sábado, 31 de octubre de 2009

Consideraciones sobre la pérdida del trabajo

El choque ha sido brutal, un auténtico mazazo. Además, nos hace perder credibilidad día tras día. Nadie pensó que iba a ser tan fuerte y tan duro. Había previsiones y estadísticas, pero con ellas no se aprende. Algunos de mis amigos no entienden lo que está pasando. Yo tampoco lo comprendo. Llevan varios meses, uno de ellos, más de un año, en el maldito paro, en el desempleo total, en el hastío de la cordura, en el ocio permanente y que trunca esperanzas, en el amasijo de desesperanza que ha construido un mundo que dijo sostenerse sobre la productividad como base de continuidad y de futuro, y luego resulta que no ha sido, que no es, así.

Algo ha fallado, o todo ha fracasado. El universo de intenciones se ha quedado en un volver a empezar, que es regresar a la nada, pues el punto de partida, desde el conocimiento de lo que está aconteciendo, se colma de descontento, de infelicidad, de falta de respeto a quienes han dado los mejores años de su vida para formarse, para aprender, para compartir… De momento, la nada se ciñe sobre sus cabezas, y sobre sus espíritus.

Y ahora se presenta el maldito paro, ese desempleo que reparte manos caídas y voces silentes que no alcanzan donde deberían ser oídas, y, si llegan, si son percibidas, no son tenidas en cuenta, que es lo peor. Dijimos que el trabajar era lo más importante para el sistema, que la calidad era el frontispicio de la actividad diaria, que el modelo de transformación en esta modernidad nuestra nos abocaría, nos abocaba, al éxito absoluto: estábamos ante la panacea del crecimiento. Para algunos queridos amigos y amigas no ha sido de esta guisa.

Tanto trabajo nos condujo a su mera ausencia. Ahora nos queda esperar, confiar en los otros, pero todo parece indicar que la fe ha caído, y no hablo de una cuestión religiosa, sino de la fe en lo que pueda venir de bueno, en lo que pueda acompañarnos, en lo que nos pueda procurar la dicha de ser y de estar… Cunde la desesperanza, y, como en las “Dos Torres” hemos de decir que la esperanza es lo último que se pierde, pues siempre hay un resquicio de ella. Sin embargo, estas palabras no tienen sentido hoy para mis estimados y estimadas personas de bien.

Por desgracia, cuando miro a mis amigos, veo pocos destellos en sus ojos, no advierto la valentía de antaño. ¡Recuerdo tanto coraje en sus retinas! Ya no experimentan el valor añadido en sus vidas que tenían cuando les conocí. Ahora no laboran, y nadie mide ni reconoce su esfuerzo, y eso duele, como me duele a mí cuando contemplo su cansancio, su carencia de espíritu en el porvenir, que no viene cargado de sonrisas y de buenos momentos. Los hubo. Se suceden, en esta etapa de sus existencias, unos conformismos grises que aguardan que otros hagan lo que a ellos no se les permite. Contemplan el horizonte en pos de milagros de diverso calado.

Les dijeron que eran fundamentales para la sociedad, les vanagloriaron con pensamientos floridos acerca de sus fines y propósitos, les recalcaron el bien que hacían, pero les mintieron. Ahora están desempleados y, aunque les citan a menudo, lo real es que el sistema no les echa de menos, pues es un modelo nada modélico que quiere alimentar su locura de seguir ganando dinero. No sabemos para qué tanto crecimiento desproporcionado.

Yo hoy sí les digo que les echo de menos, y, como yo, tanto amigos y conocidos. Seguiremos trabajando para que volváis a laborar codo con codo, a nuestro lado, y nosotros al vuestro. Únicamente así seguiremos aprendiendo: sólo de esta manera volveremos a ser personas. No olvidemos que el supuesto fracaso de ellos y de ellas es el auténtico fracaso de todos en general. Esa impotencia nos pasará, antes o después, una amarga factura. Repito que no entiendo nada, que no comprendemos nada de lo que acontece, y que lo que deseamos es empezar a disfrutar de un cambio para mejor, de una vuelta a la normalidad.

Juan TOMÁS FRUTOS.

viernes, 30 de octubre de 2009

Seguramente sí

Vivimos en la trayectoria cíclica de permanecer y no estar. Vemos lo mismo de siempre. Ya no sé si merece la pena. Seguramente sí.

La objetividad y la subjetividad de la mirada

Sentir es mirar: ésta bien podría ser una definición de una de las actividades más potentes desde el punto de vista comunicativo que tiene y ofrece el ser humano. Lo que más comunica es lo que vemos, lo que percibimos desde el punto de vista del contenido y de continente. Por eso hay que saber utilizar la vista. Reiteramos a menudo que miramos a los demás, que los vemos, y seguramente, por nuestros hechos, no es así. Tengamos presente que por nuestras obras somos conocidos. No contemplamos soledades, ni muchos de los dolores, ni de las necesidades que se nos plantean. Es una suerte de selección a la inversa la que hacemos, de modo que no cargamos con lo que otros hacen. No parece que la solidaridad sea un valor que campee por los lares de larga competencia de la sociedad moderna. Nos decimos que bastante tenemos con nuestro peso.

Hemos de buscar al otro de manera empatica, ése es el consejo, y hasta simpática. Hemos de detener el tiempo presuroso para dar con la esencia de las coyunturas que nos envuelven un día sí y otro también. Debemos señalar el camino de la cordura que pasa por conocer lo que sucede, y para ello nos hemos de poner, verdaderamente, en el lugar de los que nos acompañan por esta aventura maravillosa que se llama existencia humana. Lo es si la interpretamos de esa guisa.

Los ojos nos dicen mucho, quizá todo. Es difícil que puedan mentir. Cuando hay deseo, de todo tipo, cuando hay pesar, de toda índole, cuando hay alegría, de raíces profundas, cuando hay un afán por conocer, etc., todo ello, por supuesto, se ve a través de la propia mirada, que contempla, sí, pero que también da a entender nuestros afanes, nuestras fuentes, nuestras interioridades, lo que meditamos, lo que precisamos, lo que perseguimos. También es importante saber y chequear, y actuar en consecuencia, respecto de la mirada de los que nos rodean.

Mirar al otro es casi una obligación. Hemos de identificar quiénes somos en relación a los demás, pero no por estar pendientes de sus pensamientos, sino para ser obra y resultado de los mismos afanes, de toda una suerte de empeños que nos pueden hacer derivar a anhelos claves. Reconozcamos lo que somos, lo que nos gustaría ser, mediante el análisis de lo que contemplamos y de lo que otros ven.

De lo que se trata, pues, es de otear, y no sólo de mirar. Para ello hemos de adentrarnos en las ilusiones, en los bagajes, en los ideales, en las pretensiones, en lo objetivo y lo subjetivo de lo que ciñe el envoltorio verbal y no verbal con el que intentamos transmitir una suerte de conocimientos. Lo importante no es únicamente que lleguen, sino que los sepamos experimentar. Para ello, repetimos, la mirada, siempre la mirada, es nuestro principal objeto e instrumento de trabajo. Con los ojos abiertos que nos decía el poeta Luis Rosales podemos acercar muchas distancias y conocer más allá de multitud de fronteras. Para romper barreras hemos de medir lo que acontece con una visión cariñosa y amable de lo que nos toca con intereses de diversa índole y factura.

Juan TOMÁS FRUTOS.

jueves, 29 de octubre de 2009

Seguridad en la comunicación

Recordemos siempre que así nos ven así nos tratan, lo cual quiere decir que el comportamiento y la comunicación son aspectos básicos para dar a entender lo que pretendemos. Intentemos hacer las cosas bien, todos los días, a todas horas. Comuniquemos registros, razones, seres. No paremos de estudiar. No dejemos que el territorio de la imaginación se quede sin espacio para crecer intelectualmente, en lo anímico, en destrezas que se alejen de lo superficial. Para ello son necesarios códigos deontológicos, implicaciones formativas, estadios comunicativos con los que tocar el fondo y la forma con cuestionamientos de ciencia más o menos exacta y de índole variada.

Los espacios en los que hemos de interrelacionarnos han de ubicarnos en una amplitud conceptual, en unos procedimientos expansivos donde el aprender sea la fijación máxima con la que compartir sinceras experiencias. Han de permitir la libertad, la ilustración y la querencia con una confianza plena. La fe en los demás se gana con comunicación. No olvidemos que, cuando ésta no se ejerce, lo que tenemos, aparte de un silencio no rentable, es incomunicación, es decir, incapacidad para saber lo que el otro quiere o dice, para entenderle, para “consensuar”, para solucionar problemas y/o necesidades.

No dejemos para mañana lo que podemos hacer hoy. El liderazgo, aunque sea anónimo, se ejerce con fuerza, con empeño, con garbo, con intención e intuición, con insistentes dichas que han de provenir de relaciones no encadenadas. Hagamos que las sensaciones arropen la razón, y seguramente daremos con solvencias que pacificarán muchas fases de nuestras existencias.

Insistamos en aquello que nos parece importante, y hagamos que lo sea con unas fortunas resistentes. No hay mejor tesoro que tener neuronas capaces de aprender de los argumentos razonados de los otros, pero tengamos presente también que las actitudes se forman con las costumbres, con los usos, de modo que es imposible que asumamos el parecer de los demás si no hemos trabajado previamente en ese sentido, en esa dirección.

Asimismo, nos debemos invitar a hacer en la jornada presente lo que podría ser tentación de dejar para otro momento o instante. No hay mejor postura que afrontar las cosas en tiempo y forma sin que se nos acumulen deberes. Hemos de aprender todos de todos en una dinámica estrecha y viva, permanente, colmada de consejos y de gratitudes.

Hagamos, pues, que las cosas rueden desde la idea, que es más que un ideal, que lo es con seguridad tangible, de mejorar los lazos de conexión y de unión con nuestros conciudadanos y conciudadanas. Las relaciones y las negociaciones lo notarán, y mucho. Será para bien. Todos estamos en el mismo barco. Lo importante es que lo advirtamos así. Dotemos de toda la seguridad de la que seamos capaces a los procesos comunicativos.

Juan Tomás Frutos.

miércoles, 28 de octubre de 2009

Ley del Audiovisual

En defensa del Servicio Público en la futura norma sobre lo Audiovisual

Vaya por delante nuestra férrea defensa del Servicio Público en el ámbito de la Comunicación. Está a punto de cambiar la norma básica que ordena el panorama audiovisual. En este punto vamos a hacer una serie de consideraciones. Cuando los datos nos hablan de pérdida de miles de puestos de trabajo, creemos que es lógico que nos preocupe que la Ley del Audiovisual no contemple a los profesionales de la información de una manera clara y diáfana con el fin de garantizar la calidad de su quehacer y la estabilidad de sus puestos de trabajo. Creemos que somos un soporte fundamental para que se produzca no sólo una alusión, sino una profundización. No en vano solemos repetir que somos la base del sistema de libertades informativas, o deberíamos serlo…

La actual saturación de medios y la libertad de actuación que se establece en esta normativa, sobre todo de cara a los medios de explotación netamente privada, configuran un panorama donde las empresas, sus dueños, acaban teniendo un poder que sobresale en exceso respecto de las competencias, derechos y obligaciones no sólo de los profesionales que ejercen en estas sociedades, sino también del mismo público, al cual se deben los medios periodísticos, o se deberían. El derecho del ciudadano a estar bien informado se referencia, pero quizá habría que ser más densos y establecer garantías en este sentido.

Se alude más al interés general del público que al interés público, que al verdadero servicio público, lo cual hace que descuelle un modelo de rentabilización de productos en el aspecto económico, dejando dormitar otro tipo de aspectos como son el reequilibrio informativo, la vertebración en diversos ámbitos, los fines formativos, educativos y culturales que han de tener, que tienen, las empresas periodísticas, etc. La óptica que se maneja es industrial, económica en su plenitud, y eso, a nuestro juicio, convendría corregirlo en aras del derecho ciudadano establecido en la Constitución.

Se tiene más interés, en esta norma, en resaltar los eventos de relevancia general en el ámbito deportivo, por poner un ejemplo, que en otras esferas, lo cual demuestra que se mira más por las audiencias, por su número, que por otro tipo de deseos y de finalidades. Recordemos que el servicio público, y lo ha sido hasta ahora, ha contribuido al desarrollo social y al propio prestigio y al buen nombre de los medios. Cuando se piensa más en tener un alto número de radioyentes o de telespectadores que en otros perfiles se priman elementos que van más allá de la labor y de los fines esenciales de informar, formar y entretener.

Se consagra en esta ley una libertad de movimientos para las empresas, y no se pone, en el otro lado de la balanza, las obligaciones que tienen con sus profesionales y, al mismo tiempo, con sus audiencias (quizá en este último caso se pone de pasada). El informar con los suficientes recursos, el respetar a las minorías y a sus intereses, el relatar aspectos de la realidad de un peso o eco relativo, pero, en todo caso, necesarios para brindar diversas visiones societarias, etc. deberían ser alusiones obligatorias que darían cuenta del compromiso que han de tener, que tienen, los medios respecto de las gentes para las que trabajan.

Si no hay calidad en el trabajo de los profesionales de la información y de la comunicación, no habrá un buen derecho para los ciudadanos en esta esfera en concreto. No se puede pedir que con bajos salarios, con precariedad y con intrusismo se pueda desempeñar una labor en el medio plazo coherentemente informativa. El legislador debería prever más obligaciones para las radio-televisiones en general. Son empresas, sí, pero también tienen fines periodísticos netos que salvaguardar.

La labor de los comunicadores y de los informadores en particular es de servicio público a la sociedad, lo cual choca con el hecho de que no se reconozca tal función a todos los medios, incluyendo, por supuesto, a los privados. También queda abierta una puerta a la privatización de los canales autonómicos, con una reconocida y fuerte vocación pública hasta ahora, si bien hemos de constatar que se viene a confirmar una tendencia de seudo-privatización, en el régimen de explotación, que viven algunas radio-televisiones autonómicas. Es una tendencia que produce, entre otros resultados, precariedad laboral.

Es defendible, pues, una presencia más destacada en la ley de los profesionales y de sus derechos, como elemento compensador del poder de las empresas, esto es, deben aparecer derechos como la independencia, la dignidad profesional, el derecho a unas óptimas condiciones de trabajo, sin olvidar la conveniencia de la supervisión de su labor por Consejos específicos en cada medio, donde debe haber representantes de todas las categorías laborales.

Se ha de garantizar, en este sentido, la independencia del Consejo Estatal de Medios Audiovisuales, con el fin de que pueda dirimir los posibles conflictos o controversias que se produzcan. Además, el sistema de elección de sus miembros por mayoría de 3/5 partes del Congreso ha de respetar el espíritu de que sean profesionales de reconocido prestigio al margen de veleidades políticas.

En este sentido deberá sustentarse, y bien, en el Comité Consultivo de Apoyo que se contempla en este orden y con ese afán. La consideración de las asociaciones y colectivos ciudadanos, y seguramente el respecto a los intereses de grupos más o menos mayoritarios y no siempre con presencia mediática, se nos presenta como un deber bien establecido por esta norma.

En todo caso, que la industria audiovisual o del audiovisual se interprete más desde el punto de vista empresarial que de otro modo, esto es, advirtiendo su consideración social y cultural de cara a los públicos receptores, nos parece un motivo de preocupación, pues de nuevo los profesionales que trabajan en estas sociedades quedan en un olvido que compromete, o podría comprometer, los intereses de todos y cada uno de los ciudadanos/as.

Todo parece indicar que esta ley va a favorecer la concentración de medios, y, ante ello, la alerta y la alarma, frente a la que hemos de estar atentos, deberá estar encendida para evitar que haya muchas empresas en pocas manos, y para impedir también que los visos de pluralidad no se correspondan con el necesario pluralismo.

En esta Ley, como en otros casos, lo que defendemos es que, en su tramitación, se practique todo el diálogo que sea posible, y, como es lógico, con todas las partes, incluyendo a los profesionales de la información y de la comunicación. El futuro del servicio público está en juego, y en ese panorama todos somos partes con intereses tan loables como multidisciplinares. Recordemos, en una ocasión más, que el servicio público no tiene como referente exclusivo la búsqueda de audiencias millonarias.

Juan TOMÁS FRUTOS.

martes, 27 de octubre de 2009

El espejo de la comunicación y del entendimiento

Mirar y entender: son dos máximas con las que hemos de organizar nuestras vidas. Funciona. Utilizo tu óptica, y veo lo mejor del universo, de la Humanidad, de la que logro aprender grandes gestos e intenciones. Puntualizo. Hoy aprendo de ti, casi como ayer, presto a tus decisiones, a las complicidades de tus gestos, que hago míos en la espera y con la esperanza de seguir la estela de tus pasos, de tus opiniones, de la experiencia que has decidido compartir conmigo. Surcaremos océanos en cuanto tú lo digas, sin aguardar más. Hay que arriesgar con el compromiso de consolidar lo que hemos visto a través del diálogo y de la negociación.

Los seres humanos nos cargamos de conocimientos que a menudo son básicos para proseguir con altura de miras, con buenas actitudes, con parsimonia y con las suficientes ganas para mejorar en lo que sucede, en lo que tiene valor para nosotros. Convencernos a través de la terminología y de la experiencia de los otros contribuye a un grado y a un asomo de felicidad al que tenemos derecho.

Considerar desde distintos ámbitos, desde ópticas diferentes, nos da un tanto de movilidad y unas ganas de avanzar que nos invitarán a proseguir por la senda en la que todos seremos más grandes y mejores. Gestionar comunicación es anular escollos y comprender necesidades internas con las que hemos de apaciguar las externas.

Prefiero el equilibrio a otro tipo de intereses. Es un punto de partida. Con la moderación, con la templanza, somos capaces de llegar a ese punto donde la dicha es la referencia con la que convivir y con la que expandir los buenos deseos, que tan idóneamente nos pueden hacer sentir. Comprender a los otros es tener en cuenta su bagaje, sus esfuerzos, sus presencias, sus posturas, sus sentidos de humor y de otro género, etc.

Mirar al otro es vernos en un espejo de cordura con el que amasar un buen estado de ánimo, con el que comunicamos espléndidamente. Vivir es ser, y ser es entender que hemos de reposar y platicar con los demás. Nos miramos en los otros, con los que hemos de convenir en lo básico, en lo que nos ha de permitir comulgar con ruedas de convenciones nada diluidas. Vertebremos, pues, los niveles racionales y afectivos, y seguro que daremos con una evolución loable. El chequeo de cualquier actuación comunicativa se tercia inequívocamente una base para construir el edificio del entendimiento. Traslademos intentos con unas fórmulas mágicamente comunicativas. Nos comprenderemos finamente, estupendamente, bien, como debemos. El espejo está ahí para que nos contemplemos, para que nos sepamos ver.

Juan Tomás Frutos.

lunes, 26 de octubre de 2009

Internet, también como consultorio de salud

Internet es global. Hay de todo, y de todo buscamos. Hay cuestiones nimias y otras sustanciales. La red de redes informa de todo, de cosas cruciales y de otras que no lo son tanto. En el caso que nos ocupa, la salud, hablamos de una cuestión muy relevante. Dicen que un porcentaje muy alto de las consultas que se realizan en Internet, a través de buscadores y de portales más o menos selectivos, tiene que ve con la salud. Parece evidente. Lo que más nos importa, o debería, es el estado de salubridad en el que nos hallamos. El resto parece accesorio, y no tan importante. Cuando no pensamos así es porque no hemos meditado de manera oportuna.

Lo cierto es que, cuando estamos enfermos, con alguna patología, o con una posible, queremos saber qué dicen los expertos, y, sobre todo, qué dicen otros que han pasado por semejante vicisitud. Es humano. No es aquello de mal de muchos, consuelo de todos. De lo que se trata es de conocer cómo se sienten los demás, de cómo afrontan situaciones complejas o de riesgo, de cómo, en definitiva, el ser humano es capaz, o no, de enfrentarse a coyunturas de complicada factura.

Parece que los números nos aplican a remedios, o que, al menos, nos consuelan o conforman un tanto. Nos invitan, sí, a escrutar lo que no siempre es interpretable, a ver lo que no siempre es visible, a analizar lo que sucede por universos que nos distancian de los problemas o de los padecimientos que éstos suponen.

Cuando hablamos, de algún modo nos confesamos, dejamos correr nuestros miedos, esos fantasmas que nos amenazan y que nos atenazan impidiendo, cuando nos paralizan, movimientos de factura bella, sincera, edificante. La salud es lo primero, y sólo lo entendemos cuando nos falta, cuando algo, crucial o no, nos falla en el entorno personal y/o familiar.

Es normal, pues, que acudamos a un confesor, Internet, que es rápido, que no admite esperas, que es anónimo, que es gratuito y al que, además, lo podemos “en-rutar” por las necesidades personales de cada cual. Cuando tenemos un agobio, es al primer sitio donde vamos, o donde va un número importante de nuestros conciudadanos/as. Vemos, con porcentajes, lo que pasa, por qué pasa, las posibilidades que tenemos, que otros han tenido, que podremos tener, afrontando el drama, el trauma, la situación con la fuerza y el coraje que otros han protagonizado antes.

Claro que, en el otro lado, están las informaciones duras, no contrastadas, cargadas de dolor y de pesimismo, de datos falsos o descontextualizados, de pequeñas o grandes mentiras… La idea ha de ser buscar especialistas, pero no siempre damos con ellos, o, a lo mejor, no lo son en nuestro ámbito de necesidad en particular.

En todo caso, pongamos en cautela lo que leemos, lo que recibimos, las respuestas que hemos buscado, pues no siempre lo que hallamos es lo correcto, o no siempre es lo que se adecua a nuestras necesidades y planteamientos. Los equívocos se dan en la red, pues no tenemos o damos en todo momento todos los datos. Como decimos, no siempre el contexto ayuda. Tengamos en cuenta, igualmente, que en todos los trances de la vida, sean de la índole que fueren, lo último que se pierde es la esperanza.
Quizá con esos ojos, los de la confianza, deberíamos adentrarnos en los vericuetos de Internet, donde nos hemos de asomar con optimismo y nunca con pesimismo. Ojala sea así. No nos cansaremos de repetir que las actitudes, los hábitos, se hacen, y se confeccionan, claro está, cada día.

Juan TOMÁS FRUTOS.

domingo, 25 de octubre de 2009

Empeñados en dar más comunicación

El silencio no es rentable, y lo hemos de tener presente cuando admiramos un resplandeciente y potente amanecer. Surge un nuevo día. Todo está por hacer, y, para que sea todo un poco mejor, debemos confiar en una buena actitud. La comunicación con uno mismo, sin duda, ayuda. Doy un paseo de buena mañana, y ejerzo con mis vecinos ese proceso que nos hace humanos, hermanos incluso, dueños de una razón que compartimos y que vemos como un pequeño gran tesoro. Lo es. Estamos listos para una paz que nos entronca con las alturas de unas meditaciones con las que somos mejores, más gratos, complacientes con lo poco o con lo mucho que poseemos, que siempre es más de lo que precisamos.

Hablamos de días, de semanas, de años, de esos segundos que nos supusieron eternidades, de esos momentos que nos ataron a razones más que crecidas. Generamos entusiasmos con resortes espaciados, con afirmaciones que nos agrandan los corazones, con los que nos presentamos empeñados en dar y en ser puntos excepcionales.

Hoy encuentro, y supongo que es así porque he salido con el afán de conocer, de buscar y de dar con las claves de algunas cuestiones de la vida. Nos hemos de interesar, y así lo confesamos, por aquello que es importante, que, universalmente, tiene que ver con la salud, con la amistad, con los buenos apoyos, con los intereses creados y compartidos, etc. Nos gustamos mucho, sobre todo cuando hablamos desde el lado espiritual. Y así hemos de continuar.

El paseo me trae vivo, porque vida he hallado, existencia en estado puro, con inocencia, con verdades increíbles, con resortes muy humanos, con vencimientos compartidos, en los que todos aprendemos. Hemos sido grandes durante unos minutos, porque hemos hallado lo que tanto nos daba la felicidad cuando pequeños: la comunicación por la comunicación, el relacionarnos, el negociar sobre todo y sobre nada, el ser nosotros mismos, el comportarnos con sencillez…

Hemos procurado ir con la sonrisa, con la mirada abierta, con los dones de un trasiego bien llevado, con las voluntades de los ancestros, heredadas con rutinas y con gracias de diversa factura, como entendemos que debe ser. Hemos aparecido sorprendentemente en ese trasiego tranquilo, y con sosiego nos hemos sentido felices, plenos; y lo hemos conseguido con un genuino paseo, único, aunque repetido, con un ir y venir sin ruta, con la voluntad de ser entrañables y de encontrar a los demás, a los que debemos querer como a nosotros mismos, pues venimos del mismo lugar.

Cada día debería ser como éste, casi como domingo, por la mirada, y no por otra cosa. La visión hace la interpretación, y, si hay dudas, debemos comunicar inmediatamente, primero con nuestro interior, y luego, casi al mismo tiempo, con el entorno. De buena mañana, digamos, hemos de estar en plena comunicación. La postura ha de ser entera en este sentido, y seguro que la cosecha no se hará esperar. Nos debemos empeñar, pues, cada día, a cada momento, en regalar comunicación y en estar atentos para recibirla y hasta para rescatarla.

Juan TOMÁS FRUTOS.

viernes, 23 de octubre de 2009

La comunicación nos regala brillantez

El que nos contemos lo que pensamos o lo que realizamos, o lo que otros meditan o llevan a cabo, nos hace más libres, más conocedores de las diversas coyunturas. La comunicación nos permite compensaciones, reequilibrar lo que acontece, lo que advertimos, lo que nos envuelve, lo que percibimos. Digerimos deseos con unas propuestas de ir un poco más allá. Seguimos con entereza hacia ese lado donde aprendemos del todo. Nos espera la comunicación. Nos hemos de volcar en las expresiones que abundan en la lindeza de espíritu y en el genio con imágenes preferentes. De ellas aprendemos al máximo, con porcentajes que superan los contenidos. El envoltorio es fundamental.

Tratamos de trasladar pensamientos, o debemos, con buenas palabras, de ésas que nos convencen de lo que queremos hacer, de lo que podemos, y nos insertamos en aficiones con las que hemos de convocar a los otros, que han de contemplar la luz en el esfuerzo cotidiano que realizamos. No hemos de alocarnos con las causas, aunque algunas sean perdidas, pues de todo se aprende, de todo podemos aprender.

El imaginario colectivo, las buenas experiencias y las diferentes opiniones sobre lo que ocurre nos han de servir para agrandar la vocación y las miradas en torno a lo que sucede, que siempre nos puede edificar, que nos ha de invitar a ver con gracia y con una suficiente base para continuar el trayecto vital.

Hacemos de nuestros afanes, o debemos, unas buenas perspectivas y crecemos con el pasatiempo de una existencia que nos pone en pruebas de las que hemos de sacar en claro que podemos y debemos incrementar la dosis de aprendizaje y de solidaridad a la hora de compartir. Nos hemos de ayudar con la brillantez de ánimo suficiente para no quedarnos en el camino.

La comunicación nos ha de convocar con esa base maravillosa que nos permitirá relacionarnos y ser entre iguales, que lo somos. No alberguemos dudas sobre ese lema que nos recuerda que el silencio nunca es rentable. Hemos de conocer las posibilidades, y hemos de citarnos para sacarles partido en todo instante, sin prisa, pero sin demoras sustanciales.

Ajustemos los momentos, las probabilidades, los afanes de conquista intelectual, los crecimientos en todos los órdenes, pues nos harán ser más personas, más ciudadanos y ciudadanas de provecho, y esa situación que tanto defendemos sí que nos invita a ser sociedad, a hacerla posible. Éste es uno de los frutos, una de las consecuencias, de la comunicación constante, diáfana, sin vacilaciones sobre sus ventajas. El intercambio de opiniones nos da más visibilidad sobre el porvenir, más querencia, y, al mismo tiempo, nos hace más iguales. El regalo que nos llega es en forma de brillo, de espacio, de perspectiva, y también de ilusión, de mucho entusiasmo.

Juan TOMÁS FRUTOS.

jueves, 22 de octubre de 2009

Sentimientos comunicativos ante los días de incomunicación

Generemos espacios con los que convivir. Tratemos de ser con el intercambio de información. La perspectiva es fundamental para crecer comunicativamente. El empeño también lo es. Podemos salvar los días grises con consideraciones de una cierta periodicidad. Debemos afrontar con exquisitez lo que nos viene de un destino que no ha de permitir las fugas de ánimo. Ya hay bastante percepción negativa como para agregar más. Nos hemos de sumar a las cautelas del escenario donde nos movemos. Nadie lo niega. Así debe ser, pero, aparte de la prudencia, hemos de recorrer el momento y el espacio con todo el entusiasmo del mundo.

Sepamos, pues, descifrar las claves de lo que nos rodea. Los sentimientos nos regalan sentido a lo que hacemos, a lo que tenemos por delante como reto. La vida es mientras hacemos el itinerario que nos brindan las circunstancias, que siempre podemos variar un tanto. Tenemos, y no lo olvidemos, la capacidad de enfrentarnos a lo que nos sucede, y para ello hemos de relatar, hemos de contar, lo que nos sucede.

El principio y el fin nos insisten en que hay que experimentar todos los actos intermedios con la ilusión y la esperanza que nos permitirán ser dichosos, o, cuando menos, un poco felices. No hay mejor regalo. La alegría contribuye al buen estado de salud. Probemos, y veremos que es verdad.

Intentemos también que las cosas sean de otro modo, mejores, aprovechando las mieles de las horas, los días y los meses que van transcurriendo. Toda cosecha debe ser recogida, y, en la medida de lo posible, sobre todo en sus aspectos positivos, compartida. Cuando damos recibimos. Ésta es una regla que siempre se cumple.

Por eso, cuando llegan las jornadas grises, con fórmulas y sensaciones de todo género, variopintas, considerables, llanas, insistentemente queridas por lo que han de servir en su quehacer constructivo, cuando aparecen esos días, hemos de llamar a los amigos, hemos de contarles quiénes somos, lo que podemos compartir, procurando que los anhelos se hagan realidad, buceando en las raíces para dar con los troncos de lo que nos edifica en la camaradería, tapando las heridas y ofreciendo lo mejor de nosotros mismos. Sin duda, eso revierte hacia los propios espíritus, y aleja lo que no nos supone una cierta salubridad.

Ante los días grises, compañeros y compañeras, busquemos como señalar lo que nos pasa, como “relativizarlo”, como insistir en el amor y en el aprendizaje con tratamientos conjuntos, y seamos en nuevos espacios donde todos tenemos un hueco reservado. Seguro que, de esta guisa, no son tan grises. Debemos convencernos de ello comunicando más intensamente y con más amplitud y tesón. El hábito hace que nos acostumbremos a unos procesos de comunicación que han de permitirnos superar con creces cualquier obstáculo que nos surja. El entretenimiento real nos ha de venir de los mensajes equilibrados donde todos maduraremos.

Juan TOMÁS FRUTOS.

miércoles, 21 de octubre de 2009

Aprender de la comunicación gestual

Los aspectos externos reflejan lo que portamos dentro de cada cual, esto es, con nuestra forma de actuar damos cuenta de cómo somos. Mirar cada día es aprender. Lo ideal es comprender, al mismo tiempo, lo que nos trasladan los diferentes signos o símbolos que recibimos. En este mundo de prisas, a menudo hay que caer en la cuenta de que las verdades no son absolutas, y que lo normal es que se presenten con una carga importante de relatividad. Así deberíamos verlas. Hemos de pedir que se respeten valores universales. La tolerancia, la voluntad, la buena voluntad, los deseos de llevarnos bien, de entendernos, de ser entre los demás, con los demás, desde los otros, la solidaridad, la comprensión y la compasión, el escuchar a los que no ven las cosas como nosotros, el mirar al de al lado, etc. son expresiones de una madurez que hemos de defender férreamente.

Sepamos, por consiguiente, interpretar lo que acontece, tras análisis más o menos concienzudos, después de sopesar lo que ocurre, de considerar lo que se nos ofrece desde ópticas y sensibilidades formidables, grandes, sinceras. Contemplar las luces y las sombras de lo que sucede nos ofrece criterios con los que convivir.

Señalan los expertos en la figura del Rey Salomón que éste sabía “entre-leer” lo que se decía con palabras, lo cual quiere decir que interpretaba lo que llamamos el lenguaje o los códigos gestuales o “kinésicos”. Nos recuerdan los analistas de la imagen, sobre todo de la televisiva, que es el aspecto, que son los movimientos, que son los gestos los que más comunican, hasta el punto de que el 80 por ciento de la influencia de los mensajes nos viene de los perfiles externos que transmitimos, superando a la interioridad de las palabras.

Hay que saber, pues, leer entre líneas. Los hechos son irrefutables, pues se perciben, pero tengamos en cuenta que la comunicación es el contexto. Lo que veamos hay que saberlo analizar bien. Escudriñemos lo que sucede alrededor. Sepamos lo que es, y preguntemos cuando hallemos circunstancias que no tienen sentido, o que no poseen el suficiente para nosotros. Preguntar ayuda, y volver a cuestionar mucho más.

Un apasionado de la lectura relee los libros, pues encuentra en ellos historias complementarias, aledañas a las que vio la primera vez. Alimentamos las vueltas que les damos a los libros con las circunstancias que tenemos en cada ocasión. No lo olvidemos. Aparte de los encuentros que nos proporcionan las diversas obras, podemos toparnos con reencuentros. Limpiemos, por lo tanto, los cristales con los que miramos, los reales, los virtuales, y los metafísicos. Adelantemos el paso para contemplar más de cerca aquello de lo que podemos aprender. Tratemos de considerar lo que aparece entre las líneas más claras y manifiestas, y seguro que daremos con condicionantes o posibilidades que nos engrandecerán como personas. Y tanto. Llegaremos a comprender que la vida es mucho más de lo que se presenta en su superficie. Hemos de considerar que por fuera se nos ve, si somos capaces de leer entre líneas, cómo somos en el interior.

Juan TOMÁS FRUTOS.

martes, 20 de octubre de 2009

LIBRO DE POEMAS "NOSOTROS"

Ginés Aniorte nos ofrece su último poemario, “Nosotros” (*)

El recuerdo de la infancia a través de las alas del verso y del deseo

Ginés Aniorte habla de nosotros. Bueno, habla de él, de todos los seres que se encierran en ese uno que es él, pero ello equivale a conversar quedamente un poco de todos nosotros, como bien reza el título de su último poemario. Lo hace, el referirse a cada cual, a todos, en su más flamante libro, que es como el primero, pura esencia humana. Lo he dicho y lo reitero: pocos como Ginés descubren las ideas y las intenciones que llevamos dentro. Además, refleja las actuaciones humanas con hermosura, con delicadeza, con el amor que porta en su interior, que mana a borbotones.

En esta ocasión se mueve con temor y con emoción por las situaciones en las que vivió cuando niño, cuando crecía al mundo, y éste le enseñaba lo que podía ofrecerle, con sus agridulces respuestas. Es éste un brindis excepcional.

Ginés recuerda todo, y lo hace como si lo hubiera vivido ayer, seguramente porque su memoria se ha arropado de los sentimientos que determinadas circunstancias le generaron. Se acuerda de las fiestas, de cómo pasaba el tiempo en su niñez, de los fantasmas que, entonces como ahora, se agolpaban por doquier, de las nanas tan queridas, de los pájaros, del vuelo de las aves, de momentos duros y otros no tantos que configuraron un panorama de tristeza y de alegría. Se asoma también al campo, a las lecciones de la vida, a los animales que tanto le enseñaron, a las personas que se fueron, conocidas o no…

Su tarro de cristal sigue ofreciendo el elixir de una bondad que se nota en su propia naturaleza, en su mirada, en lo que nos regala cada día. Es fácil que nos atraiga como esos imanes que tanto nos entusiasmaban de pequeños. Es un maestro: nos habla de sus primeras lecciones, que tanto y tan bien le sirvieron.

Trae a su mente el sabor de las tormentas, con sus recelos, con sus cambios, con sus mensajes. Todo en él es asombro, pues es así como aprende. Tiene nuestro poeta un deseo de vivir en paz, de hallar el sosiego, de transmitir tranquilidad, asumiendo que el mundo es como es, y sabiendo, como sabe, que seguirá siendo un contexto lleno de contradicciones, así como de elementos de plenitud.

Suponemos que echa de menos a los que se han ido, pero reconocemos en él, en Ginés, que es “nosotros”, la huella de lo que aquellos fueron, de lo que supusieron, de sus palabras, de sus ejemplos. Hay una carga de simbolismo tras el cual se esconde su anhelo de transportarnos a modelos propios, a coyunturas de cada cual. El encuentro con la Cigarra o ese Otro sobre el que reflexiona pone los pelos de punta.

Seguro que brindaremos con Ginés en esta nueva cita con sus letras, con sus sentimientos, de los cuales aprenderemos tenuemente, como indagando con lentitud en el corazón, en el nuestro, pues, cuando hablamos de infancia, de afanes, de elucubraciones, todos somos inmensamente niños y extraordinariamente iguales. Gracias, compañero, por recordarnos lo que fuimos, lo que somos.

Juan TOMÁS FRUTOS.

(*) “Nosotros”, de Ginés Aniorte, está editado por Renacimiento, en 2009.

lunes, 19 de octubre de 2009

Emociones y afectos comunicativo-poéticos

El discurrir diario, a menudo repetido y repetitivo, se basa en aspectos que tienen que ver más con el nivel afectivo que con el racional. Lo ideal sería equilibrar ambos, pero no siempre es posible. La poesía se resume en una experiencia de vida, en la misma existencia, que halla justificaciones en los resúmenes de palabras que no han de quedar huecas. Nos alcanzan los versos, y nos transforman con inquietudes que creíamos perdidas. Afortunadamente ese niño chico vive aún en nuestras entrañas, y debemos dejarle salir para que vea, para que entienda, para que aprenda, también a través de la poesía, sobre todo gracias a ella. Es un milagro que hemos de convocar como repetido.

Nos tocan los afectos con sus varitas mágicas, con el discernimiento de la pasión distraída, que hoy, como ayer, como en el ansiado mañana, nos dictará las mismas reglas de siempre, que se resumen en amor, coherencia, amistad y buenos deseos. Las equivocaciones se subsanan mejor cuando nos tratamos con el respeto y con la admiración que acompañan a las verdades más queridas.

Nos llegan las palabras, y lo hacen con la inquietud de volver a empezar en la nada, en el mismo sitio de antaño, con la normalización que supone decir un te quiero con sentimientos y presencias indelebles. Nos hemos de interpretar únicos, dentro del mismo marco de la concordia, en virtud de la poesía, de la prosa poética, de la literatura, que genera sinergias, o debe hacerlo, con las que convivir en la mejor paz que sea posible. La hemos de cultivar.

Leo con emoción lo que nos trae y nos distrae con prestaciones periódicas, con voluntades de ser y de estar a la altura de las circunstancias que tanto nos gustan, pero que no siempre se valoran. Hemos de laborar por ellas. Nos gusta ser, y para resaltar lo auténtico está la terminología de la voluntad decidida de aprender gracias a la intercesión de los aciertos, e incluso de los equívocos, que nos portan a ese mundo de buenas vibraciones, de inocencias y de buenos gustos, acompañados de interpretaciones en positivo.

La defensa de la palabra es la defensa del ser humano, de lo nuestro, de lo que somos, y, en este plano, la poesía es la hermana más linda, la más hermosa, la más genuina. La energía nos ha de salvar de la desesperanza. La poesía es una aliada perfecta para gestar y generar esa ilusión. Somos poesía, que es la que más comunica. Gustemos. La sensibilidad comunicativa merece que la aplaudamos y que la defendamos a ultranza. En ello ganamos todos. No olvidemos que la vida está llena de emociones y de afectos en la comunicación, y que a ellas y a ellos se llega, fundamentalmente, con una visión poética.

Juan TOMÁS FRUTOS.

sábado, 17 de octubre de 2009

Construir la escultura dinámica de la Comunicación

La existencia humana se construye sin cesar. El hecho de que podamos relatar lo ocurrido ayuda a recordar y a reconocer lo que nos ha sucedido y a aprovechar los errores y los aciertos. Cada día hablamos de muchas experiencias, de cómo nos vienen, de cómo las vivimos, de cómo las relatamos. Explicamos la importancia de la mirada, del contacto humano, del roce, del cariño que mostramos en las actuaciones cotidianas. Valoramos la fuerza del amor, sin duda, pero aún tiene mucha más de lo que pensamos. Los convenios entre partes iguales nos deberían llevar por escenas de una dramaturgia convenida que ha de suponer, cuando menos, un cambio de actitud y de mentalidad. Hacia ese sentido hemos de movernos sin descanso.

Deberíamos juntar los trozos de la amistad para hacer una gran escultura que nos llene de la suficiente magia con la que gozar en común de lo que han de ser valores universales para todos. Hace siglos que están con nosotros, aunque no siempre los veamos. Nos debemos enamorar constantemente de lo que nos rodea. Seguro que nos aporta más de lo que creemos. Tratemos todos los días de alimentar la conexión humana con flujos comunicativos relevantes, interesantes, bondadosos.

Las sensaciones, a menudo indelebles, han de plasmar la realidad de las cosas, o el intento de aproximarnos a ella. El chequeo permanente de lo que realizamos, de cómo lo hacemos, nos ha de ayudar a seguir adelante con el compromiso de mejorar, de deslizarnos por las caricias de un aprendizaje embriagador. Comprender es comunicar, y comunicar es continuar conociendo.

Conformamos una comunidad de intereses equilibrando los niveles afectivo y racional, buscando criterios que nos inviten a vivir entre conocimientos de docencia continua. Podemos dar con muchas claves, si tenemos el propósito y la voluntad de llegar a ellas, de conseguirlas. Ésta es la maravilla del aprendizaje, su hermosura. La excelencia se consigue compartiendo muchos elementos, muchas vicisitudes, multitud de procesos, así como todo un bagaje de expresiones y de experiencias.

Salgamos, pues, a la calle, y digamos lo que somos, por qué somos, desde cuándo, con paciencia, sin plazos, protagonizando lo que en realidad queremos ser todos: felices. No demoremos esta actitud. Entre otros fines, para eso sirve la comunicación, que hemos de potenciar con significados y significantes. La conexión está ahí, debe estar. Es toda una dicha, la máxima, la mayor que podemos obtener, la que proviene del hecho comunicativo. Como hemos dicho, hemos de ver la comunicación como un eje crucial, como una escultura dinámica, como un encantamiento vivo y extraordinario. Lo es.

Juan TOMÁS FRUTOS.

viernes, 16 de octubre de 2009

A varios toreros

“ENTRE LUCES Y SOMBRAS”

Valiente y alegre: así eres tú, así te muestras a los tuyos, a tu gente, ante el toro, que te ha mirado con respeto. Entrega, amigo Pepín, nunca te ha faltado. Has conectado como pocos con el público y con tu oponente, al que, aún dándole la espalda con coraje, le has mirado a la cara y a los ojos…, y ahí te has visto.


Buscas ese pase elegantemente atrevido, entre tierno y peligroso, como sabido, esperando, probando, tanteando, doblando la ocasión a la vida, que se muestra tan frágil y tenue como dramáticamente entera. Eres un lujo, José Tomás.


Clasicismo, torería, valor, arte, saber estar, técnica, naturalidad… Todos los calificativos caben en ti, Morante de la Puebla, único, heredero de una raza especial de toreros que mantienen las más puras esencias.

Juan TOMÁS FRUTOS.

La comunicación, un regalo

Los procesos comunicativos son el baluarte de nuestra existencia. No somos, si no comunicamos. Cada día experimentamos muchas situaciones relacionadas con la comunicación, algunas basadas en la realidad y otras en lo que podría suceder. Así, vivimos en sueños comunicativos que nos anticipan el momento del aprendizaje con protagonistas de buenos deseos. Lo positivo funciona, y las “verbalizaciones” desde la ilusión y el entusiasmo también. Busquemos con equilibrio las ansias de un poder grato que nos ha de ayudar a compartir anhelos y planteamientos de género diverso. Eso es lo deseable, por su afabilidad.

Soñemos. De este modo, experimentamos ese todo que hoy es reclamo para llegar un poco más lejos, donde sea menester. Nos asomamos, con esos registros virtuales o virtualizados, al misterio de una onda expansiva que nos desconvoca de las raíces de unos secretos a voces que pueden ser reales. Lo serán a través de la comunicación, que nos envuelve con su fino manto de ideas y criterios recios. Es muy saludable, muy salubre.

La vida es oportunidad, a pesar de todo, aunque las cosas no siempre suenen con la melodía que nos gustaría. Hay ocasiones todos los días, y hemos de aprovecharlas con tranquilidad. Con mesura debemos recoger la cosecha de todos los años, procurando que nos llegue a todos y cada uno en formas físicas y también intelectuales. Los frutos, y su simiente, han de aparecer como lo que son, regalos para el espíritu. La comunicación los debe reconocer así.

Las elucubraciones son, en todo momento, el punto de apoyo para los menesteres cotidianos, que deben beber de la fuerza y del empuje que supone soñar con lo que hacemos, con lo que nos gustaría hacer, con aquellas cosas que no comportan rentabilidad en lo material, pero sí en lo psíquico y en lo intelectual. Contemos las cosas, sí, lo cual contribuye a que todo mejore, a que seamos personas más espléndidas, y a que la formación sea más integral y totalizadora.

La existencia humana se ha de basar en la esperanza, en la neutralización de lo negativo y en la exposición a las influencias más edificantes y nutritivas. Podemos hacer mucho juntos, pero nos hemos de esforzar desde el empeño máximo de ser felices y de contribuir a que los demás lo sean igualmente. Comuniquemos estos asertos. Podremos ver unos resultados magníficos. Eso es. No dejemos que la esperanza que acompaña a lo que soñamos se quede en eventos sin realizar. Al menos, debemos intentar que se sustancien. Veremos, con el paso del tiempo, que se trata, en el caso de la comunicación, de un regalo estupendo que podemos saborear cada segundo de nuestras vidas.

Juan TOMÁS FRUTOS.

jueves, 15 de octubre de 2009

El sustento de la vida, en la palabra

No sería lo que es el ser humano si no estuviera dotado de la capacidad de hablar. Muchas cosas no vividas se saborean como si se hubieran experimentado, y, además, somos capaces de arbitrar iniciativas más o menos planificadas de cara al futuro. Esto nos diferencia del resto del reino animal, o de la mayoría de los seres de la Creación. La existencia se compone de ciclos más o menos prolongados, y en ellos es la palabra, la conexión vía comunicativa, la que nos procura enlazar experiencias y resultados. Busco el valor de la palabra, y hallo el de las personas. En toda terminología hay un contexto, una textura, una voluntad, un tesoro, que es el aprendizaje que recibimos, y también el que regalamos. El verbo ofrece un sustento que nos garantiza aspectos de cariño y de deseo, que hemos de potenciar en la medida que podamos.

Toquemos la melodía que ha de apurar todo cuanto sea posible, con una pantalla radiante que nos presente la realidad de cerca. Los problemas tienen solución. Lo indescifrable brinda márgenes solventes. La incorporación de los vínculos comunicativos es la base para superar las percepciones que de otro modo no nos llegarían. Hay todo un universo de sensaciones esperando en millones de lugares.

Intento saber lo que sucede. Yo, y todos. Pregunto, me responden, vuelvo a cuestionar lo que acontece, y replico con matices que atomizan las dudas, que las disipan. Aprendemos con visiones de lo que es, de su interpretación, del esfuerzo compartido. La vida es esto: las cosas son en su contexto, como hemos dicho, esto es, en relación a las demás. El movimiento de ideas que supone la comunicación nos puede llevar a nuevas dimensiones, a perspectivas fermentadoras de flamantes panoramas.

Persigamos el valor de las cosas, que se aprehenden con la fórmula del relato, de la comunicación, del intercambio de opiniones, de la conexión de pareceres… Nos sentimos más tranquilos, y eso podemos experimentarlo cada día, cuando contamos lo que hacemos, lo que pensamos, lo que nos edifica, lo que otros saben, etc., pues, de este modo, advertimos, igualmente, lo que otros entienden respecto de las realidades que nos circundan. De esta guisa quedan las cosas mejor en su sitio.

El ser humano es pura naturaleza, y ésta mejora con la comunicación, se comprende con ella más en su integridad o en su totalidad, así como se experimenta con resultados más agradables gracias al valor de las letras, de las impresas, de las habladas, que suponen cultura, que implican recuerdos, que agrupan aprendizajes y sentimientos… La palabra es, en este sentido, y en otros, la clave para adentrarnos en el mundo de lo abstracto y de lo concreto, para limar asperezas, para sentir lo que es fundamental, y para dejar a un lado pesadas cargas por nimias causas.

El quehacer al que debemos dirigirnos cada día tiene que ver con la docencia, la que damos, la que recibimos, y aquí, sin palabras, no somos nada, no existimos. Al final, como al principio, siempre permanece el remanso de la palabra. De ella extraemos esa esencia que nos mantiene en contacto con lo que merece la pena, a menudo intangible, claro. La esencia está en la delicadeza, en la fortaleza, en la plenitud de la palabra, en todo lo que nos aporta, en lo que nos puede traer. La palabra es todo.

Juan TOMÁS FRUTOS.

miércoles, 14 de octubre de 2009

Posturas de solvencia comunicativa

La solvencia en los traslados de pareceres tiene que ver con la imagen de credibilidad de cada cual. La comunicación es entendimiento, es búsqueda, es conocimiento, es aprendizaje, es cultura en sentido amplio. Hemos de buscar el acuerdo. Sí, siempre, en todo momento, sin fisuras. Con él seremos capaces de acercarnos a la cima de lo positivo, de lo que tiene sentido. La vida es consenso, es participación, es entrega, es postura intermedia donde todos ponemos actitudes y debemos recoger la simiente de la razón a modo de sus diversas interpretaciones. Aquí juega de manera fundamental la Comunicación, base de toda construcción que se precie sólida.

El pacto ha de ser una cultura, una postura que nos acerca al conocimiento y que nos hace partícipes de diferentes realidades con frescura, con buen ánimo, con entereza, con la determinación suficiente para seguir adelante. Es fantástico, de verdad. La felicidad viene por esa llanura.

Los flujos de información nos enseñan no sólo contenidos, también lo que éstos implican: hay tras ellos, con ellos, una palpable idea de que se aprende de los demás, de la modificación de las perspectivas que todos y cada uno de nosotros tenemos. Hemos de abordar de manera calmada lo que otros “recepcionan”, lo que perciben, lo que son, lo que entienden, lo que les gustaría cambiar… Con ellos podemos aventurarnos en una nueva realidad de aprendizaje continuo.

No permanezcamos en posturas insolventes, insolubles, carentes de salubridad intelectual. Hemos de ser en comunión con los anhelos y presentimientos de los que nos rodean, que crean una opinión que ha de ser conjunta y complementaria. Todos debemos aprender de todos. Eso supondrá menos equivocaciones y más fortaleza en las opciones emprendidas, pues serán colegiadas.

La vida es lo que nosotros queremos que sea, al menos lo es en un porcentaje muy alto, a pesar de las circunstancias. Todos conocemos ejemplos de gentes que son capaces de superar los mayores obstáculos, mientras que hay personas que no se adaptan a pequeñas condiciones y/o circunstancias. La genética y la experiencia, ésta con procedimientos comunicativos en marcha, juegan sus particulares partidas. La comunicación sobre lo que ocurre, sobre su análisis, sobre cómo actuar, se tercia un proceso crucial para la mudanza en positivo, con la que siempre hemos de estar, por la que hemos de postular y que hemos de saber defender.

Ya saben: miremos las posibilidades de acuerdos, y tratemos de explicar cómo se consiguen y sus ventajas. Aprenderemos mucho. Las opciones son enormes, extensas, y de lo que se trata es de conocerlas y de compartirlas. Debemos perseguir y consolidar posturas de solvencia comunicativa con todo lo que ello lleva aparejado.

Juan TOMÁS FRUTOS.

martes, 13 de octubre de 2009

Soluciones conjuntas ante la realidad periodística

Miremos lo que sucede en el ámbito del Periodismo, y tratemos de “consensuar” sus posibles soluciones. Los resultados de los análisis sobre el sector periodístico son elocuentes. Quizá demasiado, pero miremos con buenas actitudes. Las últimas encuestas que más de la mitad de los periodistas ganan menos de 1.000 euros. La situación es mucho más dura para los más jóvenes, que, por otro lado, constituyen la generación, en este ámbito y en otros, más formada. Me remito al dato siguiente: el 77 por ciento de los periodistas tiene titulación universitaria, y, de esta cantidad, el 83 por ciento posee una formación específica en Periodismo.

Además, con más cifras en la mano, se trata de un sector expansivo, en crecimiento continuo: se ha doblado el número de empresas desde el año 2.002, alcanzándose las 103. Por otro lado, dos terceras partes de los profesionales de la información tienen menos de 40 años. Es, pues, un sector joven, en un segmento de edad muy interesante para incorporarse a nuevas fórmulas de trabajo y con una plena utilización de las Nuevas Tecnologías.

Hay datos para el optimismo, porque, además, queremos tener una actitud positiva, a pesar de que sólo un tercio de los contratos son indefinidos, pese a que un 12 por ciento de los empleados trabaja todos los fines de semana del mundo, aunque un 18 por ciento sale todos los días más tarde de las 22 horas, aunque la precariedad alcanza más a los más jóvenes y a pesar de que el intrusismo sigue estando ahí con fórmulas que llegan a ejercicios profesionales tan arduos como los de aquellos que laboran sin contrato (hay un 10 por ciento en esta tesitura).

Pues sí, hemos de ser optimistas con el fin de poder afrontar con fuerza y con coraje este siglo XXI, que aún se halla en sus albores, lo cual quiere decir que está pleno de oportunidades, que hemos de aprovechar. Únicamente con una perspectiva de ímpetu y de tesón podremos llegar a solventar muchos de los problemas que se repiten en los diversos territorios de nuestro país.

La situación es compleja, dura, para muchos jóvenes, chicos y chicas formidablemente enamorados de su quehacer, llamados al ejercicio de una profesión que hoy encuentra en ellos más vocación que nunca, quizá por las dificultades y por la saturación del mercado periodístico. Hay que ser imaginativos para utilizar fórmulas y remedios innovadores frente a las estructuras que estamos generando.

Repetimos a menudo que la unión hace la fuerza, y así es. Hemos de apostar por soluciones conjuntas, pactadas entre todos, cargadas de esperanza y de solidaridad, de amistad en sentido amplio. Vibremos, por lo tanto, en el mismo espectro de soluciones a los problemas que nos vienen planteados. Vivamos en la seguridad de que todo tiene solución, pero, para ello, claro está, hay que ponerse en marcha con determinación todos y cada uno de los días de nuestras existencias. Podemos mejorar entre todos una herencia que tiene que ver con el silencio y el conformismo. Mudemos los ejes de esa realidad cambiando un tanto de mentalidad.

Juan TOMÁS FRUTOS.

lunes, 12 de octubre de 2009

Agrupemos buenos sentimientos

Merece la pena tras los sueños de esta madrugada. Hemos sentido que estamos bien, que tenemos razones para experimentar el ocaso de lo nefasto, que es nimio al lado de lo que tenemos. Despertamos. Algo hay en ese aire que nos proporciona la vida. Hoy nos regala amistad, buenas vibraciones, amor, dicha… Sentimos ese toque mágico que nos hace conectar con las vidas anónimas de quienes nos rodean, que son nuestras también, como la misma existencia nuestra les pertenece. Todo estamos en comunión, en un nexo especial, aunque no lo veamos. De vez en cuando lo experimentamos, aunque no acertemos a definir el sentimiento que nos embarga en tales coyunturas.

Hay una música celestial, suponemos que cada cual la vivirá a su modo, que nos hace partícipes del pasado, de lo que otros han disfrutado, y que nos entronca con un futuro mediato o más lejano. Todo lo necesario, y lo que no lo es, se encuentra a la vuelta de cuatro esquinas. Las estructuras antropológicas funcionan así. Las miradas, aunque no siempre veamos los ojos, funcionan así. Tenemos suerte.

Cuando conectamos con los demás, estamos en ese abordaje a los sentimientos que nos convierte en seres excepcionales, aunque anónimos, que seguramente es mejor de este modo. Hemos de entonar himnos permanentes que nos ayuden a vivir en un permanente acto de servicio a los otros, que justifican el que hayamos venido a este escenario de eventos de todo tipo.

Hemos de agrupar los mejores sentimientos, que haremos de esta guisa más fuertes, y debemos continuar con la labor de aislar lo que no nos aporta ningún bienestar, ni a nosotros ni a los demás. El sentido común es un buen referente.

Vivir a flor de piel, esto es, con autenticidad, con mesura, dando más que recibiendo, y procurando que la felicidad tenga más que ver con los estandartes de esas emociones que hemos de compartir con conmemoraciones en misiones de ayuda constantes. Hemos de ser importantes, pero en relación a los demás, que son nuestra razón de ser y de estar. Volemos conjuntamente. Hay todo un panorama extraordinario que nos aguarda para recolocar las cosas que nos interesan. Nos daremos mucha gallardía en este nuevo estadio. Las causas de la felicidad no se conocen. Ojala las conociéramos. Lo cierto, no obstante, es que las buenas acciones nos hacen vivir de un modo especial y con la suficiente paz para completar el círculo de nuestras actividades.

Juan TOMÁS FRUTOS.

domingo, 11 de octubre de 2009

Entre la objetividad y la subjetividad de la comunicación

Todo es fruto de un trayecto, de una senda que no siempre volvemos a pisar, pero que nos da un regalo de experiencia muy interesante. Es momento de oportunidades, de confluencias de posibilidades que nos atañen, que nos regalan el mejor presente. Hay un torrente de ideas y de sentimientos. Confieso en esta mañana que todo se ha aliado para que nos convenzamos poco a poco, con voz queda, entre pensamientos de querencias ilimitadas. Me siento a favor de ello, de esa actitud que me implica con lo universal. Hemos esperado mucho como para que ahora se nos vaya de las manos lo que es y lo que tiene un sentido indescifrable. La comunicación ha sido clave.

Reconozco que la vida tiene su inicio y su final, pero únicamente lo advertimos cuando somos racionales. La subjetividad ha de estar marcada por los afectos, que han de confluir en las experiencias, en las quedadas de desayuno tranquilo y conversación fluida.

Debemos atender lo que pensamos, y hemos de convenir que la existencia es algo más que caminar. Lo primero que hemos de defender es que la prisa no nos caracterice, que no eleve el ritmo de los pasos compartidos, y que, en paralelo, tratemos de disfrutar con lo que nos ocurre. Hemos sido con pensamientos de géneros divertidos, y a ellos hemos de tender de nuevo.

No dejemos que las cosas se nos escapen de las manos. Vivamos el territorio con una verdad expansiva. Nos relataremos lo que es y lo que nos puede procurar que seamos dichosos entre los demás, a quienes hemos de tocar con la varita de las emociones no truculentas, no amarillistas, no esperpénticas, sino con aquellas otras que nos vienen definidas por la sencilla amistad, que nos ha de conmover con paciencia, con colores, con seguridades no atadas.

Acepto que todo puede ir bien o mal en función de lo que vaya sucediendo. Iremos viendo. El riesgo queda ahí, como la oportunidad, claro. No obstante, sí hemos de estar convencidos de la actitud, que mueve montañas, que es capaz de dar, cuando es positiva, lo que no somos capaces de imaginar. La confianza es el armazón de unos sentimientos que, en comunicación, serán todo, la matriz.

Es una buena mañana, ésta, como otras, y hemos de optimizar los recursos desde ya con el ánimo de llegar tan lejos como podamos, y no para ser más o mejores, sino para alcanzar la gloria de sentirnos plenos con lo que es, con lo que ocurre, con lo podemos ser. La ocasión está al doblar la esquina. Giremos sin prisa, y estemos prestos a los regalos que nos brindan todos los segundos de nuestras existencias, que, junto a la razón, tienen un alto componente subjetivo. Volcarnos en esos pasos intermedios será el sostén de esa comunicación de promisión a la que hemos de tender en todo momento y lugar.

Juan TOMÁS FRUTOS.

viernes, 9 de octubre de 2009

Intuiciones taurinas

-El arte adquiere tintes variopintos con trajes de colores, con capas y estelas, con gracejos y contemplaciones señoriales.

-Vives en la dormida sensación de un momento querido, soñado, suelto, causa y resolución de lo que tiene sentido sólo en el ruedo de la vida.

-No hay trampa: estamos tú y yo, siendo únicos en este todo efímero que nos ha tocado.

-Nos aclaman por lo que ven, y no por lo que somos. Nos intuimos.

-Imprimes carácter a mi ser, que se alimenta en ti, gracias a lo que me cuentas. Estamos hechos el uno para el otro.

-Todo el tiempo se alía para alimentar esta tarde.

-Antes de conocernos, sabíamos de este encuentro, inevitable, con dosis de fatalidad.

-Interpretemos luego lo que sucede: ahora debemos experimentarlo sin agarrarnos a ninguna condición.

-Sembramos ese alimento que surge de las suertes diseñadas con un arte tan espontáneo como estudiado. Hay reglas no escritas.

-Te diría, pero es mejor que me mires, que me veas, que me comprendas.

Juan Tomás.

Conocimiento y comunicación

El conocimiento nos viene de la comunicación, sí, con nosotros mismos, con la cultura histórica, con la experiencia, con los demás. Hemos de aprender de todo, todos los días. No paremos. Ése es un viaje de retorno con un equipaje variado, que nos muestre salubres. Hemos de mantener esa línea de comunicación multidisciplinar que nos invite a acoger diversos estados de ánimo, posturas complementarias y raíces de todo género. La pluralidad ha de ir acompañada de pluralismo, de buenos deseos, de lindas experiencias sin ocasos. Miremos más allá, y tratemos de ver lo que se esconde en la naturaleza de las cosas, que, a menudo, no se esconde verdaderamente: ocurre que no lo vemos con la facilidad de su sencillez. Evitemos asperezas.

Abramos las ventanas, quitemos las puertas, sintamos que estamos en la misma onda, porque verdaderamente lo estamos. En muchos momentos simplificamos las cosas complejas y hacemos complicadas las que son entendibles a la primera, o deberían serlo. Mudemos el chip. Intentemos dar con ese modelo que ha de salpicarse de flexibilidad, de planeamiento, de mesura, de idas y de vueltas hacia ese lado que ha de proponer un cambio de mentalidad en la idea de aprender todos de todos. Durante la historia hemos demostrado que somos capaces de ello, y de mucho más.

Cojamos, pues, con entereza las posibilidades que nos vienen con una frescura enorme y, además, con el anhelo de transformación. Podemos acercarnos más, y conocer más, en la seguridad de que nos sentiremos más confortados con la naturaleza de un entorno que hemos de admirar como aliado que es.

Apliquemos el remedio de sanar con la meditación, con los intercambios de pareceres, con las voluntades decididas de llegar a los puntos y cimas donde todos tendremos el uso de la palabra desde los soportes democráticos de la tolerancia, del respeto, del cumplimiento de los derechos y deberes de cada cual, etc. Es una buena opción, quizá la mejor, puede que la única que nos hará libres de verdad.

No vendamos conocimiento, sino más bien tratemos de compartirlo con generosidad y perspectiva de futuro. Con la línea comunicativa abierta, sin trazar fronteras ni límites, con el corazón ampliado y dulcificado por la voluntad cotidiana de ser en sociedad, insistamos desde la interacción informativa para estar más en ese escenario en el que juntos podremos y seremos lo que todos queramos ser. Digamos el qué, el cómo, el porqué, el para qué, sin olvidar a los protagonistas, que han de ser amplios y heterogéneos, lo cual constituirá una base interesante, fuerte y relevante de verdad. Pensemos en seguir comunicando, o en comunicar mejor, según el caso. Esperamos que la línea esté abierta. A ello hemos de contribuir cada uno de nosotros y de nosotras en la convicción de que la vida será mucho más bonita. Los ejes, las bases, han de surgir de esos dos complementos que son el conocimiento y la comunicación. Empecemos en el orden que sea, pero lleguemos, por favor, a conjugarlos.

Juan TOMÁS FRUTOS.

jueves, 8 de octubre de 2009

A propósito del mundo taurino

-Eres de otra estirpe, heredero de la historia, que, esta tarde, se encuentra con su esencia.

-Nos abandonamos en esta faena para reconocer lo que hemos sido, lo que somos.

-El poder está en la embestida a la vida, convertida en esta lucha de sempiternos segundos.

-Nos congraciamos con el pudor y nos mostramos con familiaridad aunque somos dos desconocidos.

-Somos de perfil, con garbo, moviéndonos en el albero, en el aire.

-No me cuentes quién soy: lo veo en tus ojos, lo siento en tus mugidos.

-Tengo valor por fuera, aunque el espíritu flaquea. Aguantemos el dolor que nos llevará a la gloria.

-Entras a los lances, a mis peticiones de un recorrido que nos eleva con el color rojo.

-La soledad recorre todo mi ser. Mis venas van a estallar. Tú y yo somos el centro del universo, de su fuerte hermosura.

Juan Tomás.

El sustento de la comunicación

El fin no justifica los medios, pero hemos de tener un objetivo, que, a nuestro entender, como mínimo, está en comunicar lo que somos y lo que sentimos. Establezcamos sendas y cauces para procurar que la comunicación fluya en el sentido y la cantidad que necesitamos. Vayamos desde lo individual a lo colectivo, y hagámoslo con ejemplos. Así, me vinculo a ti con la noria de una comunicación que nos hace converger con lo mejor y con lo peor, con lo bueno y con lo malo, con lo que es y con lo que no. Hemos de recorrer un programa de novedades que nos ha de permitir el triunfo a través de poder asumir una serie de gustosos cambios que nos porten por el camino de la comunicación como base y eje del sistema, de la mejora y de la transformación.

Podemos contemplar los criterios, pero, sin que interactuemos con ellos, no es posible que se de una comunicación real, certera, buena, consumadora de la genuina mudanza a la que hemos de atender con el mejor anhelo. Hemos de llegar a ser, y, seguramente, seremos en la diestra cara de la amistad que nos puede, que nos consigue y que nos consuela con entornos suaves.

La existencia nos envuelve con un papel cargado de contenidos que han de fraguar con reglas que nos invitarán a deleitarnos del mejor modo que podamos. Nos hemos de señalar con consideraciones que contribuirán a que aprendamos de un modo integral. La comunicación es el sustento de todo ello, debe serlo, lo será si actuamos con propiedad y con buenas intenciones. Las tenemos.

Hemos de ligar conceptos, de arreglar los entuertos, de acercar distancias, de vivir en la paz que nos empapa de ideas con vencimientos de género perfecto, de índole genial. Debemos intentar el acuerdo cada día, con razones variadas, con insistentes dichas. No acortemos: hagamos el mundo más amplio. La comunicación ha de ser la regla de oro que endulzará los espacios propios y ajenos.

Busquemos cauces y sintonías para señalar lo que queremos hacer, lo que podemos hacer, lo que precisamos hacer. Estamos listos para adecuar lo que somos. Comuniquemos las intenciones y también el punto al que podemos llegar gracias a ellas. Estamos, o debemos estar, en la hermosura de lo que nos place con resortes sin impedimentos. El vínculo nos da obras que están por determinar y por llevar a cabo. Tenemos suerte, mucha suerte, de empezar y terminar con simpatías y bellezas que nos llegan con ese sí que procura el placer de la existencia misma. Nos convencemos, poco a poco, sin prisa, desde el intercambio y la comunicación. Hemos marcado unas sendas que son cauces de pensamientos que han de confluir en el término medio con la quietud y la mesura que otorgan la sabiduría mezclada con experiencia. Ambas vienen de la comunicación. Ésta ha de ser el sustento real de la vida, y ha de estar acompañada de esa verdad relativa que hemos de intentar aprender cada día.

Juan TOMÁS FRUTOS.

miércoles, 7 de octubre de 2009

Crecemos gracias a la comunicación

Vivimos y somos más maduros gracias a la comunicación, a sus reflejos, a sus causas y consecuencias. Necesitamos trechos y espacios para comprender la realidad que nos une, la que nos circunda y nos permite la convivencia en el día a día. Asumo que los cambios siempre son para mejor, porque son oportunidades de razones y de criterios que han de crecer como la levadura en otoño. Acierto con la mirada hacia ese tono tuyo de hablar que me engrandece porque cuenta con mis pareceres, que se suman a los tuyos. El positivismo nos conduce por recuerdos y palabras de sensaciones eternas que nos pregonan astucias de pensamientos queridos. Estamos en la verdad, en su itinerario, en su fogosa búsqueda ante el cúmulo de ideas que nos tocan con resistencias de toda índole.

Hemos crecido con el paso del tiempo, con la voluntad de ser entre astutos anhelos que guardamos en modelos de pertinaces objetivos. Aumentamos las querencias por el destino que nos ha de embriagar con resortes comunicativos que nos aclaren con independencias de criterios. La sagacidad se cultiva, y el intelecto puro también. Hemos de habituarnos a tomar pareceres de otros, a interpretarlos, a incrementar los valores propios a través de la paciencia. Nos hemos de gustar, y para ello nos debemos conocer.

Hemos de ubicarnos entre espacios de entendimiento para comprender que el verdadero bagaje viene con el viaje ancestral que nos ha de premiar con opiniones de unión en lo espiritual, en lo anímico, en lo personal y en lo profesional. Juntos somos mejores: todos podemos contribuir al crecimiento del que está al lado.

Hemos de perseguir la comunicación con los demás, con sus pensamientos, con sus fines, con sus pretensiones más o menos cercanas, y hemos de procurar que el entendimiento sea la máxima con la que nos movamos. Nos hemos de intentar ver en un nuevo escenario. Somos lo que podemos ser, lo que nos atrevemos a ser, y siempre desde el respeto y la tolerancia. Es la base de la convivencia democrática.

Hemos de pretender la pro-actividad en la marcha placentera de la comunicación. Hemos de insistir, de persistir, de movernos a favor de ella. Nos hemos de dar los buenos días y las buenas noches con ese afán, que nos ha de guiar en todo momento. La vida es mientras comunicamos, mientras somos en relación a los demás. Hemos de procurar que sea así. Seguramente daremos con una mayor dosis de felicidad, que hará fermentar una comunicación más grande y amplia. Ya sabes: busco tu comunicación. Nos tendremos en tanto en cuanto la consigamos para los dos, para todos. Nos necesitamos, y precisamos contarlo en cada ocasión, aprovechando todas las oportunidades.

Juan TOMÁS FRUTOS.

martes, 6 de octubre de 2009

Más ideas taurinas

-Eres ese destello que me ilumina en las sombras de la pugna de igual a igual con la Naturaleza.

-Te miro a los ojos, y me veo a mí, luchando con ese interior apasionado.

-Hay todo un planteamiento de avances y de retrocesos con gustos de todo género: oímos la música de un pasodoble.

-Somos ese centro de atención de pensamientos en comunión. El público nos entiende…, y aplaude.

-Hemos derrotado el temor: sigue ahí, bufa, pero no tan fuerte.

-Dibujamos ese círculo natural que nos imprime carácter y nos hace un único ser con el capote y la muleta.

-Nos comunicamos con el gesto, con el pase, con la mirada, con la atención que nos recrea en la lucha que hierve, que declara intenciones con reglas no escritas.

-El negro es el manto que eleva los ánimos en esta encrucijada vespertina. Es la soledad tuya y mía.

Juan TOMÁS.

Frases taurinas

-Y el toro sabe, siempre sabe, que, sin faena, no hay vida.

-Se alza altivo ante ese quehacer que es arte.

-Mira con poderío, como aconsejamos en la existencia.

-La naturaleza no se distrae cuando hay esencia.

-Juramos amistad eterna con esta entrega que es pasión.

-Siento la herida de la vida, que viene con sangre, con humor, con soledad, con todo y con nada.

-La música la llevamos en el corazón, que siembra de amor todo lo que hacemos.

-El pase es la devoción entregada para asistir al juego en el albero del destino.

-Te he visto con claridad, y nos hemos juzgado como apasionados en el devenir festivo.

-Esbozamos sentimientos que se mantienen en el tiempo. Cuajamos amor.

-Contemplo la faena con el grito silente del que está en espíritu.

-Me sincero con tu porte en ese momento indeleble que nos hace gozar en la otra cara de la existencia. Eres fuerza.

Juan TOMÁS.

A propósito de una nueva exposición de Joaquina Illán

Marcados por el amor y el arte, entregados a ti

Sé bienvenido a la gracia de lo humano, al entendimiento antropológico que nos agudiza el ingenio y el amor. Repasamos los recuerdos en forma de pases, de cercanías, de complicidades, de posturas y de naturalezas dinámicas que gustan de sabores y de aromas a tradiciones y corazonadas.

Sé tú mismo en este viaje sincero, sin plazos, sin premuras, donde el tiempo lo pones tú, mientras jugamos con el espacio, que también lo enmarcas como quieres, pues toda obra esconde el secreto a voces de los sueños, que nos han de señalar el trazado de la felicidad y del enamoramiento perpetuo.

Sal de ese caparazón sin brillo de la rutina diaria, y busca la permanencia en los semblantes de toros y toreros, que nos unen a las miradas de aquellos que anduvieron en pos de la frontera de la empatía y del entendimiento.

Hemos detenido estos instantes precedentes por ti (enseguida los vas a contemplar), porque sabemos que nos reconocemos en tus gustos, en tus ensimismamientos, en lo que es serena complacencia por otear y entender en el otro la dignidad no descuidada. La voluntad del amor y del arte, con una entrega total, hoy se confunden en ti. Comunicamos.

Juan TOMÁS.

Lo que envuelve la comunicación

Algunos envoltorios de la comunicación

La mirada

Los ojos son el todo en la persona: nos dicen quién es, lo que es, lo que le gustaría ser, su futuro, su ilusión, lo que piensa, lo que confía, lo que espera…

Las manos

Nos caracterizan mucho las manos de una persona: su fuerza, su convicción, su memoria, su resistencia, su empuje y su voluntad para hacer las cosas, lo que ha hecho anteriormente, su destreza, su hermosura…

La posición

Nos indica la postura o la actitud de todo y en todo momento. La coherencia de las formas, o su ausencia, nos declara lo que es un ser humano, su voluntad, lo que alberga, lo que es capaz de hacer.

La soltura

Vemos a la gente en función del ritmo que imprime a lo que realiza, de cómo lo subraya, de las formas, de lo que irradia de su interior. Hay una especie de carisma o de impronta que emana al exterior, y lo captamos.

Los movimientos

Cuando nos movemos esbozamos deseos, sentimientos, formas de ver y de entender la vida. Avisamos de intenciones, de creencias, de motivaciones, de criterios, de voluntades, de cómo somos también…

La interacción

Es la prueba definitiva. En función de las respuestas sabemos si funcionan los flujos comunicativos, las intenciones, los objetivos, las convenciones y/o subjetividades. Con la interacción se produce la comunicación verdaderamente. Ahí nos conocemos un poco más y un poco mejor.

Juan TOMÁS FRUTOS.

lunes, 5 de octubre de 2009

Por los instantes del viaje comunicativo

La existencia, esencialmente, se constituye de instantes, de poderes espirituales que se sustentan en muchos aspectos intangibles que tienen que ver con el trabajo diario bien hecho y procurado desde la comunicación mutua. Busquemos la frecuencia y demos con la sintonía que nos ha de permitir el entendimiento, la asunción de roles y de actividades comunes y compartidas. Contemos cosas. Sé bienvenido a la gracia de lo humano, al entendimiento antropológico que nos agudiza el ingenio y el amor. Repasemos los recuerdos en forma de pases, de cercanías, de complicidades, de posturas y de naturalezas dinámicas que gustan de sabores y de aromas a tradiciones y corazonadas.

Sé tú mismo en este viaje sincero, sin plazos, sin premuras, donde el tiempo lo pones tú, mientras jugamos con el espacio, que también lo enmarcas como quieres, pues toda obra esconde el secreto a voces de los sueños, que nos han de señalar el trazado de la felicidad y del enamoramiento perpetuo.

Sal de ese caparazón sin brillo de la rutina diaria, y busca la permanencia en los semblantes de los conciudadanos/as, que nos unen a las miradas de aquellos que anduvieron en pos de la frontera de la empatía y del entendimiento.

Hemos detenido estos instantes precedentes por ti, porque sabemos que nos reconocemos en tus gustos, en tus ensimismamientos, en lo que es serena complacencia por otear y entender en el otro la dignidad no descuidada. La voluntad del amor y del arte, con una entrega total, hoy se confunden en ti. Comunicamos. Es una experiencia única, excepcional, y por eso variamos hacia ese tono que ahora nos complace de manera silente.

Nos preñamos con lo natural. Sabemos que hemos de hallar la esencia de la vida en la conquista comunicativa, en el acercamiento al idealismo, a los sentimientos, con prestaciones de generosidad en órbita. Iremos con recuerdos sin suposiciones, y nos plantearemos una realeza con gracias y potencialidades y con rendimientos que serán exponentes de la vida a la que queremos derivar, que deseamos saborear de nuevo. Estamos en sintonía, y eso es ya un inicio, o, cuando menos, una vuelta a empezar pero con más visión. Miremos. Daremos con algunos puntos en los que el convencimiento es que hemos de buscar el consenso compartiendo ejes comunes y avisos de alegres pensamientos con interacciones infinitas. La singladura sobre la investigación de lo que acontece en lo humano nos ofrece un brindis permanente que hemos de coger con la cosecha de cada primavera y desde influjos comunicativos fundamentales y fundamentados.

Juan TOMÁS FRUTOS.

Te admiro

Gestiono mis deseos con los tuyos, y mezclo la verdad que es todo y medio nada. Sabes que te admiro.

sábado, 3 de octubre de 2009

Por los espacios comunicativos

La idea, en nuestras vidas, es que combinemos procesos. Hemos de aspirar al equilibrio como referencia existencial. Hemos de ser como los juncos, esto es, debemos estar agarrados a la tierra, pero hemos de saber afrontar las fuertes tormentas que, de vez en cuando, aparecen. El tiempo transcurre con una marcha imparable que nos da un poco de miedo, quizá demasiado. Hemos de aprovechar los segundos de una novedad que nos descalza a la salud de una mejora cualitativa, de un conocimiento profundo. Somos enganchando con la historia de la experiencia, la propia, la de otros, y establecemos dogmas más o menos cercanos, sagrados, conjuntados con un entorno inmediato, clarificador, sentido, querido.

Necesitamos espacios, andar de otro modo, con sorpresa, con novedad, con constancia también. Nos damos valentías, prestancias, creencias, y continuamos con el amor como presente, como divinidad, como trozo importante de lo que justifica el caminar cada día.

Hemos de tomar la intuición como referencia. Ante la duda, ha de ser la bondad la agraciada compañera que nos haga felices. Cantemos con la dulzura que nos permite que la dicha sea la expresión de un deseo hecho realidad. Debemos contar con esos ingredientes que nos den historia, ternura y pasión. Hemos de participar en ese camino que nos consiente y nos enseña.

Debemos comunicar con mesura, y, en todo caso, hemos de aprender de los otros con la fórmula de tener el corazón tan a la escucha como abierto. Los temores no ayudan. El conocimiento sí nos permite llegar a donde queramos. No hay más verdad que utilizar el visor flexible y convencido de la verdad de los otros como método ascendente para demostrar que podemos mejorar en todo momento, en cualquier lugar. Hemos de aproximarnos.

Nos debemos disponer el tiempo necesario, sin prisa, pero sin pararnos, con el propósito de acercarnos a donde las imágenes nos han de dar no sólo voluntad, sino también deseo, que hemos de configurar con un concurso colegiado del que hemos de aprender repetidamente.

Nos hemos de dar la tregua necesaria para prosperar con la afinidad de los otros. No estemos solos. No es bueno. Demos con ese toque de inteligencia que nos ha de sostener en ese proceso de tener en cuenta a todos en todo momento. Para que eso sea posible, hemos de dejar márgenes, hemos de poder funcionar con moldes abiertos, con ventajas de terminologías preciosas.

Nos debemos mostrar enamorados de la vida. No hemos de resistir ante el afán de conocer. Ha de haber flexibilidad, holgura, reafirmación de utilizar márgenes para abrir los corazones y las mentes hasta el punto de vivir el convencimiento de saber que la verdad está en todas partes. Ejerzamos, en su búsqueda, la comunicación. Con esa perspectiva aprenderemos mucho más, más de lo que podamos pensar. Lo veremos. Intentemos navegar todo lo que podamos por los espacios de la comunicación desde la inspiración perenne.

Juan TOMÁS FRUTOS.

viernes, 2 de octubre de 2009

Por la empatía comunicativa

Hay que procurar conectar todos los días con lo que constituye el canal de la comunicación, es decir, con todos su resortes, lo que nos procurará satisfacciones reales. Intentemos poner las cosas en su sitio. Las importancias, en el contexto comunicativo, pese a ser todo relativo, están ahí. El mundo corre, y, pese a sus contradicciones, también en el ámbito comunicativo, surgen instantes que nos dan coraje y una visibilidad de las posibilidades en positivo que nos envuelven. Comunicar es la base de todo, del entendimiento, de la solución a cuanto ocurre. Vivimos ese día que justifica muchas noches. Ya podemos contar lo que sentimos, que es mucho y, durante todo el tiempo, fruto del deseo, de las ganas de ser felices. La versión de cuanto nos llega nos complace en forma de esos instrumentos comunicativos que nos rodean y que nos ofrecen toda una serie de opciones de conocimiento. Damos gracias a lo que acontece.

Los nuevos instrumentos y elementos para encaminar los procesos de comunicación nos ofertan ocasiones que hemos de aprovechar. Somos los privilegiados de ese mundo que ha de trabajar para que se de un equilibrio de fuerzas y de intenciones. No olvidemos que, para que haya serenidad, debe imperar la justicia.

Las trashumancias de datos y de sus interpretaciones nos han de brindar un contexto que nos ayude a ser más y mejores personas. Nos hemos de consolidar como esos baluartes de unos procedimientos que han de operar en las condiciones más óptimas.

Consumamos efectos y afectos desde unas buenas intenciones, lo cual puede ser garantía de continuidad y del suficiente entusiasmo para seguir adelante. El ejercicio “comunicacional” nos hace de una determinada manera. Ajustamos objetivos y su consumación, vemos con otra perspectiva, y sacamos partido a lo que ocurre en la consideración de que el mundo se mueve en una dirección correcta, esto es, la del aprendizaje.

Las tecnologías han permitido que la vida sea más cómoda y ágil en muchos aspectos y sentidos. Debemos procurar que esto siga así, y, además, sin desniveles. Nos hemos de procurar una solvencia en todas las esferas y con los condicionantes que complementan las voluntades y los fines comunicativos.

La complicidad ha ser siempre un buen instrumento para dar con las razones de los otros. Hay que “empatizar” con los que nos rodean. Sólo así entendemos, podemos comprender, lo que les ocurre, el porqué, así como sus anhelos, sus vicisitudes y sus propósitos. Las claves del mensaje están en el empeño por llegar a los demás, a lo que llevan dentro, a lo que son.

En el frontispicio del reconocimiento comunicativo hemos de colocar el anhelo de la felicidad a través del trato societario, de la relación perenne, del respeto y de la tolerancia en las relaciones humanas. No es sencillo, pero sí es cierto que, con el tiempo y con tesón, se consigue una dicha y una satisfacción por el trabajo y por sus resultados que, por fuerte y por intangible, procuran que esa complacencia nos lleve a unas esferas de razones y sentimientos que hemos de atesorar sin demora y con voluntad de continuidad.

El objetivo para nosotros, y para los demás, es estar bien con lo que hacemos, teniendo en cuenta las repercusiones en los que nos rodean. Ahí está. Aunque puede parecer evidente, hemos de emprender la faena diaria de contemplar, de disfrutar, de empaparnos de todas las ventajas aquí retratadas.

Juan TOMÁS FRUTOS.

jueves, 1 de octubre de 2009

La relevancia de la comunicación gestual o kinésica

En la comunicación todo es relevante, pero hay elementos o recursos que lo son más que otros. Nada es desdeñable, pero ajustemos las medidas, que nos darán una visión mejor. La intercomunicación a través de los signos y símbolos gestuales es la más genuina y la más influyente. No cabe duda de ello, por lo que iremos diciendo a continuación. La semblanza de lo que deseamos contar se ciñe bastante con los gestos y los símbolos de las cuestiones que ocurren, y lo hace con una certera admisión de caracteres. Somos, en el 80 por ciento de lo que comunicamos, el aspecto visible y visual, la percepción que gráficamente queda en las retinas de cada cual. El gozo, las sonrisas, los movimientos, los silencios con ademanes de diverso género… nos dicen lo que somos, lo que pretendemos ser, lo que llevamos en el interior, aunque digamos otra cosa. Si hay contradicción, y eso es sabiduría popular, nos quedamos con lo que vemos y no con lo que indicamos oralmente o por escrito. Seguimos normalmente no a las palabras sino los hábitos de los que nos rodean.

Con el tiempo, las actitudes nos señalan el camino, y éste queda trazado, salvo que cambiemos de posturas y de formas. Por eso es tan importante que hagamos lo que decimos, porque eso nos da coherencia, y, por ende, credibilidad. Debemos compatibilizar el verbo con la acción, y, de esta manera, el uno y la otra acaban complementados.

La asunción de competencias ha de ir acompañada de pensamientos fortalecidos por la realidad de cada día, que ha de tener como sustento hechos, que no razones únicamente. Con ellas, con las razones, con los criterios válidos, llegamos un poco más allá, más lejos, con más definición respecto de lo que nos complacería ser.

La “kinesia” es un lenguaje universal, que existe desde el origen de los tiempos. Todos comunicamos con los sentimientos, que constituyen un nivel básico para dar a entender lo que somos y lo que anhelamos. La tristeza, la alegría, los desencuentros, las paciencias o impaciencias, la nostalgia, el amor, la solidaridad, el afecto, etc., son actitudes que nos caracterizan en el deambular diario. Además, se perciben, sobre todo, por lo que hacemos u omitimos. El aspecto es básico. Da igual lo que digamos. Somos lo que efectuamos finalmente, lo que realizamos de verdad.

En consecuencia, conviene que tengamos muy presente el envoltorio externo, que pensemos que lo que comunica es nuestra imagen y la estampa de lo que representamos cada jornada. Influye, sin duda, y más de lo que pensamos. Si meditamos sobre lo que vamos a decir, sobre el contenido de las cosas, y ése es un consejo que debemos repetirnos, no debemos olvidar el continente, que es la superficie que puede hacer atractivo e interesante lo que postulamos con más o menos reflejos, desde una interioridad más o menos definible.

Asimismo, destaquemos que aquí no valen fingimientos. Hemos de atesorar raíces y deseos tan auténticos que no tengamos que demostrar lo verosímil. Lo que debemos defender es que siempre nos mostremos con la verdad por delante, con su búsqueda, con la mejor intención de llegar a ella. Es, como decimos, lo deseable. Pensemos que lo que vemos nos llega por más sentidos que lo que escuchamos, y por lo tanto se ha de tener más presente. La comunicación es un conjunto de actos y de incidencias desde el contexto que fuere. Debemos reflexionar sobre ello, y obtener las oportunas conclusiones, para seguir aprendiendo, claro.

Juan TOMÁS FRUTOS.