. Seguro que podemos aprender cada día y seguir analizando cuando nos sucede. Las diversiones serán las aliadas de unas docencias con las que deberemos subrayar las cuestiones más divertidas. Paremos para sacar esa agua que nos limpie el sudor de las dudas, que han de ser utilizadas para impulsos y no para mimetismos ahorradores de energías. El reto es superar los golpes y los fracasos. Capturemos el mejor afán y la más óptima alegría como resultado de una comunicación común, crecida, infinita en su planteamiento. Vivamos y procuremos estar sanos con los procesos comunicativos. Son esos elementos y procedimientos con los que nos guardamos y resguardamos. Está claro que nos dan claves y retornos, y por eso salimos adelante con efervescencia y futuro. Hagamos todo y de todo para que la construcción comunicativa sea eficiente y certera como la vida misma, que es, como se sabe, comunicación.

Juan TOMÁS FRUTOS.

viernes, 14 de mayo de 2010

Resolución de conflictos con la comunicación

Los conflictos, inevitables, tienen su punto de resolución en los procesos convergentes de la comunicación. Las exposiciones han de ser, como punto de partida, lo más claras, sencillas y eficaces que podamos mostrar. Creo que cada día podemos aprender del brillo de los primeros rayos de un sol que nos alimenta a todos. Nos debemos con una continuidad que nos ha de abrumar con unos registros fugaces. Sacaremos el mejor partido de ellos. Vayamos hacia ese tono que nos ha de procurar las texturas más fuertes. No neguemos las voluntades de esos momentos que se declararon a la fuga cuando las cosas no fueron todo lo bien que pensamos. Los inicios son complicados, pero también nos indican muchas soluciones que llegan más pronto que tarde.

Hemos asistido a una serie de presencias que nos dictan respuestas que no han de apuntar hacia ese alto en el camino que nos procurará casi todo cuando el todo no sea lo que se nos aparece en la distancia. Nos honramos con una querencia que nos dispone con mentalidades de asuntos propios que hemos de hacer compartidos fundamentalmente en los excedentes, que debemos comunicar para regalar en la medida de lo posible. Vayamos mar adentro.

No disimulemos. Hagamos lo que sea menester para procurarnos una sinceridad que nos otorgará el beneficio de la tranquilidad. Nos hemos añadido a un mundo donde las complejidades nos irán solventando las vacilaciones más diestras. Vayamos hacia ese lado donde aprenderemos de las increencias más funestas, que, sin duda, se repiten. El universo existencial es así. Nos hemos de poner a volar con una causa que será una inventiva con resultados primerizos. Vayamos a obtener un poco de sabiduría como fruto de la experiencia de ida y vuelta.

Suspendamos esas actividades que no nos procuran una resolución a los conflictos que se han ido enconando con el transcurrir de etapas que ya no controlamos como antes. Simpaticemos con los galardones de un momento que nos ha tocado como una especie de gran tesoro y fortuna. No hemos de rechazar esas mieles que nos intuyen como grandes aliados de los mismos hechos que nos justifican en sus albores y en sus postrimerías.

Hemos aplaudido la valentía de una nueva jornada, que viene apegada y supeditada al conocimiento, con el que hemos de crecer. Hemos averiguado espacios en los que nos atamos a las maniobras de unas ideologías conjuntas que no serán vencidas. No todo será parejo, ni debe serlo. Jugaremos a comprender lo que es cajón con recuerdos y con aprendizajes que presentamos como continuos. Nos ponemos a sumar, y seremos, siempre seremos, en la otra noche de unos tiempos confusos. El deseo de comunicar, y también su realidad, nos hará más felices, mucho más. No tardemos en aceptar el hecho de que la comunicación es multilateral en el intento de superar incógnitas y de aprender de todo. Procuremos, por lo tanto, que las controversias se vayan disipando a base de pura comunicación.

Juan TOMÁS FRUTOS.

jueves, 13 de mayo de 2010

Singularizar la comunicación

Planteemos, y hasta persigamos, las características de una comunicación que hemos de realizar como plena. Hagamos que sea una constante de cada día. Hemos de comunicar y sacar provecho a lo que ello implica. Reiteremos la disposición a tener las razones que nos quiten las dudas y sus asaltos con vacilaciones propias de cansadas operaciones de maquillajes irreconocibles. Podemos vivir un progreso que nos haga eternos. No permitamos que la esterilización nos conduzca por afanes de destellos suculentos, certeros, hechos a la medida de todas las cosas. Nos hemos de disponer con un criterio de aciertos dotados de unas enmiendas tras los posibles errores. Tomemos en consideración lo que acontece y saquemos partido incluso de lo que no sale o no se produce a la primera oportunidad que tenemos.

Sonriamos ante los pasos que avisan de las cautelas con unas promesas que haremos nuestras con el devenir de una simpatía que hemos de presentar a modo de un poco de todos. Nos hemos de procurar ecos que nos atraigan hacia la memoria que es emoción creciente y con preferencias normalizadas. Estás ahí cada día, y cada día te veo con el instante aterrador y a la fuga que se llama amor desgranado, desmenuzado, no hecho realidad. Los lamentos no sirven.

Hagamos caso a los que nos dicta o sugiere el corazón, que se ha de apropiar de los espacios que nos diferencian de los comentarios que han de ser elocuentes y favorecedores de una realidad de muchas caras. El poliedro existencial nos brinda registros de lo que pudo ser aprendizaje y, sin embargo, se quedó en una cara oculta. Las prevenciones, como los galardones más o menos merecidos, nos distancian de las soluciones. Deberíamos enfocar la realidad desde la singular premisa de que la vida sólo se transita una vez, al menos sólo una vez desde la voluntad de una dinámica para mejor en la que podamos ayudar al otro. Hablamos de ocasiones, escasas ellas.

Nos hemos de imponer una determinada disciplina con la que animarnos a estar en otra vertiente un poco más fructífera. Los universales han de singularizarse en una promesa con raíces fuertes. Nos debemos enganchar a las oportunidades de quienes siguen adelante con una destreza de predicamentos afortunados por el hecho de tener unos ojos que miran con el deseo de dar con la verdad de un cariño que nos pertenece por derecho, por el tiempo que le dedicamos, por las energías que empleamos ciertamente.

Hemos convenido que todo irá tranquilo, y en la calma de la noche, precisamente, nos pensamos mientras huimos no sé bien dónde, ni tampoco nos planteamos el porqué. Has convencido a tu interior de algo efímero que luego echarás en falta. Debes, como debo, aprender de los silencios. Los tiempos nunca juegan a favor cuando dejamos algo sustancial en mitad de su mismo desarrollo. Apliquemos templanza, prudencia, inteligencia y bondad en todos nuestros actos. La cosecha nos la dará el sueño plácido que nos venga tras cada actuación, que hemos de manifestar como comunicativa. Continuemos la labor de otros en la búsqueda de un conocimiento sin parones, pero sí con mucho detenimiento. La pretensión ha de ser singular y colectiva, señalando lo mejor de ambos perfiles, y siempre en aras de la propia comunicación.

Juan TOMÁS FRUTOS.

miércoles, 12 de mayo de 2010

Impulsar la comunicación

Cada día hay que impulsar los procesos comunicativos y sus aspectos sustanciales. No debemos parar en ello. No olvidemos tampoco que la credibilidad es el sostén de una razonable y buena comunicación. Hemos de pugnar por ella. No nos cansemos de hacer las cosas de la mejor manera posible. Nos debemos el intento desde la voluntad y hasta con afán de sacrificio. Hagamos caso a nuestro corazón con ese aire fresco que nos invite a tomar en consideración todo cuanto ocurra, lo que sea, lo que nos llegue con el predominio de una emoción que hemos de hacer sincera. Aceptemos cuanto nos envuelve con un fino manto que nos ha de abrigar ante las tormentas que se reiteran y que nos hacen dudar acerca de cuanto ocurre. Es bueno que estemos siempre empezando. Nos hemos de apuntar al aprendizaje continuo.

Nos detenemos en esa amistad que nos corrige entre cambios con instituciones que nos han de medir el paso con una grandilocuencia que nos podrá promover hacia ese ideal con el que nos dedicaremos a aprender de todo y de todos. No siempre vienen las cosas como queremos, pero, en todo caso, podemos y debemos elegir. Nos hemos de sumar a las creencias con volúmenes en positivo. Nos hemos de plantear un crecimiento coherente y paciente.

Hagamos que los sones nos marquen la trayectoria para ser más nosotros mismos con esa aureola que nos ha de impulsar hacia ese momento de gloria donde la docencia será una escena decantada hacia la memoria más nueva. Nos hemos de corresponder con todo lo que hacemos y con la idea de que las complicaciones nos animen a corregir algunas inserciones de preferencias hacia esa actitud donde nos pondremos manos a la obra y saldremos adelante estupendamente. Los ejemplos existen a miles.

Tengamos la fiesta en paz con los fines en los que nos movemos día tras día. Hemos de preferir que las cosas salgan, aunque vayan despacio, a esperar el momento más oportuno, que difícilmente llega. Olvidemos imposturas y hagamos lo que sea menester para aprestarnos a la marcha. Es cuestión de iniciarnos en ella. Hemos de elegir las creencias con el deseo de superar y de sortear obstáculos. No hemos de fallar en las actuales circunstancias. Tenemos todo para ser felices, para abundar en los pronósticos con las garantías de intentar mejorar una y otra vez. Apostemos por compartir.

Aprovechemos la etapa reina que nos toca vivir. Protagonicemos los mejores esfuerzos con el más diestro de los empeños. Hemos de creer en los cambios desde los mismos orígenes. Hagamos que el sonido nos proponga hacia esa sensación que nos preferirá con vivencias honrosas y honradas. Nos hemos de poner en ese lado de la amistad que nos insertará en los cautivos destellos de lo que es y de lo que será con el paso de un tiempo que consideraremos inmóvil y que hoy vemos con más disposición a no detenernos. Las opciones de ser persona se ganan cada día con lo que realizamos, con lo que se declara presente, con lo que nos regala fuerza y credibilidad. Avancemos con la comunicación. Ahí estamos. Lo lógico es que vayamos poco a poco en ese sentido, con el objetivo manifiesto de que todos nos subamos a esa nave. La existencia debe ser construida sobre la base comunicativa del intercambio de sentimientos y de raciocinio. Fomentemos, por favor, ese proceso.

Juan TOMÁS FRUTOS.

martes, 11 de mayo de 2010

Preparados para comunicar

Estemos atentos para no perder las razones y las posibilidades de mejoras comunicativas. Pidamos que suene la música de la comunicación, y hagamos que las buenas vibraciones funcionen. Alcemos con más frecuencia la memoria que no es flexible, que no toma lo mejor de la experiencia utilizando las voces de lo que fue, de lo que nos sucedió, de lo que nos otorgó posibilidades más o menos aprovechadas. Busquemos lo mejor de ella. Sumemos ante las turbulencias que han de superarse con las motivaciones más desgranadas. Hemos de aprender de lo que nos acontece. No permitamos que las vidas pasen sin existencias plenas. Nos hemos de endulzar con la voluntad de quienes nos rodean. Los hemos de motivar para que nos sintamos como puros compañeros de ese viaje en el que lo primero es aprender y luego enseñar.

Debemos prepararnos ante los que ocurrirá, que estará participado de lo esperable y de lo que no lo es. Nos hemos de imponer ante las valentías que nos dejan sin tener en consideración lo que se esparce sin un orden determinado. Nos hemos de hablar con impresiones que nos han de aupar a esa cresta donde divisaremos lo que nos conviene, lo que nos hará preguntar sin dudas invencibles. Nos hemos de aplicar ante cuentos que no hemos comprendido hasta ahora.

No vacilemos ante el ocaso que se producirá a la hora no convenida. Hemos de proponernos algunas caricias novedosas, de ésas que nos obligarán a retomar esos asuntos que nos darán luz y brillo con expresiones variopintas, de las que hemos de recoger los mejores frutos. Todo existe con una valentía de nortes sin preocupaciones. Hemos de imponernos unas autoridades con las que nos moveremos hacia el anhelo más sorprendente. Hagamos caso a esos corazones que nos vienen con una divisa que será rescate con tesoros espirituales.

Echaremos de menos las costumbres y las alegrías de esos pequeños momentos de un crecimiento que nos engatusó y que nos gustó con unas sorprendentes dichas que nos enlazarán con los inicios de elucubraciones surgidas de vanguardias siderales. Hemos de tomar el avión de los sueños que nos conectarán con comunicaciones casi perfectas. Hagamos que las etapas de la permisividad nos impliquen en solventes conspiraciones para ser, todos/as, más solidarios de verdad. Hemos reseñado ese argumento con el que nos dimos un tono más que comprensible, y, en todo caso, el timbre adecuado para no quedarnos en el vacío.

Superemos esas marchas que no tienen ese solfeo iniciático con el que solventaremos los obstáculos de quienes no creen en lo que nos hará surcar los océanos de varias metodologías sin dueños. No hemos de fijarnos en los fallos, sino en esos nimios éxitos que nos sanarán con sus sorprendentes pensamientos. No oprimamos las causas que han de regalarnos esos oídos que nos sacarán de las presencias indelebles que tomarán realidad en cuanto creamos en esos sueños que hoy, como ayer, funcionan porque comunicamos con ellos, a través de ellos. La vida es ilusión, más con ella y por ella que con la actitud contraria, esto es, ignorando que con entusiasmo somos capaces de superar lo más altos obstáculos. Procuremos un eterno intento de ser entre voluntades compartidas. Generemos empatías y buenos fines: estemos, en definitiva, preparados para comunicar.

Juan TOMÁS FRUTOS.

lunes, 10 de mayo de 2010

Pletóricos de comunicación

El quehacer comunicativo es, o debe ser, persistente. Hagamos que el tono sea de búsqueda de la plenitud. La comunicación bien entendida y atendida es una ceremonia pura de solidaridad, pues con ella engarzamos con los demás. Con el proceso comunicativo nos vemos en ese pasado que hoy es presente, y presumimos con esa nueva emoción que distingue en el impreciso momento de una fuerza que nos señala el camino que podríamos seguir si las cosas fueran de otra manera. Nos hemos puesto en ese lugar que nos dificulta el paso. Todo será superado. Estoy convencido de que como siempre, juntos, podremos asumir los cambios que tan bien nos vendrán con la resolución de tantas dudas en paralelo. Hemos de aspirar el aire y los oficios, buenos ellos, de nuestros ancestros.

Advertimos premisas que nos condicionarán para mejor. Nos miramos y caemos en la cuenta en la repetida cara de esa evolución que todo lo define con otro sesgo, con la emoción de una contemplativa asunción de los compromisos que podríamos llamar universales. La solidaridad nos sacará de ese fuego frío que es el silencio. Nos hemos colado ahora en ese origen que nos devuelve a los planes con los que partimos para vivir más halagos y preámbulos que serán fuentes y puntos de toda partida. El fin es común, y debemos insistir en ello.

Hablamos un idioma que no siempre comprendemos. Nos hemos presentado en ese instante de pensamientos rotos por el destino. Nos cuajamos de palabras que nos aclaran lo que es deseo y poco más. Debemos ascender para ser menos importantes. Nos sentimos en ese nuevo estadio donde los aspectos superficiales no son lo más relevante. Demos crédito a los corazones, y volemos sin mirar atrás. Puede que lleguemos a vernos. La vida es un poco más de lo que definimos. Hemos abierto algunos estuches donde guardábamos prevenciones que, encerradas, siempre han resultado inútiles. Postulemos por mudanzas gratificantes.

Pasemos a ver lo que nos sucede, y digamos por qué nos sentimos tan pletóricos. Hemos aburrido esos segundos que nos parecieron eternos en otras etapas que ya no consultamos. No indagamos. Deberemos hacer las cosas de otra guisa. Hemos presentido que las caricias pueden ser sanadoras de tanta indefinición, desdicha y soledad. Los malévolos aspectos ya no serán interpretados. Hagamos que las cuitas se queden en nimiedades. Juntemos las piezas y hagamos que todo surja con gran alegría.

Miremos por esa rendija que nos provoca ansias de libertad, y puede que mucho más. Hemos comprendido que los mensajes tienen muchas voluntades, y que todas encierran causas con efectos de toda índole. Gestemos movimientos en positivo que nos consulten experiencias y que nos hagan recopilar una serie de intenciones que, exprimidas en sus óptimas esencias, nos repongan de algunas caídas que nos eliminen las dudas, que incrementen las sorpresas y que nos hagan que las novedades moderadas superen los envites existenciales, así como las carencias de estímulos para llevarlos a cabo. Podemos vivir más y mejor con diálogo. La solidaridad comunicativa es ese talismán que nos procura buen ánimo, felicidad y estupendos resultados. No olvidemos que acabamos bien cuando empezamos con la actitud de que todo funcionará maravillosamente. Esa percepción es básica.

Juan TOMÁS FRUTOS.

viernes, 7 de mayo de 2010

Comunicación y desarrollos posibles

La evolución individual y societaria viene de la mano del conocimiento, del proceso que permite tenerlo, conservarlo y fomentarlo. Está claro que la comunicación supone un trasiego de circunstancias, de hechos, de interpretaciones, de informaciones en definitiva, que hemos de optimizar. No sé dónde quedan las reservas de aquellos cumplimientos que nos guardaron de algunas dudas. Hay que sacar toda la ilusión posible a la comunicación. Nos regalamos cada día, en el intercambio informativo, pormenores que nos previnieron de elementos que fueron paseos en las nuevas situaciones que podrían exponer lo que somos, lo deseable, lo más agradable. Nos mostramos con fundamentos, gracias a la comunicación, que nos insisten en obligaciones que fueron implementos de necesidades. Malgastamos mucho tiempo. No sé si la vida es siempre como parece, pero sí que debemos afanarnos por su mejora constante. La conversión al diálogo, si no lo practicamos, es la máxima que hemos de definir. Perfilemos luces ante las sombras de la narración no practicada o inacabada.

No sé por dónde queda la salida. Sí digo que los movimientos nos han de centrar con recortes de necesarias prioridades. Iremos a contarnos cuestiones que serán responsabilidades con blandas caricias. Nos daremos más posibilidades. Hemos acudido a otras señales. Las jornadas pasan con inicios de etapas que serán parte de protagonismos extraños. Nos hemos puesto en ese hueco donde consentimos representaciones novísimas. La solución a los conflictos siempre existe, como para ello ha de darse la voluntad firme. Las enmiendas precisan de deseo para que fragüen.

Comprender es vivir, y vivir es entender que todo es necesario para que el mundo se interprete de la forma más adecuada. Debemos llegar a aprender desde la consciencia de una existencia multicolor, con variables, con mejoras, con intenciones y desarrollos posibles en los cuales hemos de creer con certeza y posición sin dominios. Nos debemos emparentar con las causas que son formas entre normativas de obligado cumplimiento. Mandemos el amor para subsanar y curar el dolor. Nos hemos de maravillar con lo que ocurre, que ha de servir de auspicio ante lo que nos rodea.
Aglutinemos esfuerzos. Hemos de hacer acopio de lo que nos complace y surgir ante los efectos de quienes van y vienen con una soltura propia de las consumaciones más creíbles. Nos hemos dicho mucho, y más que nos glosaremos con el transcurrir de ciertos tiempos que serán empáticos. Hagamos caso a la vida misma con sus fines más o menos solubles. Nos hemos de maravillar. Surgen causas y efectos con ese retardo que podría ser maravilloso si lo utilizáramos para obtener más tiempo con el que seguir ese deambular sin ideas aparcadas o preconcebidas.
Las sensaciones nos han de hacer vivir en ese trasiego que nos pone y dispone con acuerdos salubres y nada sesgados. La base para esa dicha comunicativa que tanto intentamos consolidar está en perseguir y mantener toda la soltura de la que seamos capaces en el intento de dar con respuestas y de aprender a hacer preguntas, varias preguntas, todas la posibles. La postura parece coherente, y, como tal, hay que mejorarla. No tengamos reparo en comunicar. De todo este ir y venir de acontecimientos, opiniones y deseos podemos y debemos aprender, y seguro que ello nos hará más felices, como así es. De ahí que hagamos reiteradamente una firme defensa de todo lo que es comunicación. El desarrollo societario, a la vez que el de cada cual, precisa de la experiencia y del atrevimiento que nos vienen en comandita con el propio intercambio comunicativo.

Juan TOMÁS FRUTOS.

jueves, 6 de mayo de 2010

Por la solvencia comunicativa

La comunicación sana, engrandece, contribuye a un mundo mejor y nos hace, o debe conseguir, si la formulamos bien, que seamos mucho más felices. Podemos mejorar cada día. Interpretemos que esto es incluso un deber mágico y hermoso, y mucho más si hablamos de comunicación. Nos llenamos de agradecimientos con los que ofrecer una realidad más constructiva, más ágil, más complementaria de los excesos o los defectos en los que nos hallamos. Hemos de girar en el mejor de los sentidos y con los sentimientos puestos en el espejo de la sociedad, que nos espera con extraordinarios afanes, en la idea de darnos una ocasión nunca perdida. Nos hemos de empujar hacia los tesones claves, hacia ese escenario en el que nos perdemos con litigios de preferencias incrustadas en varios episodios de levedad y de cariz variopinto.

La comunicación es ese sostén ante todo lo que ocurre, que nos versiona la realidad con un distingo de pasatiempos edificantes, con los que hemos de aventurarnos en la memoria fortalecida y no frágil. Hemos de apostar por un espectáculo de equilibrios racionales, donde nos podamos ver con una verificación de intereses y objetivos. Podemos sentarnos en una nueva comunicación, que será lo que deseemos entre todos. Amoldemos fines y estupendos pronósticos.

Apostemos por la convención y seamos todo lo sensatos que podamos en la pretensión de que juntos podemos llegar un poco más a la esfera en la que nos atendemos con requisitos que nos harán profundizar en la escuela y en los deberes de apostar, o de poder hacerlo, por el sentido común que, a menudo, es el menos común de aquellos intereses intelectuales en los que nos queremos enfrascar. Hemos aterrizado en las creencias en las que sumaremos para prestarnos un valor añadido. No anidemos en campos sin búsqueda de logros compartidos.

El deambular humano ha de recoger todos los logros que pueda, en la medida que sea posible, haciendo el bien, procurando adecuar los contextos y explicarlos. No intentemos hacer lo que no es consensuado, y, si lo hacemos, no partamos de hechos sin explicarlos previamente. No hay nada sabido “a priori”, o no debe haberlo. El conocimiento ha de ser la grandeza con la que ir incrementando las dosis de interconexión y de mudanza. La sociedad ha de avanzar.

Confiemos las cifras de ilusión y de creencia en la empatía, en la evolución, en las sugerentes dichas que nos rodean, con un conformismo que nos ha de inundar de preferencias y de superiores consideraciones con las que aunar todos los esfuerzos, que han de buscar como motivo las implicaciones más provechosas, que nos han de anegar, igualmente, de superaciones. El optimismo nos ayuda, y mucho, para progresar. No nos ciñamos a las preguntas que nos hacen otros. Formulemos las propias con el fin de aprender, de que otros aprendan y de que las cuestiones sean obra de todos, así como las oportunas solvencias. Claro que podemos comunicar más y mejor. El intento se espera cada día. El beneficio de la comunicación, de ese maravilloso proceso, de sus claves más o menos implícitas o explícitas, está en nuestras manos, en nuestros comportamientos, en nuestras mentes. La dicha es un proceso dinámico y constante que hemos de trabajar sin pausa. La comunicación es su máxima impulsora.

Juan TOMÁS FRUTOS.

miércoles, 5 de mayo de 2010

Comunicación integral

El proceso de intercambio de informaciones ha de ser lo más integrador que podamos. La comunicación ha de transmitirse en todos los sentidos y direcciones, procurando que llegue a cuantos más mejor. Aceptamos ese festival de causas ganadas a las sensaciones que intermedian con un poco de reflejos variados. Las idas y venidas nos conducen por razones que nos olvidan en esos momentos en los que debemos aprender de todo y por todo. No paremos en las vaguadas y sigamos hacia esas cimas donde podemos ver el compendio de actitudes y de pensamientos floridos en una primavera de verdades relativas. No permitamos que las complicaciones nos ganen más de la cuenta. La versión de la vida está en función de cómo la queremos sentir.

Nos debemos poner en ese lado donde las misiones se convierten en posibles gracias a que creemos en lo que hacemos. No aceptemos el no por respuesta y sigamos ese camino que nos ha de proponer el brillo como la gran ola que nos bañará con sus múltiples funciones. La permisividad no siempre nos puede ayudar. Hagamos del tono del corazón la mejor de las conductas. Podemos razonar acerca de lo que nos viene con una visibilidad que nos promete arreglos en buena sintonía.

Emitamos esos juicios que nos pueden proponer esas determinaciones que nos complacen en sus formas y en el ejercicio más idealista. No secuenciemos todo, no clasifiquemos los sentimientos en todas sus exposiciones o, de lo contrario, cometeremos el probable error de no tener la suficiente libertad para amar y ser amados desde el concepto más platónico e intelectual posible. Uno aprende de los demás, y muestra de esa guisa intencionalidad y maestría, al tiempo que estimación respecto de los otros. Cuando tenemos en cuenta lo que señala el prójimo lo hacemos, paralelamente, más cercano.

Lo que funciona en todo ello es claramente la comunicación, un proceso que posee muchos vectores y movimientos y que fluye en todas las direcciones. Prestemos la máxima atención a lo que realizamos. Generemos un poco de debate. Seguramente daremos con aditivos que nos permitirán consolidar una grandeza de conocimientos que lo serán por solidarios y compartidos. Ordenemos los excesos para compensar donde haga falta. Los estudios han de ser la base de la validez con la que iremos construyendo motivaciones e ilusiones cargadas de confianza. La inmediatez ha de ser fruto del cariño.

Comprobemos a lo largo de la historia vital lo que nos regala garantías de una comunicación integral, dispuesta con implicaciones y consultas de permanente reciclaje. Hemos de estar siempre dispuestos a construir la realidad que nos distingue como voluntarios para una mejora que es, o debe ser, divisa universal. La comunicación de partida es clave y la apertura de miras también. Si tenemos en cuenta todos los ámbitos, seguro que concluiremos mejores respuestas, y todos, sí, todos, aprenderemos más. La existencia humana es contemplación de las variopintas opiniones que se pueden dar, siempre bajo la premisa del respeto y la educación.

Juan TOMÁS FRUTOS.

martes, 4 de mayo de 2010

La cosecha del intercambio comunicativo en Internet

Procuremos obtener frutos de la cosecha diaria que proviene de nuestro acontecer y de nuestro vivir. Los inventos y evoluciones que rodean ese paradigma que es Internet, o que debe ser, nos han de servir para mejorar los intercambios de mensajes de todo género, así como todo tipo de reflexiones. Nos referimos a esa convergencia de modos y modelos comunicativos que es Internet. La base, en teoría, y en la práctica de las Nuevas Tecnologías, está en la interactividad, en la interacción, en la posibilidad de ejercer de emisores y de receptores en tiempo real, con la oportuna retroinformación o retroalimentación y con la consabida y conveniente actuación posterior a todo chequeo del proceso comunicativo como constante mejorable. Debe haber un perenne propósito de mejora.
Nos recordaba MacLuhan que el medio es el mensaje, y lo es; y con los nuevos recursos más, incluso con una mayor dependencia en la confección de ese bien que es la información de los mismos procedimientos mecánicos. La dependencia en esta prisa permanente hace que los canales de suministro de señales, de manejo de fuentes de energía y de ponderación de programas y de su uso, etc., condicionen la existencia de los medios, de sus mensajes y de los profesionales.
Es cierto, como se suele repetir, que los inventos, los nuevos fenómenos sociológicos, asociados a los mecanismos emergentes, a las nuevas tecnologías, a sus implantaciones, a sus programas y a tantos nuevos hábitos, no son ni buenos ni malos a priori. Dependen sus resultados de los propósitos que les imprimamos. Por lo tanto, no podemos asistir impasibles a un crecimiento infinitesimal sin, cuando menos, dar nuestra visión y nuestra opinión acerca de lo que está ocurriendo. La ética, la responsabilidad y la aplicación de una cierta deontología han de ser premisas básicas a tener en cuenta.
Por supuesto, que las tendencias, los fines, las consideraciones en definitiva, han de ser y estar consensuadas. La cultura del pacto, del acuerdo, siempre ha dado buenos jugos, buenos resultados, cuando ha estado presidida por un respeto claro y por las buenas intenciones. Las ancestrales funciones de informar, formar y entretener han de estar en el frontispicio de la actividad de los medios que convergen en Internet, como siempre ha sido y como aún se sigue demandando. La ponderación de los derechos y de los eventos son otros baluartes necesarios.
Busquemos, igualmente, y aquí los foros de debate y de discusión son grandes cimientos, que la mejora sea constante. Debemos implementar las técnicas de comunicación, y hemos de procurar que haya un equilibrio entre el ser humano y la técnica. La mesura y la equidad siempre ayudan a entender y a contextualizar lo que ocurre y por qué. Los fines educativos tienen como sustentos ineludibles el afán y la voluntad de aprendizaje que hemos de fomentar en el uso de las Nuevas Tecnologías. Además, no debemos abusar de ellas hasta el punto de que olvidemos que el ser humano ha de ser la referencia como eje transversal de partida en todo este panorama. Lo bueno es que se trata de un universo abierto en el que, con seguridad, aprenderemos de nuestros errores. Vivamos cada día la cosecha comunicativa en la determinación de ir mejorando con constancia. El objetivo primordial ha de ser el intercambio de sentimientos y de emociones, en justo equilibrio, como hemos señalado, con el raciocinio. Los campos abonados en los que nos movemos han de permitirnos un flujo de información de ida y vuelta, y, claro, siempre regreso al mismo comienzo.

Juan TOMÁS FRUTOS.

Comunicación salubre

La comunicación sana, y lo hace en todos los planos: el espiritual, el físico, el anímico, el intelectual… Vayamos sin pausa, y sin prisa. Todo llega a su tiempo si ponemos los medios y tenemos la intención oportuna. Hay motivos para la celebración, pero los queremos contener para que no parezca que no somos capaces de superar la sensación de orfandad con vientos de variada índole. Nos socorremos ante la memoria, ante su carencia, en la entrega más absoluta, y nos decimos que las claves han de responder a las destrezas comunicativas acompañadas de buenos criterios. Salgamos del caparazón y cuidemos y sanemos las heridas, que, por desgracia, se suceden y se hacen fuertes. Nosotros, con buena comunicación, también debemos serlo.

Nos hemos de adiestrar en las voluntades más sensacionales, en los momentos más complejos, en las creencias de sistemas que se han de basar en las realidades que lideran los aspectos más sensacionales. Nos debemos prestar atención. No neguemos la realidad: si lo hacemos, podremos tener problemas de identidad. Nos mandaremos de principio a fin a esa memoria que ha de saber qué hacer en cada momento. Las interioridades nos rodean con sus imágenes más bonitas. Hemos de seguir.

Nos deberíamos preñar de intereses subjetivos y nada materiales, que son los que procuran el avance gozoso de la sociedad en perfiles comanditarios. No nos ceguemos con materias y con presunciones de cálculos y de ganancias que van y vienen con sus relativos resultados. No todo se cosecha al mismo tiempo. Hagamos que las voluntades triunfen sin que el cariz sea esa búsqueda alada por sendas que no advertimos. No podemos sellar las cansadas preferencias en tiempos de suculentas dichas.

Debemos hacer caso a nuestros momentos más íntimos, esos en los que la cercanía ha de avisar con graduaciones que nos han de agasajar con versiones relativas. No nos cansemos. Hemos de mirar con inclinaciones que relativicen todo en las intenciones y en los modelos de desarrollo. No nos insinuemos que las cosas no tienen arreglo, que sí lo tienen. No todo es el finalizar al cien por cien. La vida, toda ella, precisa tiempo, y eso es lo que no nos debe faltar ahora.

El consejo es la templanza, que no tengamos premura. Llegaremos cuando sea menester y procurando que las circunstancias sean las mejores. Lo serán ahora, como antes, como siempre. No nos rompamos, que hemos de ser fuertes ante todo lo que acontece, que no siempre es de la guisa que ponderamos, aguardamos y fomentamos. Hemos de resistir los golpes que nos regalan las condiciones existenciales. Las cosechas comunicativas, sus mejores flores, las más perfumadas y sugerentes, llegarán en cualquier momento. Aguardemos que ocurra. Así será, y para ello tengamos como referente que la prisa no es buena. Tampoco debemos esperar ni ralentizarnos en exceso. Ni una cosa ni la otra. Defendamos una comunicación salubre, inquieta, conformada con todos los perfiles periciales que podamos. Nos ennoblecerá y nos enriquecerá de puro contento.

Juan TOMÁS FRUTOS.

lunes, 3 de mayo de 2010

Todos los días, deberes comunicativos

Hagamos que lo que nos conviene sea un deber diario. Hemos de comprometernos sin obligaciones a ello. Hoy es un día de pasos intermedios, de vinculaciones claras en los instantes más centrados. Me agrada lo que dices, y eso hace que funcione la comunicación entre todos. Es un arte, el tuyo, que convierto el mío con el regocijo de una verdad que nos permite respirar y aunarnos ante un destino que haremos de los dos, con realismo, con versiones subjetivas incluso. No ha de faltarnos ese motivo con el que sentirnos plenos y cercanos. No debemos fallarnos ahora, ni antes, ni nunca jamás. Hagamos caso a lo que nos sucede, a lo que vemos en los demás. Los tantos han de ser comunes.

El divertimento y las buenas maneras son objetos de nuestras atenciones, que han de sugerir llamadas con sus oportunos tonos. Hemos de agasajarnos con presencias y sin premuras. Nos hemos de poner los deberes de entendernos sin caer en el conformismo sencillo. Debemos tomar en serio todo lo que nos toca vivir con el fin de recoger las mejores mieles. No caigamos en un éxito sin base ni tampoco nos ofusquemos en la larga espera.

Contemos hasta dar con los avisos de lo que nos comunica sensaciones tan nuevas como repetidas. Hagamos que la bondad nos dirija el instante de pura pasión que nos alimente con refuerzos de anteriores felicidades. Hemos de consolidar lo que nos permite ser en la travesura que nos dispone comprensiones con números que nos toca perder. Refiramos las consideraciones que nos dan diversas versiones, todas ellas convertidas en complementos y alternativas de lo que nos puede construir como personas.

Nos amarramos a las implicaciones de un mundo que nos sorprende con unos resultados que se nos irán de las manos mientras nos digamos ese sí que nos infundirá resoluciones a las cuestiones que nos hemos planteado interiormente. Comentemos, indiquemos, hablemos y seamos en la trayectoria de un debate acorde, no menguado, presto a que las cosas vayan a su ritmo, esto es, bien, todo lo bien que podamos. No seamos intranquilos, que todo llegará en la medida que seamos capaces de defendernos.

Los ingenios nos previenen de las resoluciones de conflictos innecesarios, que han de ser vacunados con la comunicación previa y constante. Superemos cualquier vicisitud, cualquier controversia, con la conformidad de unos momentos donde los diálogos han de ser la base. No neguemos esos esfuerzos que tanto nos dijeron y nos dieron. Hemos de estar a bordo de las fortunas con las que hemos de ganar en el primer y último momento sin desear estar por delante de nadie. La proyección ha de ser considerablemente societaria. En la conjunción están los mejores resultados. Tanteemos. Seguro que nos ubicaremos en zonas medias donde será mucho más sencillo el poder escucharnos y atendernos. Cada jornada ha de brillar con luz propia. Hagamos caso a lo que nos llega y generemos respuestas. En ellas habrá mucha satisfacción, más de la sembrada.

Juan TOMÁS FRUTOS.

sábado, 1 de mayo de 2010

El destino comunicativo

Tenemos muchos fines y finalidades. El relatar lo que nos envuelve y sucede sería uno entre muchos. Así, uno de los procesos que más ayudan a la salubridad en las relaciones interpersonales es la comunicación. Con ella, prestamos un poco de socorro a nuestros cuerpos, que se anudan en la victoria, que no es grande, pero que se muestra con sus mejores galas. Hemos asistido a las versiones más ineficaces de unas diestras categorías que nos hablan de mansas actitudes que nos insisten con la paz más brillante. Hemos gozado con todo lo que poseemos, que no es demasiado, pero que se basa en la sencillez de lo estimado, de lo que obtiene una resolución ante los conflictos que se suceden. No permitamos que la eficacia y el cansancio imperen en el día de mañana. Fluyen más miradas, y eso es bueno.

Nos damos unas ocasiones maravillosas que en adelante nos gustan con implicaciones de regalos sucedidos con un suculento manjar que es textura en lo subjetivo. Iremos para no dar con la batalla que otros prefieren ganar con una respuesta que resopla. Nos salen por el camino problemas que hemos de solventar. La vida es una sucesión de obstáculos, y hasta es bueno que así sea, pues de ellos aprendemos. No malgastemos las fuerzas. Hemos de aprender que no todo es como parece. Signifiquemos las destrezas que se desarrollan inapropiadamente.

Las diversiones plastifican las olvidadas planificaciones que nos supusieron una dirección y otra, y puede que muchas más de las que podemos enumerar. Sucumbimos ante las carencias de dichas que nos proponen asumir algunos cambios, que nos pueden con sus infortunios temporales, pero no olvidemos que en el medio plazo podremos ganar. Nos hemos de poner a aletear con el suficiente garbo. La maestría ha de ser de todos y cada uno de nosotros.

No perdamos las emociones que nos ofrecieron los frutos de un destino que nos agasajará con las memorias más suculentas. Pidamos que los nortes sean las emotivas superioridades de unas silentes apuestas que, a partir de ahora, y todos juntos, hemos de ganar. Nos hemos de mostrar tal y como somos y con una rueda de molino al viento. La energía aguarda para ser utilizada en el bien y por el bien de todos y cada uno. No debe faltar nadie. Convenzamos con comunicación. Deberíamos hacernos caso. Es bueno que demos con esa base natural que nos construye como sociedad.

Busquemos en la memoria lo que habría de regalarnos un acicate para aproximarnos a ese lugar donde seremos escuderos de una promesa que llamamos amistad. Los dones de otras etapas han de llevarnos a un instante de presencia constante y con el trámite de la buena relación, que aplicará los lances de aquellos que dijeron ser y no fueron en ese momento. No descartemos ese futuro más o menos cercano, que podemos confiarnos con la señera belleza de un nuevo retablo donde representaremos la felicidad y luego un poco de serenidad comunicativa, que será el preámbulo de cuanto está por ocurrir. Pongamos manos a la obra y dialoguemos sobre lo que ha sido y acerca de lo que nos gustaría que fuera. Es, la comunicación, como decimos, socorrida, necesaria y efectiva en todos los órdenes. Nos aguarda como destino individual y universal. Contemos sin parar.

Juan TOMÁS FRUTOS.