lunes, 30 de noviembre de 2009

Sobre las circunstancias comunicativas

Las circunstancias definen y perfilan todas las iniciativas y actuaciones de nuestra vida diaria. En la comunicación es básico que amoldemos todos los elementos y recursos que tienen que ver y que intervienen en ella. En los aparatos de televisión más antiguos, aquellos de los años 50, 60 y puede que hasta de principios de los 70, había una manivela que ponía en su parte inferior: “ajuste fino”. Era, precisamente, para corregir un poco una señal audiovisual que no siempre llegaba en las condiciones apetecibles y/o deseables.

Me sirve este preámbulo para hablar sobre los ajustes de la comunicación, que ha de estar en un perenne chequeo, en el compromiso de conocer qué es lo que se dice, con qué motivaciones, cómo, por qué, desde dónde, hacia qué conclusiones y/o oportunidades, etc.

La comunicación es un proceso tan expansivo, aunque se trate a veces, muchas, de procesos locales o minimalistas, que hemos de aplicar actuaciones de comprobación en torno a cuáles son las intenciones con las cuales nos queremos mover.

La vida es el directo, según nos recordaba una canción, y en ese directo nos hemos de mover hacia ese horizonte donde podamos aprender todos de todos con el afán de conseguir una cultura compartida, consensuada, mestiza, con lo mejor de cada cual, respetando las minorías, así como los anhelos de quienes conforman la sociedad, que, repetimos, somos todos.

La comunicación es ese proceso que se da entre emisores y receptores, a través de uno o varios canales, con unos determinados códigos lingüísticos, teniendo en cuenta el contexto, buscando la significación del lenguaje gestual y de la proxémica, aspirando a un mensaje claro, cercano, explícito, breve en sus planteamientos para que sea asumible por todas las partes, y siempre con el propósito de generar una pro-actividad, esto es, una retroalimentación, un efecto, unas consecuencias, etc.

Cuando algunos sentimientos o algunas ideas no estén lo suficientemente desmenuzadas, hemos de recurrir a la redundancia, a la vuelta a la explicación, con el objetivo de que se produzca un procedimiento pleno, brillante, de ida y de vuelta, enriquecedor, por lo tanto.

Busquemos, por lo tanto, el contacto, escuchando, cediendo para que el otro (o los otros, o las otras) nos vean como aliados. El proceso más maravilloso que vive el ser humano es la conexión con los demás. Es cuestión de mejorarlo, de vivirlo, de protagonizarlo con pasión y con mucho positivismo. Ya saben: hablamos de intercomunicaciones, de engarzar en el ámbito de la comunicación. Pensemos en las circunstancias que rodean todo este proceso.

Juan TOMÁS FRUTOS.

sábado, 28 de noviembre de 2009

Por dentro

Dirigimos el contento hacia el amor más sano. La verdad nos hace más fuertes. Seremos más guapos por dentro.

Actitudes corregidas

Nos promovemos como amigos. Lo seremos por siempre. Participamos. Hemos corregido actitudes.

viernes, 27 de noviembre de 2009

El Colegio Profesional, una obra de todos para todos

Es para mi un honor mostraros este pequeño opúsculo que no tiene más vocación que hilvanar toda una serie de informaciones dispersas que había sobre la Asociación de la Prensa y acerca de todo el proceso de tramitación realizado hasta culminar en la creación, en paralelo, del Colegio Oficial de Periodistas.

Aquí encontrarás un poco de todo: información acerca de nuestra historia, sobre las publicaciones y nuestra presencia mediática, de nuestro patrimonio artístico, de los fines que perseguimos, y, claro está, en torno a quienes somos, así como hacia dónde vamos y sobre las actividades diarias que desempeñamos, que son muchas y de diversa índole.

Por ejemplo, os mostramos la importancia de nuestra biblioteca, repasamos las numerosas actividades de nuestra historia y, si tienes dudas de algún aspecto legal, te dejamos la Ley que nos rige, en el caso del Colegio, sin olvidar los Estatutos de la Asociación, de la Hoja del Lunes y del propio Colegio.

Compañero/a, queremos que tengas esta obra a mano, casi de consulta periódica, para que repases lo esencial y también lo anecdótico. Poco a poco la iremos “engordando” (sin prisa, pero sin pausa) con aspectos de todo género, y, en sucesivas ediciones, iremos construyendo el castillo de esas ilusiones pragmáticas que conforman nuestra realidad profesional.

Te presentamos, igualmente, direcciones donde puedes hallar documentación nuestra, alguna de ella muy actual y muy útil en los actuales tiempos, donde la formación lo es todo, a la par que el conocimiento permanente y constante.

No se os escapa, porque lo reiteramos mucho, que estamos ante una etapa maravillosa, llena de tantas oportunidades como seamos capaces de gestar. Seguro que el futuro, pese a su complejidad, que no debemos soslayar a la hora de afrontarla, está lleno de opciones, que procuraremos (todos juntos, eso sí) aprovechar.

De momento, queda en vuestras manos esta obra, que busca crear una idea de grupo y de conjunción de intereses. Por ahí anda buena parte de nuestro afán, que ha de poner en valor siempre algo bien sabido: “la unión hace la fuerza”. Como solemos repetir, porque es cierto, el Colegio es una obra de todos y para todos. Ésta es una piedra más del sustrato que estamos consolidando.


Un fuerte abrazo a todos/as,

Juan TOMÁS FRUTOS.

P.D.: De la presentación de libro dedicado a la Asociación de la Prensa y al Colegio Oficial de Periodistas de la Region de Murcia.

Trabajo constante por y para la comunicación

La labor ha de ser diaria, sin cejar en el intento, procurando ganar experiencia y memoria. Incrementemos las posibilidades y los modos de comunicar, superando todo obstáculo o miedo al fracaso que podamos tener. Me pongo a trabajar en esa idea que nos puede acercar. Ésa es la referencia, como tú. Me siento obligado a cambios con los que cruzar el río de la vida, que es fruto de etapas anteriores y todo un enorme tránsito hacia nuevas cosechas. Es gracioso lo que veo, lo que aprendo, lo que tengo, lo que soy, gracias a la intercesión de un proceso de ansias repetidas. Sigo mirando lo que haces, con el propósito de aprender, de disfrutar con lo que tú realizas, que tan bien compartes.

Hemos agotado algunos recursos, que hemos de complementar y rellenar con unas voluntades profundas. Nos alabamos con unas promesas ingentes que nos influyen con resoluciones ante lo negativo, que hemos de ponderar y hasta superar. Hemos llamado la atención sobre cuanto nos complace, que ha de ser para los demás también. Todos debemos vivir en positivo. Nos relevamos en la singladura que nos consuela cuando las cosas no salen como deseamos. Hemos de procurar enmendar esas planas que nos detienen.

La creatividad es el instrumento de la moderada ansia hacia la mejora, hacia el aprendizaje, en consonancia con lo que nos rodea, que ha de presentarse como importante, incluso cuando se trata de cosas pequeñas. Ensayamos, o debemos, con alternativas serias que nos conducen por vericuetos de palabras más o menos sabrosas con las que alimentar los anhelos de felicidad que recurrentemente nos inundan.

Persigamos esos dones de la naturaleza que, en forma de habilidad o de capacidad, nos consuelan en las largas noches del invierno, que va más allá de lo meteorológico. Vivimos y aprendemos: ésa es la ruta, ése es el momento, ahí queda el ímpetu con el que culminar muchos procesos.

La técnica es importante, diría que fundamental. No obstante, las ideas siguen siendo los exponentes de las transformaciones, de las ayudas para mejorar, de lo que tiene sentido para pensar a medio o largo plazo en el mañana. El sustento ha de estar en la imaginación bien intencionada, en la ponderación de los sentidos. Seamos atrevidos de vez en cuando para saltar los obstáculos que nos regala la vida como asidero para poder madurar.

Gustemos con las soledades que son sorpresas y anhelos desde la distancia y la justicia más noble, pero, al tiempo, busquemos en los rincones de los corazones que nos rodean, que todos los días nos han de procurar ese alimento que es la felicidad, aunque sea a dosis pequeñas. Ya irá creciendo. Para esa fermentación también necesitamos creatividad, muchas cantidades de su expansivo elemento. Nos transportará a mundos imaginados, y a otros que están por venir. El quehacer ha de ser perenne, constante, sin tregua, no caduco, y siempre prestos a permitirnos todo el aprendizaje que sea posible.

Juan TOMÁS FRUTOS.

jueves, 26 de noviembre de 2009

Empatía y simpatía en la Comunicación

Pensar en las características y en las condiciones de los que nos rodean, con valentía, con juicio, con valores próximos, teniendo en cuenta sus circunstancias, y desde posiciones simpáticas y empáticas, constituye una base cierta de conocimiento convencido y de comunicación. El planteamiento en la vida, como en la comunicación, ha de ser intermedio. Utilicemos esa perspectiva. No nos distanciaremos, al menos, de quienes están más cerca. Afirmamos las evidencias que nos traen repasos de conductas y de entendimientos en el ámbito comunicativo. Estamos prestos a hacerlo viendo que hay, porque lo hay, un valor añadido en contarnos lo que ocurre. Hemos sido en la fugacidad de un crecimiento que nos dejó en un momento bueno de la fuerza, que nos distrae con resoluciones verdaderamente relativas, como casi todo en la vida. Hemos de plantearnos unos instantes de consentimientos mutuos. Hemos de fijar algunos anclajes para movernos entre injerencias y herejías.

Juntos podemos entre poderosas intenciones que no han de nublarnos la vista. Juramos convencimientos eternos de efímeras caricias al saber, que hemos de endulzar con más comunicación, que nos ha de liberar. El conocimiento ha de gestar más empatía, más resolución, menos conflictos, medicaciones ante las intenciones que se suceden con normativas más o menos básicas.

Hemos de aprender de lo que acontece, de lo que ocurre con una simpatía más o menos brillante. Hemos de generar más creíbles intenciones con atenciones supuestas. Iremos a alguna parte para consolidar aspectos considerados muy elementales, pero, en todo caso, precisos para incrementar nuestras personalidades, que han de madurar con prestaciones de gran enganche a lo que tiene sentido, que es casi todo lo que se advierte con una buena voluntad y con una mejor dedicación.

Refrescar lo que somos, lo que pretendemos, nuestros objetivos, y con la divisa de una comunicación constante en lo interior y en lo exterior, es el sustento de un protagonismo de preferencias que hemos de compartir completamente. Nos hemos dado unos soportes que debemos aprovechar en todo tiempo y lugar. Nos confesamos apoyos tan singulares como incondicionales. Hemos buscado palabras que hoy, como ayer, tienen, o han de tener, un cierto sentido.

Apliquemos el método del balance saliendo de los errores repetidos desde intereses variopintos. Hemos de contar todos los recursos, todos los condicionantes, desde el sabor de la intención linda, que la tenemos, o debemos, y así saldremos con la convicción de que intentamos (al menos, de tener esa vocación) aprovechar los elementos que fueron respuestas antes de formular las preguntas. Comunicamos. Comuniquemos. Nos daremos muchas pistas para aprender y para estar más sosegados moderados en nuestras decisiones. No olvidemos que la simpatía y la empatía funcionan muy mucho en comunicación, y, claro, en todas las áreas de nuestra vida.

Juan TOMÁS FRUTOS.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Aprovechamiento de los recursos en comunicación

El beneficio de la comunicación es claro. Por ello debemos intentar que sea plena. Hemos de sacar provecho a todos los instrumentos que tenemos a nuestro alcance para comunicar. Así, debemos gestionar los recursos comunicativos con unos aspectos básicos que nos han de permitir subir el tono con recuerdos valiosos en relación a la experiencia más cercana. Nos planteamos gozos con recuerdos y añadidos en la afirmación de los procesos, que siempre añaden, y que nos inculcan, o deben, reclamaciones afortunadas.

Hemos de sacar partido a lo mucho, a lo poco, a lo que tiene sentido, a lo que no parece tenerlo a primera vista. Conformamos una realidad que ha de beber de distintas fuentes, con las que hemos de consolidar un destino querido, conjuntado, planteado desde el respeto a todos y a todas.

La vida es acumulación de acontecimientos, de aprendizajes, de lecturas, de diálogos, de silencios, de caídas y de éxitos, desde el anonimato o el conocimiento, desde la intención más o menos manifiesta… En todo caso, hemos de procurar que nos acompañen los buenos propósitos, los mejores deseos. De esta guisa podemos disfrutar la gracia de obtener óptimas cosechas.

Las vinculaciones entre los momentos han de ser para añadir, para dar un poco más, para adecuarnos a los planteamientos más solubles, como edificadores de la estructura o coyuntura que tengamos en cada momento. Lo posible ha de ser tratado con el afán de superación, que hemos de coaligar a los demás.

Utilizar bien lo que tenemos es ponderar sus posibilidades, su coste, el empleo de un tiempo adecuado, su valor, sus resultados, etc. Debemos ser capaces de no cometer los mismos errores de antaño y hemos de potenciar las habilidades y opciones que nos circundan o que poseemos con el fin de ir mejorando, aunque, eso sí, no hemos de tener ni prisa ni pausa en este sentido.

Por otro lado, los niveles afectivos, en equilibrio con los racionales, han de constituir el bagaje de un periplo donde el aprendizaje será compartido y propicio para todos/as. Al menos, debe serlo. Optimicemos, pues, y seamos consecuentes con el valor añadido de la comunicación, que es mucho, que es todo el que queramos trasladarle. Enumeremos todas las posibilidades, y veamos lo que añaden cuando están juntas y bien utilizadas. Además, pensemos que la plenitud está en el intento, y no sólo en la consecución.

Juan TOMÁS FRUTOS.

martes, 24 de noviembre de 2009

Buenas costumbres, buenas comunicaciones

Partimos del hecho de que la buena acción genera buenos resultados. Conviene que lo veamos así por lo que decimos a continuación. La comunicación, la negociación, la relación de unos con otros, está cargada de posibilidades, que vienen en función del comportamiento mismo. Trata a los demás como quieres que te traten a ti. Esto funciona, y lo hace a todos los niveles. Cuando nos mostramos afables cosechamos amabilidad. La mayoría de las veces es así, y, cuando no lo es, hemos de asumirlo como los riesgos que nos comporta la vida, que no siempre nos regala u otorga, en lo bueno o en lo malo, lo que nos merecemos. En unas ocasiones, sí, y en otras no tanto.

Hacer el bien sin mirar a quien es una máxima que ha de utilizarse cuando sea posible. Nos hemos de enamorar de la existencia dándole oportunidades en cuanto sea menester. Será la forma, y también la fortuna, de regalarnos opciones para dar con el aprendizaje constante y solvente.

Los universales de los griegos son los que funcionan desde hace miles de años: lo que ocurre es que tenemos que refrescarlos de vez en cuando con el fin de animarnos a dar con claves que nos generen una dosis aceptable de dicha, de consideración, de posibilidades.

En comunicación, el chequeo de lo que hacemos es una necesidad. Hemos de apuntarnos nuestras rutinas y, con cierta periodicidad, las debemos analizar para comprobar lo que da resultados y lo que no. Hemos de servir de testigos de cuanto realizamos para que todo no quede en una sencilla costumbre (o no tan sencilla) con la que afrontar lo que suceda.

Veamos, tras una interpretación más o menos exhaustiva, lo que nos sirve y lo que no, lo que nos edifica como personas y como seres sociales, y aquello otro que, de una u otra manera, nos deja al albur de circunstancias que generan pasividad o hasta negatividad, si fuera el caso.

Intentemos mejorar. Ésa ha de ser una actuación casi permanente, querida, firme en su factura, con la que poder gustar las mieles de la experiencia. De ella hemos de sacar conclusiones en positivo. Pensemos en los errores para no intentar repetirlos, pero saquemos provecho, en paralelo, del acontecer diario, de los aciertos, de aquellos que nos hacen vivir más intensamente y más cerca de quienes nos rodean.

El respeto a los derechos y deberes de los demás es fundamental. Lo es para pedir que se cumplan recíprocamente. Hemos de esforzarnos en este campo, y sembrarlo con buenas intenciones, con mejores actos, con perspectivas de compañía respetuosa. Seguro que ganaremos mucho en sabiduría y en tranquilidad, dos elementos básicos para convivencias y aprendizajes de todo género. Las posibilidades son todas, las que queramos, las que busquemos, eso sí, con un horizonte largo y amplio en su mirada. Ya saben: buenos usos y mejores resultados comunicativos. El beneficio es común.

Juan TOMÁS FRUTOS.

lunes, 23 de noviembre de 2009

Opciones ante la saturación informativa

Se multiplican día tras día los elementos noticiosos, o reiteradamente informativos. Cada vez hay más, o más de lo mismo. Se repite el bucle, el ciclo, la fortuna de dar y de recibir una enorme cantidad de flujos comunicativos. Comienza la semana con información, e igual termina. Y, por medio, más información. Aparecen datos por doquier, con profusión de estimaciones, de análisis, de interpretaciones de agenda, y seguimos con un entusiasmo extraordinario en pos de una misión que hemos de hacer posible. Lo es. Estamos estupendamente. Damos gracias porque las cosas salen con un compromiso de paz y de serena voluntad de idealismo y pasión. Hay mucho, si bien hemos de pensar que no llega ese mucho a todas las partes del globo terráqueo. Pasamos el tiempo algunas veces, pero otras es algo más. Debe. Nos sentimos conformados por la realidad, que, a menudo va bien, pero igualmente hemos de tratar de mejorar con búsquedas más claras de las esencias de las realidades circundantes.

Dicen un axioma de la comunicación que la saturación informativa produce desinformación. Aunque no juguemos conscientemente a ello, así es, así sucede, y ante ello hemos de poner freno. No podemos moderar la existencia de muchos flujos de comunicación. Probablemente tampoco es útil ni conveniente. Lo que sí parece necesario es tener más conocimiento que nunca antes para poder elegir de manera oportuna. La verdad, repitamos, nos hace libres.

Definir qué es importante de lo que no lo es no es sencillo: hay que buscar, esto es, debemos dedicar tiempo a saber lo que ocurre, cómo ocurre, los motivos, y, en paralelo, hemos de discernir lo que sucede, en su oportuna graduación, con prestaciones correctas, procurando que los demás participen en la medida que sea menester para crecer desde el aprendizaje más completo que sea posible.

Por lo tanto, cuando empieza una nueva semana, cuando unos nuevos días cargados de ilusiones están por delante, hemos de tener el firme propósito de seguir aprendiendo, pero no con inercia, no con dinamismos que no terminamos de comprender, sino más bien a través del aprendizaje continuo y seleccionado entre las diversas posturas, actitudes y visiones del universo que nos rodea y envuelve.

Hay que saber elegir, incluso aunque nos equivoquemos. Si erramos, pues enmendamos la plana, y seguimos. Decían los griegos que la virtud está en el punto intermedio, porque, precisamente, en la intención de hacer las cosas, por si fallamos, hemos de procurar no hacer daño a los demás, no conscientemente, y hemos de procurar que poco a poco vayamos dando con la dirección adecuada de la docencia de cada cual, y, si es posible, del conjunto social.

Madurar implica tomar decisiones, y el tomarlas nos lleva a madurar. Es un círculo en el que nos hemos de introducir para obtener suficientes mejoras que también harán que todo vaya de un modo más idóneo. Intentemos, pues, que en la profusión hallemos respuestas y no ese “todo revuelto” que no siempre nos conduce a buen puerto.

Ajustemos posibilidades y tomemos ese impulso, bien respirado, que nos invite a recoger buenos resultados en forma de conocimiento de lo que ocurre, de lo que sucede a todos los demás, lo que nos puede convertir en auténticos seres humanos. Veamos los árboles, y también el bosque, y viceversa. Los valores están ahí: conviene que hagamos todo el esfuerzo para definirlos y ponderarlos. Daremos con objetivos y conclusiones muy edificantes. Debemos desarrollar la habilidad de ver lo importante y lo interesante entre tantas opciones como existen en un mundo saturado por la información.

Juan TOMÁS FRUTOS.

sábado, 21 de noviembre de 2009

Todas las posibilidades de la comunicación

Mejorar es un derecho y hasta una obligación en cualquier sociedad. Para que ello sea posible hemos de valernos de sus instrumentos, entre ellos el llegar a los otros a través de la comunicación, que es el gran baluarte del individuo y de la sociedad. Nadie puede negarlo. Por eso debemos mover el engranaje cada día. Cuando nos empeñamos en no saber nada de la persona que nos acompaña en el vecindario, de aquella otra que vemos en el supermercado, de la que nos hemos cruzado por la calle cientos de veces, o de aquella que está emparentada por la biología, las aficiones, las formas de ver la vida, la naturaleza, o lo que fuese, cuando lo hacemos, dejamos atrás las diversiones y las posibilidades de un mundo que está ofertado con múltiples vectores, pero al que cada cual le debe poner un determinado nombre en forma de iniciativas y de prácticas cotidianas.

Comunicarnos es una necesidad: debe ser un compromiso en forma de obligación para todos. Hemos de cumplir con este quehacer con la premisa de que, ayudando, nos ayudamos a nosotros mismos. La felicidad surge de dentro a afuera, y se expande no escondiéndola, sino dándola a conocer, regalándola, que es como se multiplica de verdad. Probemos (seguro que lo hacemos ya), y veremos que es de este modo.

Hemos de agarrar los intereses con unas amplitudes que se han de confesar con perspectivas y afanes futuros. Si no se mira a medio o largo plazo no estamos haciendo una sociedad completa. No hay que tomar decisiones a golpe de un improvisado presente, sino teniendo en cuenta que las opciones tengan continuidad. Contemplemos el “Por-venir”. En el caso de que la evolución nos lleve por otros derroteros a los elucubrados, volveremos a tomar decisiones mancomunadas en el deseo de que todos, y todas, formen parte de las actuaciones que nos afectan o nos atraen de manera conjunta. La existencia es sociedad, lo es en ella.

Pensar que podemos progresar en soledad no sólo es meditar sin darle la suficiente pujanza y entereza a nuestras ideas, que han de ser sostenidas con entusiasmo, sino que tampoco nos ayuda. La unión, recordemos, hace la fuerza. Todo se hace en consenso, con la intervención de los miembros de una sociedad, que han de aceptar que las transformaciones van por el camino que deseamos al unísono. El diálogo, la conversación, el deseo de pactar, de ceder y de interceder todos con todos, es un proceso que nos conduce a buen puerto. Aunque demos muchas vueltas, conocemos que es esta guisa.

La intuición y la inteligencia son dos regalos de naturaleza y alcance extraordinarios. Juntos son poderosos, como lo son el amor y la bondad, la ternura, los escrúpulos, la ética, el buen hacer, la mejor intención y los universales de concordia, camaradería, solidaridad, así como los anhelos de ayudar al prójimo. Todos se pueden conjuntar mejor, mucho mejor, si partimos de la base de una comunicación en condiciones, de una fuerza destacada por consideraciones establecidas en un acuerdo entre iguales, que lo somos. Digámoslo.

La promesa de estar bien tiene que ver con la firme convicción de intentarlo, aunque sea progresivamente cada jornada. Hemos de apuntar todo lo alto que podamos para que la vista desde esa atalaya nos permita conocer las diversas realidades, análisis e interpretaciones posibles. Todos somos entendibles, todos tenemos voces, todos debemos ser escuchados. Todos/as. Persigamos, consecuentemente, la comprensión a través de los procesos comunicativos, de sus brillos, de sus ecos, de sus posibilidades, que son todas las que queramos descubrir. Las opciones, no lo olvidemos, son tan numerosas como extraordinarias.

Juan TOMÁS FRUTOS.

viernes, 20 de noviembre de 2009

El ecosistema comunicativo como base del entendimiento

Para entendernos hay que hablar: hemos de procurar que nos entiendan desde la realidad y la convicción de que la palabra contribuye al acercamiento entre los seres humanos. La comunicación es la base de todo. Nada puede resultar bien, salvo por esas casualidades que no existen, ni no nos damos fe a través de los procesos comunicativos. El que nos entendamos con los convecinos/as es un compromiso que hasta puede verse como una obligación o una necesidad. Lo importante es que nos comprendamos, que atemos lazos que nos inviten a una existencia creciente, elevada, inversora en inteligencia y en progreso, con proyectos consensuados, pactados, útiles para la mayoría teniendo en cuenta a las minorías. Ése es el desafío.

No obstante, tengamos en cuenta que la comprensión supone un premio añadido, y así debemos ver esa postura. El galardón es el entendimiento por sí, con lo que implica desde el punto de vista de ahorro de tiempos, de mejoras, de distorsiones que se evitan, de actitudes de reconciliación, de dicha, de pensamientos en positivo que siempre contribuyen a imaginar y a conformar un mundo más idóneo.

La felicidad tiene que ser un fin, pero no una determinación a costa de lo que sea, sino en relación a los que viven alrededor. Difícilmente podemos ser dichosos, si los demás no lo son. Para ello hemos de saber sus ideas, lo que piensan en torno a lo que acontece, sus decisiones (aquellas que han de compartir), etc.

El entendernos es la base de un sistema de convivencia. Hemos de conocer a los otros, de reconocernos en ellos, de disculpar los fracasos o errores, como los demás perdonan los nuestros. Los mejores activos en todas las relaciones vienen de las manos comunicativas, de los pies que nos invitan a caminar en unión y concordia, compartiendo pareceres e intenciones.

La realidad en progreso es posible únicamente a través del diálogo, de la tertulia buscada con formas y fondos de ganancias solidarias. Hemos de saber influirnos con refuerzos de claras actitudes de dar y de recibir desde el anhelo de consolidar equilibrios y buenos propósitos. Somos capaces de ello y de más.

Como consejo, no permanezcamos impasibles ante las iniciativas y actividades que nos definen por acciones y omisiones. Tratemos de ser en y por los demás. La comunicación, en ello, es clave. Además pensemos con buena intención, proyectando que todo es mejorable, que nada es definitivo y que las resoluciones conjuntas perduran mucho más. Miremos con más densidad. Ya saben: la comunicación trae convivencia, y ésta se siente confortada y sostenida mediante la palabra, que no ha de faltar. Además, no olvidemos que las palabras, como los buenos fines, engendran más palabras, más buenos deseos.

Juan TOMÁS FRUTOS.

jueves, 19 de noviembre de 2009

El sentido de la cooperación en los procesos comunicativos

Persigamos el sentido de las interrelaciones comunicativas que realizamos cada día. Insistamos en que las buenas actitudes cosechan buenos usos, y, por consiguiente, buenos resultados. Nada hemos hecho los humanos sin el concurso de los que nos rodean. Todos somos necesarios para la sociedad, que crece precisamente en ese entorno que vamos creando en función de diversos ecosistemas urbanos y rurales, basados en la ciencia, en el medio ambiente, en un poco de todo, etc.

Para ese pacto escrito, o no, es preciso que todos nos contemos lo que hacemos, lo que pensamos, lo que somos o lo que nos gustaría ser. Hemos aplicado tantas fórmulas que no siempre damos con las resoluciones específicas, pero, a corto o largo plazo, las cuestiones funcionan, y bien.

Nos insuflamos pretensiones con mensajes correctos, con suposiciones de pensamientos gustosos, llenos de pasiones, de entusiasmos que contribuyen a una calma con la que tomar las mejores decisiones posibles… Eso ayuda, y hemos de potenciarlo y de conservarlo como sea. Nos hemos declarado importantes en una nueva era que nos ha de reforzar en las convicciones de la cooperación, con las cuales incrementaremos las realidades que nos afirman y que nos invitan a sumar.

La cooperación ha de verse en un doble sentido: hemos de cooperar para ser incluso mejores personas; y hemos de cooperar para dar y recibir experiencias. La clave, el fundamento, es la comunicación, que nos aclara, o puede, conceptos, que nos incluyen, o pueden, en una nueva estructura de gobierno y de orden en el caos.

Frente a las nubes que nos llevan a la precipitación hemos de superponer el Sol, o la Luna, si es de noche. En el caso de que llueva, procuraremos que lo que puede ser una complicación sea una solución a la continuidad más querida. Ayudemos a ser felices, y a ser nosotros mismos. Vale la comunicación, y vale para todo, y vale para aparcar algunos traumas por cosechas no conseguidas. La vida es así: no siempre se gana, ni probablemente sea bueno que el éxito nos acompañe en todo momento. Una dosis de humildad y de “mirar a ras de tierra” nos permite contemplar de verdad lo que tiene sentido.

La cooperación, estrecha o amplia, es el sostén de la vida cotidiana. Esta estructura tiene una serie de resortes sustanciales: las comunicaciones en todas las direcciones, que dan mucha salud, considerada ésta en una interpretación extensa. Merece la pena que veamos esto que decimos como posible. Los hábitos, si son buenos, cuando menos con buenas intenciones, nos apartarán de encrucijadas inútiles y nos dejarán únicamente en aquellas que son sinónimos de oportunidades. Demos con el sentido de las costumbres de comunicar por y para los demás. Los ecos de ello ya nos llaman a la puerta.

Juan TOMÁS FRUTOS.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Modelos comunicativos basados en espacios comunes

Debemos hallar espacios comunes de convivencia. Esto es básico para el desarrollo social, y en él la comunicación tiene a una gran aliada. Actuar desde la planificación es garantía de futuro. Las actuaciones perviven mejor y con más definición y temporalidad, si nos planteamos qué hacer y cómo llevarlo a cabo. Debemos tener un proyecto de comunicación que nos porte a las sensaciones más gratas, que hemos de compartir con curiosidad y afán de superación.

La trayectoria deber marcarse con el propósito, bueno él, del aprendizaje, con actitud de saber de los demás, de conocer, de dar, de recibir, de poner más y mejor esperanza con sabias posturas de confianza y de salir adelante con las competencias justas.

Si planificamos, dejando hueco para la improvisación, surgirán exponentes de opciones tremendas. Hemos de programar actuaciones y actividades con datos de dominios solidarios, entregados al diseño de la colaboración, con la voluntad clara de ayudar y de ser ayudados. Nos debemos apoyar mutuamente.

Debemos ubicar con sabiduría ese arranque que ha de intentar estar en las negociaciones más complacientes. Hemos de añadir marchas y movimientos con sanciones de prestaciones multi-direccionales. Nos debemos referir en positivo, todo ha de serlo en la medida que podamos, una posición que siempre mejora las cosas. No dejemos sin reseñar las cuestiones más loables, las más fuertes, las más lindas, las precisas, las que nos complementan con intensidades no pasivas.

Las comunicaciones han de ser delicadas, con garantías, con presencias constantes, intensas, deseosas de incrementar las posibilidades y los proyectos que nos rodean. Nos podemos preparar de muchas maneras, pero todas han de pasar por el corazón y el reconocimiento de los que nos rodean, dos elementos y/o recursos básicos para que el mundo tenga un sentido. La soledad ha de estar limitada por el entendimiento de la vida en períodos cortos, con el fin de que hagamos balances de diverso calado. Hemos de alejar la dinámica que nos trata de encorsetar en repetidas imposibilidades o en actividades solitarias.

Procuremos, por lo tanto, sentimientos como base de un modelo de comunicativo que ha de ser equilibrado entre lo individual y lo colectivo. Todos hemos de aprender de todos. La experiencia ha ser un grado asumido desde la ilusión de que todos podemos alcanzar un valor añadido en virtud del consenso y de la perspectiva que nos invitan a sumar y a ir un poco más adelante. Ésa es nuestra función. No se trata de tener más, sino de ser más. La comunicación ennoblece y nos aporta el sustento de la dicha, que es cimiento del sitio que ha de convertirse en foro de espacios múltiples.

Los afectos y las ubicaciones para éstos, a los que hemos de añadir la razón, son esos ingredientes que nos permiten el divertimento y el aprendizaje, que, bien caracterizados, con ida y con vuelta en el proceso de la comunicación, nos pueden dar la curación frente a la soledad y a las carencias sentimentales.

La una y las otras son esos estadios iniciales a partir de los cuales, unas vez subsanadas, podemos edificar estructuras sólidas de conocimiento y de paz. Poco no es. La planificación nos conduce por derroteros mucho más constructivos donde el fundamento es aprovechar la experiencia. Dar con lo común, contarlo, vivirlo, trasladarlo por todos los cauces posibles, nos hace más fuertes desde la unión, desde la conjunción de intereses. Insistamos en ello.

Juan TOMÁS FRUTOS.

martes, 17 de noviembre de 2009

Flujos y reflujos

Ante la puerta cerrada

Me duele mucho.
Acabo de cerrar
esa puerta
tanto tiempo abierta,
y ahora no sé qué hacer.

Imaginaba algo así,
pero no tanta indefensión.
La pobreza viene
de la falta de hábitos
para salir adelante
en los cambios,
ante ellos,
viviendo transformaciones
más o menos complejas.

Te has comprado
otra ocasión perdida,
una más o una menos,
que no llevo la cuenta,
y me dejas como un trapo
inservible, lleno de agujeros,
maldito para los próximos
meses o años.

Estoy en el nuevo trance,
en camino hacia la nada
más particular,
con impresiones dolientes
que nos agotan
con pensamientos escondidos.

Estoy y no estoy,
porque te vas,
porque sorpresivamente
has recorrido otro mundo
con vencimientos pasados.
Soy algo más,
o eso pensé al equivocarme
de destino en el amor.

Es un duro error,
ya lo sé,
y por eso sufro tanto
al cerrar de nuevo la puerta,
la única puerta
por la que merece la pena luchar.

No quiero ni mencionarla,
ni descubrirla otra vez,
ni tan siquiera hablar de ella.
No quiero, no.

La puerta está clausurada,
otra vez, enésima ella,
y aquí estoy paralizado,
otra vez, enésima ella,
mirándola, decepcionado,
en otro tiempo,
o puede que en el mismo.

Buscaría sones y caricias

Buscaría una triada
de caricias soñadas
con las que suplir
las olas convertidas
en tempestades
que me pueden.

No te veo
como esa diosa salvadora,
pues ya no me sanas
como antes,
como cuando creía en ti,
en los dos más bien.

No doy con ese aire
limpio y dulce
con el que caminaba,
en su día o siempre,
plácidamente, con decoro,
con jovialidad
y una gran fuerza juvenil.

Era grande y pequeño
cuando andábamos juntos.
Ahora no sé qué soy,
ni hacia dónde voy,
ni si mereció la pena,
ni como enjugar las lágrimas
de una herida
que se abre más y más.

Buscaría esos sones
convertidos en realidades
medio virtuales,
o algo así,
y me agarraría a la oscuridad
con fe ciega,
si supiera que hay una oportunidad,
pero no la hay,
y, mi buena amiga hasta ahora,
ya lo sé,
por desgracia lo sé.

Besos vacíos

Corriges el amor,
que es ansia malhumorada,
malgastada en las señales
que cruzan el desierto,
hoy manso y quieto
por la precipitación
de tu marcha,
que se suma a la herida
de mil batallas solitarias.

Avanzas en ese instante
que es poder a medias,
lanzado al vacío,
supuesto, recio, callado,
como todo poder,
presto a una deficitaria
gestión y defensa.

Equilibrio cuentas,
que salen a medias
en la penumbra de un anhelo
silente, golpeado
por la rutina sin objetivos
claros y sanadores.

Cambias tu destino,
y otra vez te equivocas
mientras ves que llegas
con un saco de besos
en el vacío,
vacíos ellos mismos
de ese contenido azulado
que, de existir,
sería embriagador.

Viajo solo

Viajo hoy solo
hasta tu luz,
aunque me duele,
aunque me rompo,
pese a la distancia
que me regala
tu cercanía...

Y no soy,
a pesar de todo,
mientras sueño
con llegar a ti,
que equivale a un final
no apetecido,
que aparece a modo
de un brindis a la nada,
que me procura todo
lo que no quiero hoy.

Empiezo la singladura
hasta esa sombra
que me pareció luz,
y ciego quedo,
más de lo que estaba,
mucho más de lo que puedo soportar.

Viajo solo:
ése es el problema,
aunque vaya hacia ti.

En la bienvenida, adiós

Querría ser positivo,
más que por ti,
por mí,
pero no lo soy,
ni puedo ni lo deseo,
pues el engaño es lo peor,
o puede serlo.

No me dejas
que me tape los ojos.

Querría decirte hola,
pero hoy toca el adiós.
En la llegada ya es despedida,
con el saludo aparece la lágrima,
y no soy en ti
porque no quieres.

Me demuestras
que en la bienvenida
todo se asemeja a un lo siento,
y me despido
llorando ese amor
que pudo ser
en sueños, a ciegas,
pero que no es,
que no puede ser.

Adiós, amor,
que seas feliz.

Intención, voluntad y conveniencias comunicativas

Cuando intentamos comunicar hemos de procurar, desde el buen propósito y con acertada voluntad, llegar a lo que conviene a todas las partes involucradas. Ayudemos a que el proceso de la comunicación funcione. Lo decimos así de tajantes, porque es muy importante que sea de este modo. En todo acto comunicativo hemos de procurar la pro-actividad de todos los elementos que intervienen. Es una ventaja para los participantes cuando es de este modo, esto es, la comunicación mejora cuando hay una intención de que se produzca convenientemente por las diversas partes que concurren. La voluntad, como dirían los escritores de 1898, es fundamental para llegar a buen puerto.

Por ello hablamos de responsabilidad, de la necesidad de que nos impliquemos completamente, en lo que podamos cuando menos. Hay una responsabilidad en todo hecho individual o social, y también en el comunicativo. Se suele decir que, en estos fenómenos de interconexión, son los emisores los responsables de que fluyan los contenidos, ya sean éstos abstractos, virtuales, imaginados, reales… Técnicas como la contextualización o la repetición de los conceptos fundamentales son necesarias para que lo que se quiere contar llegue en las mejores condiciones posibles.

En comunicación se suele reseñar que una cosa es lo que se quiere decir, otra es lo que se dice, y, finalmente, es diferente cómo se percibe. He aquí la razón de tener que chequear lo que interpreta el otro, con el fin de ir cuadrando los mensajes en el lugar que les tenemos reservado. Si algo no se entiende bien, hay que explicarlo una y otra vez hasta que demos con los aspectos capitales y accesorios, de modo que se comprenda, que podamos comprenderlo, oportunamente.

Las técnicas para dar un contexto, para dar brillo a la comunicación, para envolverla bien, para explicarla, para reiterarla, para regalar todas las ventajas a los diversos participantes, para que convenza, para que sea liberalizadora para la sociedad, etc., no se aprenden de la noche a la mañana. Hace falta tiempo, una empresa determinada, un deseo de seguir adelante, una puesta en escena considerada desde el hábito destacado día tras día… Podemos aprender mucho más con estas actitudes, que han de ser normales, y nunca extraordinarias.

Otro punto que no debemos olvidar es que, cuando comuniquemos, tengamos en cuenta el respeto y los derechos de los demás, que no se deben ver vapuleados por consideraciones que no estén debidamente señaladas, contrastadas, y siempre desde la aplicación de unos procesos y de un vocabulario oportuno. No hagamos daño, pues, por hacerlo, no dejemos que el destino y el tiempo curen equivocaciones, si éstas pueden ser evitadas. Pensemos siempre en los afectados, en lo malo, y también en lo bueno, por nuestras comunicaciones.

La existencia es oportunidad, es sensación, es apuesta en abierto por conocer, y para eso la comunicación es un cimiento insustituible. Juntemos piezas para ovacionar un destino anónimo y feliz. Prediquemos con ejemplos, con emotividades, con consultas estimadas y valoradas desde la mesura y la comprensión hacia los demás. Estaremos bien con esa actitud en la idea, casi matemática, de que el bien gesta más bienestar. Para convencernos de ello sólo tenemos que probarlo. Las mieles de este aprendizaje diario se nos notarán en el mismo comportamiento. Veamos, en todo caso, las intenciones, los fines, las voluntades de mejora y de llegar a los otros, las determinaciones, las carencias y los logros, sin dejar atrás las conveniencias para los que forman parte de una realidad que es de todos, que a todos pertenece.

Juan TOMÁS FRUTOS.

lunes, 16 de noviembre de 2009

Todo, desde la comunicación

En el origen y en el final de todo cuanto realizamos se halla la comunicación, ese proceso maravilloso que nos hace más sabios y libres. Las iniciativas y diversas actividades de nuestra existencia han de ser emprendidas con mucho empuje y determinación. Así es, así debe ser. La tabla de salvación del ser humano tiene que ver con la voluntad de contar lo que sucede, cómo sucede, desde la óptica con la cual observamos (que ha de ser apuntada), y, al mismo tiempo, debe procurar dar una perspectiva de cómo solucionar los asuntos que se suceden día tras día. El empeño, en este campo de la búsqueda solvente, debe estar presente. Las correcciones de los intereses, objetivos o posibilidades nos han de llegar de presencias contextualizadas en relación al universo de recursos, elementos, matizaciones e interpretaciones que nos circundan.

Lo que hace daño no es comunicar, no si comunicamos bien: lo que puede deteriorar cualquier situación es no contar lo que pasa. El silencio no es un buen consejero. Los mensajes, las visiones analíticas, los avances y retrocesos de las diversas actividades que protagonizamos, la misma vida…, todo en general debe ser envuelto con la máxima comunicación, con el fin de evitar errores o distorsiones.

Nos debemos influir desde la consideración máxima y el respeto a todo cuanto aparece alrededor. Hemos de poner los acentos en los hábitos con el propósito de que nos den seguridades y opciones ante una constelación de posibilidades. Comencemos con fuerza cada día, aunque el anterior no haya sido tan bueno como pensamos.

La determinación, en el inicio de cada jornada, ha de ser comunicar, convencer, dar, no distraernos. Las conversiones comunicativas nos han de procurar una salud mental, y hasta física, con resultados celebrados por las numerosas ideas y conocimientos que nos pueden venir como regalos. Las apariciones milagrosas deben ser apuntaladas con intereses generales basados en la comunicación.

Sí, la comunicación es un tesoro. Con él, con ella, podemos configurar una realidad de opciones. También es posible aprender de todo en todo tiempo. Somos capaces de contrastar los eventos, viendo sus circunstancias, sus condiciones, sus peculiaridades, etc. El proceso comunicativo es todo, lo es todo. Nos da libertad. Sin ella no vivimos la fortuna de tener intangibles como la bondad, la voluntad, el amor, los sentimientos, las sensaciones, las palabras amables… Si estamos contentos es porque trabajamos en este campo. Si no lo estamos, hemos de esforzarnos en esta dirección.

Todo se solventa desde el conocimiento, el análisis y la interpretación que nos vienen acompañando desde la gracia de la comunicación. Lo rentable es utilizarla. De lo contrario, perdemos el tiempo. Lo que nos da señales de identidad respecto de los demás tiene que ver con el esfuerzo, con el tono, con la simpatía, con las formas de comunicar. Es como una especie de carné de identidad añadido. La actitud nos conforma y nos permite ser por y para los demás, con los demás. Ánimo, pues, con ella. Tengamos en cuenta que la comunicación perfila una forma de ser que se nota desde el aspecto físico hasta las interioridades mentales. La comunicación nos regala todo, lo mejor de nosotros mismos y lo mejor de los demás. Lo experimentamos cada día.

Juan TOMÁS FRUTOS.

sábado, 14 de noviembre de 2009

Sentimientos y razones en la tentativa comunicativa

El raciocinio en comunicación es fundamental, pero también lo es el placer de utilizar los sentimientos. Hablar desde el corazón, y teniendo en cuenta la mente, no es la cosecha con la que demos cada día. No es fácil, actualmente, mostrar afectos, pues, cuando uno lo hace, de algún modo también da a entender sus debilidades. El gozo de dar puede derivar en un golpe a nuestros sentimientos y/o ideas más descollantes. Las apuestas más maravillosas han de provenir del lado del corazón, que es el que todos, en principio, y al final, comprendemos.

Es verdad que precisamos una cierta mesura, una tentativa intermedia que nos resuelva problemas y que no los deje en la ambivalencia. La resolución supone tomar partido por lo que medidamente nos aporta algo de valor, como así es. Hemos de procurar llegar sin prisa, pero sin pausa, a los puntos cardinales del aprendizaje desde la comunicación, como defendemos en este caso.

La construcción más valiente, por lo tanto, tal y como yo la concibo, tiene mucho que ver con la fortuna de regalarnos ese paso intermedio entre el querer y el hacer. No es algo sencillo, aunque lo parezca a primera vista, pero así lo debemos defender. El día a día se gesta con pasos de todo género, unos importantes, otros no tanto, pero todos precisos, necesarios para salir adelante, para conformar un presente y un futuro. Debemos gestionar los recursos de una manera tan oportuna como madura, y seguro que los efectos serán óptimos.

La prudencia añadida al arrojo en determinadas ocasiones, con conocimiento de causa, con el anhelo de tener algo que contar, procurando, claro, el contarlo bien, ha de ser la premisa con la que movernos de manera cotidiana. No dejemos al albur de los deseos no escritos la existencia gloriosa de la felicidad bien conducida.

Nos tenemos, los amigos, los conocidos, los expertos, los que quieren aprender, todos/as, con más cercanía de lo que pensamos. Meditemos en positivo, esto es, con bondad, hilvanando aciertos más que errores desde la buena intención, que es la mejor aliada.

Escuchar las olas del mar, incluso cuando están embravecidas, y dar al otro la oportunidad de despuntar ante las negociaciones más estupendas es la base de un destino que nos ha de abrigar en cuanto tengamos ocasión con el objetivo de compartir tal defensa con tesón y señeras actitudes de reconciliación y de brindar lo que es de todos/as, el conocimiento.

Empecemos ya, y no dejemos para mañana lo que es triunfo y éxito para hoy. La vida no esconde secretos. Lo que ocurre es que, a veces, no nos esforzamos en descubrirlos. La naturalidad es siempre la base para acostumbrarnos a una sencillez embriagadora de dicha, que ha de ser el referente máximo.

Procuremos llegar a todo ello a través de la comunicación. Sí, podemos. Daremos a entender que creemos con convicción, con mucho afecto, y con más coraje. En el intento cotidiano utilicemos como instrumentos sustanciales las razones y los sentimientos, a veces incluso en sentido inverso. Veremos que todo mejora.

Juan TOMÁS FRUTOS.

viernes, 13 de noviembre de 2009

Archivo, derechos y libertades

ENCUESTA

DOCUMENTACIÓN Y DERECHOS COLECTIVOS E INDIVIDUALES

El objetivo de esta encuesta es conocer de primera mano la visión de los profesionales en torno al valor de la documentación en la defensa de los derechos y libertades que consagra la Constitución de 1978. Hay cuestiones intangibles que no siempre son ponderadas en relación al respeto de los derechos individuales y colectivos que reconoce la Carta Magna. Como quiera que derechos como los que se tienen a la intimidad, propia imagen, presunción de inocencia, etc. son básicos, también creemos oportuna una investigación que nos ha de acercar a las diferentes dinámicas de trabajo en la idea de conocer las diversas rutinas, sus valores añadidos, así como los mecanismos que convendría corregir, si fuera el caso. Esperamos su ayuda.


1.- ¿Tienes en cuenta a la hora de documentar una noticia los derechos de las personas que aparecen en las imágenes?


2.- ¿Por qué?


3.- ¿Tienes en consideración la presencia de menores y por qué motivo aparecen?


4.- ¿Tienes presente que pueden hacerse inferencias o deducciones, incluso interpretaciones y análisis, muy diferentes a los que pretendemos?


5.- ¿Se utilizan las imágenes de documentación bajo la consideración de hacer unas buenas prácticas?


6.- ¿Se plantean a menudo quejas por el uso de determinadas imágenes? ¿Se han planteado en alguna ocasión?


7.- ¿En qué casos se trata de preservar el anonimato de las personas?


8.- ¿Cuándo se tiene especialmente presente el derecho a la intimidad y a la propia imagen?


9.- ¿Ha habido algún pleito en su empresa por un mal uso de las imágenes de archivo?


10.- ¿Se fomentan intercambios de ideas entre los redactores y los documentalistas sobre el uso del Archivo?


11.- Si una noticia es falsa, o tiene incorrecciones o errores de diverso calado, y se producen, por lo tanto, daños en la utilización de imágenes a ciertas personas, conocidas o no, ¿se realiza la oportuna corrección también a efectos de los daños que, en este sentido, se hayan trasladado a terceros?


12.- La Documentación, ¿suele reforzar los derechos individuales y colectivos de las personas?


13.- ¿Se procura ofrecer las imágenes en su contexto social, económico, cultural, etc.?


14.- Si no lo hacemos, ¿explicamos días más tarde que se produjo el error, cómo se cometió, si es el caso, y lo subsanamos?


15.- ¿En qué porcentaje, la Documentación se acopla plenamente al contenido que estamos contando?


16.- ¿Puede la Documentación dañar la imagen de una persona, de una institución, de un colectivo o de una Región, por poner unos ejemplos?


17.- ¿En qué medida puede generarse el daño?


18.- ¿Lo tenemos presente (nos referimos al daño que hacemos o que podemos realizar)?


19.- ¿Hacemos algo para que no vuelva a ocurrir o para analizar más y mejor nuestra labor?


20.- Consideraciones y/o observaciones.

Apariencias y realidades comunicativas

La vida es una fluctuación, entre otras cosas, entre la realidad y lo subjetivo. No todo se ve a la primera. Incluso puede que no sea bueno que se pueda vislumbrar rápidamente. Contemplar la realidad con afán de profundizar un poco más allá de lo visible es un consejo que hemos de practicar cada vez que podamos. Es bueno que tengamos en cuenta lo que hemos hecho hasta ahora en materia de comunicación con el fin de aprovechar los errores, para corregirlos, y los aciertos, para potenciarlos. Hemos de caminar por el universo de mejorías que nos han de ayudar a recorridos certeros. Cuando tengamos dudas hemos de procurar disiparlas por nuestro bien y por el de los demás. Pongamos los acentos donde sea menester.

Optimicemos. Cosechamos mirando hacia ese océano de posibilidades que son los otros, con los que hemos de convencernos desde la memoria y la historia de las opciones que han de llegar con resortes de puras esperanzas, sin las cuales nada es lo que nos gustaría. Hemos de acudir en apoyo y en ayuda de lo particular y de lo general con el ánimo de ganar desde paciencias y presencias claras.

La experiencia, nos hemos dicho siempre, es la madre de la ciencia. Aprendemos de lo que hacemos, de lo que los demás realizan, de lo que nos cuentan, de las vivencias propias y ajenas, de las verdades que experimentamos y con las que convivimos.

Hemos de ajustar los procesos con unos resortes de poderes nobles. Nos gustamos más si damos más, si recibimos sin canjes extraños, procurando tener en la existencia dichosa, generosa y cercana. Las fortunas nos vienen de cuanto no podemos valorar, que es inmenso. Las causas han de ganarse con favores gratuitos.

Mirar al de al lado es reconocer una serie de apariencias que no han de ser engañosas, sino contributivas para reciclar lo aprovechable y dejar atrás lo que no nos sirve. Hemos de tener capacidad de optar entre lo necesario, lo imprescindible, lo importante y lo urgente. El equilibrio, aquí, en todo momento, es una señal de virtud.

Escuchar a los que nos acompañan en el escenario vital es un constante aprendizaje que nos ha de esculpir unas reglas no escritas de felicidad y de convivencia grata con la que hemos de incrementar los recursos que daremos sin pedir nada a cambio. Es valiente la propuesta de confiar, y lo es más porque nos regala intangibles que sólo cosechamos con cuotas de madurez. Éstas, inequívocamente, vienen con el tiempo. No dejemos de buscar, por favor. Hemos de añadir todo cuanto podamos al bagaje del conocimiento a través de lo que no siempre se percibe con los ojos. La intuición y el leer entre líneas ayudan bastante. Movernos en el término intermedio de la realidad y la posibilidad de ésta nos ubica oportunamente en lo interesante, en aquello de lo que aprendemos de verdad.

Juan TOMÁS FRUTOS.

jueves, 12 de noviembre de 2009

Sin reservas comunicativas

Agotemos los recursos, y seguro que más tarde surgirán más. La paciencia es defendible. La mesura es siempre deseable. Nos invita a mirar con valoración y criterio analítico. No obstante, tengamos capacidad de riesgo. Nos fijamos, en este momento, en luces y en sombras. Ya verás cómo no es malo que sea así. Me gustaría hablar contigo, contarte lo que siento, lo que soy, lo que llevo dentro, lo que me ha permitido viajar en el tiempo y dar con esa solución, que hoy, como ayer, lleva las iniciales de tus nombres, que hago míos. Eres la pregunta y la respuesta, la vida y la noche, con su desierto y todo.

Nos hemos visto con dudas, con vacilaciones que nos han transportado a la amistad más profunda. Hemos ganado la ilusión más larga, el complaciente camino que nos importa más que otra cosa. Nos vemos con luces que alumbran un lago inexistente. No habrá baño, no habrá salvedad, no habrá frescura para lo que queremos contarnos.

Hoy no es el día, aunque lo parezca con la voluntad de un universo que finge afectos mientras viaja hacia la inventiva que es cuestión principal con soslayadas caricias que nos permitirán tener la apariencia de una dicha que otro se llevará a cuestas. Cuento con ello. Lo esperaba, pero ahora lo veo, lo experimento, y sufro, como sabía que iba a padecer. Nos relatamos muchas cosas, y muchas vemos con cautelas que nos ahorrarán un tiempo precioso.

Hemos adivinado pronósticos con reservas de espacios cariñosos que nos han hecho dudar en el instante final, que hoy vemos como principio, porque lo es. No hemos sido en la noche, con sus luces sombreadas, con sus cuatro tiempos, con voces y oscuridades de apetecibles señales que no tomaremos en su virtud y con su rumbo. La nada es hoy el todo, y el todo se convertirá en la rutilante y flamante nada tan pronto pase este episodio de felicidad, que transcurrirá a velocidad de vértigo. Siempre sucede así.

Hemos cautivado el destino, y éste nos sonríe porque busca apariencias que no engañarán con el desarrollo de un verbo que nos dictará los indicativos acústicos de la sinceridad, hoy parte de la obra en la que nos sentimos fantásticos. Te doy, en ese recorrido, las gracias. Mereces todo.

No dudaré en contarte lo que llevo en el interior. Hemos aprendido a compartir, y también a ganar con los resortes mágicos de lo que es noche y casi día. Veremos. La comunicación tiene esos contrastes. En ellos está su cosecha, su misterio, su voluntad, su carisma, su todo.

Recordar la importancia de la comunicación es mostrar agradecimientos que empiezan por este momento, que mostramos perenne. Las vacilaciones y las valoraciones absolutas tienen, en su término medio, como solemos repetir, una impagable virtud. No dejemos reservas comunicativas en su doble acepción. Mañana habrá más, y, además, lo que nos ofrezca algún recelo debemos comunicarlo para superarlo entre todos. Lo dicho: sin reservas.

Juan TOMÁS FRUTOS.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Divisas en los procesos comunicativos

Tengamos en cuenta las banderas de la comunicación que nos pueden ayudar a comprenderla mejor y a optimizarla. Desbrocemos los signos y los símbolos que nos llegan de distinta forma cada día. Hagamos acopio de procedimientos y digamos lo que hacemos con ejemplos. Sí, volvemos en busca de enmiendas que nos lleven a parcelar las sensaciones comunicativas. Busquemos equilibrios entre los niveles afectivos y racionales. Son necesarios. La medida es precisa para llegar a esos puntos donde el aprendizaje será como tenga que ser. Las palabras se deben subrayar con creencias sin límites. Hemos de ir tan lejos como podamos, hasta donde podamos, como pueda ser.

La solución está en el consenso, en la puesta en común de las ideas, de las interpretaciones, de las opiniones en torno a lo que sucede, que nos ha de imprimir valor y coraje con postulaciones sin recreos y con enormes talentos. Hemos de marchar en la dirección en la que todos hemos de encontrar ayuda.

Sin apoyo, sin contarnos lo que necesitamos, es muy complicado que lleguemos donde deseamos. La vida es control y mesura en el aprendizaje, en todo el proceso de docencia, que no nos ha de distraer. Las consultas llegan con resortes de peticiones en las que el mejor patrimonio ha de ser compartir lo que sentimos, lo que sabemos, lo que nos enseña a vivir entre querencias y disposiciones al aprendizaje total.

Mandamos señales que nos permiten estar en ese tono donde la docencia es divina, consultada, mejorable. En definitiva, es ese punto de referencia para despegar hacia horizontes más queridos y plausibles.

Todo pasa, todo llega, y, entretanto, sucede con misivas y divisas que no siempre somos capaces de advertir. Consumamos apetencias que nos han de procurar crecer en espíritu y entre materias que hemos de consolidar y de compartir hasta salir hacia leves esperanzas de tranquilidades nuevamente hechas.

Vibramos con el conocimiento acerca de lo que sucede, y nos enganchamos a la memoria que es intención y algo más. Nos veremos, siempre nos veremos, con términos de fugas entre materias que nos darán lecciones y recreos, descansos precisos para recuperar fuerzas e ilusiones. Hemos mirado, y entendemos que ya vemos.

El pacto se ha convertido en un ápice de entusiasmo que, con comunicación, corregirá todo. Es posible, aunque no siempre funcione. Debemos estar listos para un proceso, el comunicativo, que ha de involucrar a todos. A través de él tenemos grandes oportunidades. Tengámoslas presentes. Contemplar y descifrar las señales en la comunicación es un deber fundamental con beneficios múltiples y compartidos. Hay divisas interesantes que ya podemos seguir.

Juan TOMÁS FRUTOS.

martes, 10 de noviembre de 2009

Por los momentos de la búsqueda comunicativa

Los instantes son los que hacen la vida. Hemos de caracterizarlos para conocer lo que acontece. Definir procesos, procedimientos y actuaciones siempre es oportuno. Hablamos de nuestra profesión, de la de informador. Dicen que un periodista es quien se pregunta cosas. Sí, nos debemos cuestionar sobre lo que ocurre, acerca del porqué, por sus repercusiones, por las causas que nos han llevado a un determinado estado estructural o coyuntural…

El mundo debe estar abierto a los ojos de un informador, o, al menos, debemos pretender que así sea. Hemos de conseguirlo a base de mucho tesón y de una mayor voluntad. No han de faltar, tampoco, preguntas y alguna respuesta sobre nosotros, sobre la travesía por un desierto que está dejando en el camino a compañeros y compañeras. La crisis nos ha golpeado este año duramente. El estudio que hemos confeccionado así lo corrobora, y el testimonio de nuestros amigos/as también.

Ahora llega el momento para hacer balance, pues está al acabar el año. Hay cosas buenas que han pasado, y otras que no hemos de olvidar porque supusieron experiencia, deseos, fortalezas, impresiones de diverso calado… Algunos amigos/as se fueron, se transformaron, nos dejaron; otros, por fortuna, aún nos regalan segundas oportunidades que hemos de aprovechar.

Aparece, compañeros y compañeras, el espíritu de la existencia, y nos hemos de preguntar qué hacemos y cómo, y también con quiénes, y para qué, y por qué, sin olvidar el horizonte temporal. Las causas, las consecuencias, las circunstancias, las condiciones de lo que es, con mesura, nos han de arropar en estos momentos de búsqueda y deleite, de consolidación de lo que conocemos como felicidad. No olvidemos, por favor, a los que menos tienen, y lo que podemos hacer por ellos. Tengamos presente nuestra profesión y lo que somos capaces de realizar por ella. Estemos juntos, que será la mejor manera de salir adelante. El Colegio es una buena base para acercarnos a la altura que digamos.

Saboread, pues, la vida sin más preocupación que los demás también lo pasen bien, y hagámoslo así en la medida en que podamos. Intentemos ser felices. Miremos con orgullo nuestra profesión, que, pese a todo, sigue siendo, es, el mejor oficio del mundo, que nos conmueve y que defiende, porque así es, los valores más extraordinarios de la sociedad.

Adelante, amigos y amigas. Os deseo lo más estupendo del universo. Sí, de todo corazón. Tenemos una razón de ser entre todos, por todos. Busquemos el mejor de los balances. Seguro que aparecerá. Las ventanas, por favor, hemos de procurar que sigan abiertas. A través de ellas nos llegará una enorme dosis de sentimientos y de conocimientos. Mucho nos indicarán.

Juan TOMÁS FRUTOS.

lunes, 9 de noviembre de 2009

Reconozco tu enseñanza comunicativa

Poco a poco lo has conseguido. Nos ha dado la oportunidad de aprovechar la lid de la comunicación. El poder hablar es una suerte pues nos permite contarnos cosas e interpretarlas desde lo abstracto a lo concreto. Comunicar es una fortuna, y tú me lo has demostrado. Anoche lo pensaba, y hoy te lo digo. Enseñas con garbo, con altura de sensaciones, con una grandilocuencia que me porta a las voluntades de mundos queridos, donde somos con consumaciones de experiencias nobles. Añades espacio. Te veo, y aprendo de esos misterios que me conducen por momentos que nos indican la madurez que trae la experiencia. Nos damos las gracias con volúmenes de apariencias quietas.

Hoy lo reconozco: he aprendido a comunicar, a contar, a vivir en los instantes que nos provocan garantías de paciencias finitas. Nos hemos insistido para recuperar universos en los que nos sentimos cómodos. Todo ha sido por ti, gracias a ti, con una sonrisa que nos transporta con reglas que hemos de sentir como propias. Nos contemplamos con devoción, y con ella aprendemos a convivir como personas que se incardinan en el amor mismo.

Lo ideal sería que fuéramos capaces de reconocer la labor de apoyo de quienes tenemos al lado. Lo haremos en adelante: al menos, ése es el propósito que nos debe mover. La comunicación se ha de ejercer con perspectiva, con miramientos, con sensaciones, con raciocinio, con una voluntad férrea de llegar al otro lado. La vida es en tanto en cuanto nos apoyamos, mientras no estamos en esa soledad que hace que todo vaya más despacio.

No es el caso de hoy. Tenemos la fortuna real de que nos acompaña la visión de una trayectoria que nos propone, o debe, un talento y un cariño compartido a partes casi iguales, en el anhelo, que también es fin, de rozar la gloria de la impresión maravillosa de ser entre los demás. Tengo mucha suerte, más de la que me atrevo a decir un día sí y otro también. Las consultas de antaño traen tus labios, que sonríen con comunicativas experiencias de las que aprendo cada jornada.

Hoy te lo quiero decir. Ya ves. No lo dejaré para mañana. Me siento cerca de ti, y te escucho, y te digo que es posible porque tú misma lo indicas. Hemos sido, y más que seremos en otras ubicaciones que nos llenaron de fuerza, de mucha fuerza, de ese todo que es la base del sistema que nos rodea. Te doy las gracias por haber llegado de un modo tan natural. Es tu comunicación, lo es, y así lo advierto. Eres la gran fortuna, la mía, la de todos los que te conocemos, y lo resalto hoy. No espero más para decírtelo. Lo reconozco. Haces que entienda muchas cosas. Eres ese aporte principal que nos invita a aprender y a comunicar.

Juan TOMÁS FRUTOS.

sábado, 7 de noviembre de 2009

Juicios comunicativos

Distingamos el juicio en lo que concierne a los procesos de la comunicación, que hemos de defender abierta. Debemos formarnos. Hemos de arriesgar, aunque no siempre veamos lo que vamos buscando abiertamente. Intentemos que las cosas cambien, aunque sea poco, con pensamientos de flores que hemos de buscar para que no se marchiten. Podemos ser felices si nos esforzamos un poco más, si nos ofrecemos como somos, con luces, con sombras, con persecuciones permanentes de ansias de todo género. Estamos listos para una paz que nos ha de abocar al equilibrio y a la justicia. Se hace de rogar, ésta, tarda en llegar, pero, finalmente, se aproxima con reglas que no siempre acertamos a comprender.

La facilidad de las palabras, por aparecer, por ser pronunciadas, nos brinda, o debe, una quietud que no siempre aparece en tiempo y forma. Los intentos han de ser, cuando menos, válidos para suspender los hábitos que no terminan de dar con las impresiones de momentos de todo tipo. La índole de la certeza nos hace que nos preocupemos, o debe, por las consecuciones de amores distinguidos, que no logramos ver cuando lo deseado se marcha entre dibujos extraños.

Podemos atender algunas peticiones, e incluso es bueno que las tengamos en cuenta. Pasa ese tiempo en el que todo se acumula con una funcionalidad de terribles querencias que nos han de procurar espacios de amplitud y de oxígenos variados. Nos hemos contemplado con resoluciones profundas que nos atemperan el ánimo, que sí que da con las conclusiones de amores hermosos, siempre prestos a hacernos complacientes y dichosos.

Hemos de abandonar lo dificultoso, lo que no es diestro, lo que nos ofende con sus silencios, con la falta de reglas, con la ausencia de medidas compuestas. Hemos de pasar de lo sencillo a lo fácil, y olvidar lo complicado, que lo hacemos, precisamente, porque damos demasiadas vueltas a las posturas de vivir al día sin hacer daño a los demás. Nos hemos confundido a menudo, pero la existencia es así, y de esta guisa hemos de aprender.

Nos enseñamos a tocar esa melodía en la que nos sentimos buenos, rematadamente afortunados, únicos en la noria de una serena composición donde precisamos tener un papel, aunque no sea importante. Es mejor que contemplemos luces que nos alumbren para ese camino que hemos de recorrer con absoluta comunión.

Estamos comunicando, estamos siendo nosotros mismos, estamos, que no es poco. Sentimos que todo tiene un porqué, y de lo que se trata es de demostrar que la suerte la hemos merecido un poco. Compartamos, y demos con razones serias y entretenidas, y, al mismo tiempo, esperemos la cosecha en primavera mientras estamos en una formidable singladura entre el otoño y el invierno. Nos regalamos saludos nuevos, porque las intenciones, aunque repetidas, también tienen un soporte que huele a un flamante feliz que tiene que ver con brindar, con desear, con ser. Vayamos un poco al contrario de lo que nos venden. Tendremos noticias. Llegan las transformaciones comunicativas con un bagaje extraordinario. Formemos juicios con la idea de ir todo lo lejos que podamos. Los procesos han de ser abiertos.

Juan TOMÁS FRUTOS.

viernes, 6 de noviembre de 2009

Pase lo que pase

Ajusto deseos por ti, y te veo con otro brillo. Siempre estaremos unidos, pase lo que pase.

Actuación comunicativa desde los buenos propósitos

Haz el bien y no mires a quien: eso dice el refrán, y ése ha de ser el consejo. El fundamento de toda relación está en la voluntad, en los buenos deseos, en los mejores propósitos. Es difícil que no funcionen las cosas cuando nos mueven intereses bondadosos. Cuando hay un buen afán hay óptimos resultados. No podemos, ni debemos dudarlo. La visión y lo esperable en cada relación humana nos lleva al punto de inflexión donde la felicidad nos aguarda como una buena perspectiva. No nos neguemos a nosotros mismos las posibilidades y probabilidades de cambios, de arranque por nuevos fueros y de consecución de verdades compartidas. Pensemos en positivo y en positivo obtendremos todo.

Es una estimación, pero deseo reflejarla. Cada vez creo que debe ocupar en nuestras vidas un lugar más privilegiado el defender los sentimientos como el mejor instrumento de acercamiento, de cohesión, de búsqueda de consensos para avanzar de manera coaligada. Hablar con el corazón, desde el corazón, es mirar con el anhelo de solucionar todo, de mejorar, de asimilar desde la voluntad y la idiosincrasia de los demás, que son importantes, que deben serlo, para el progreso y la evolución de lo humano. Sin los otros perdemos la auténtica razón de ser.

La valoración de las personas ha de ser, a mi juicio, por cuestiones que tengan más que ver con el empeño, con el buen antojo, con el cariño, con la ternura, con el amor incluso, con la bondad, con la solidaridad, con el señorío y con la maestranza que han de envolver nuestras posturas y actitudes. Juntos podemos, y debemos ser dichosos. El mayor fin en nuestras vidas ha de ser la felicidad, para nosotros y para los demás.

Actuemos bien, en consecuencia; seamos, pues, buenas personas, intentemos acercarnos a las aficiones de todos y cada uno de cuantos buscamos en la bondad la referencia para actuar y para ser, para poder, para ajustarnos y acoplarnos desde el ansia de una dicha que se ha de compartir todos y cada uno de los días de la semana.

La vida, corta o larga, según se mire, es una gran escuela donde todos hemos de aprender de todos, buceando en el destino con el propósito de aprender, de enmienda, de ser entre los demás, con resoluciones a los conflictos, con el consenso como arma y escuela con la que viajar una jornada sí, y otra también. No dejemos de amar, y todo tendrá solución, incluso lo que parece no tenerlo.

La verdad nos hace libres, y, asimismo, la buena intención, los fines buenos, las muestras de afectos y de querencias con un determinismo solidario, unido, como nexo de unión de la verdad fruto de todas las verdades, de todos los entendimientos, de todo lo que nos rodea. Busquemos, por lo tanto, sentido a lo que ocurre desde la buena intención, y, desde esta misma, lleguemos a los resultados que pueden ser apetecibles por el colectivo social. Con buena intención, con amor, nos basta para emprender un camino oportuno, o para cambiarlo, y hasta para compartirlo, que también puede ser aconsejable. La verdad y los buenos fines constituyen la base. Con ella podemos construir grandes estructuras de relación genuina.

Juan TOMÁS FRUTOS.

jueves, 5 de noviembre de 2009

Nos lideramos

Conversamos sobre nuestras cosas, y sacamos en claro conclusiones de misiones queridas. Nos lideramos.

La vida que no definía

Tengo que confesarte que te estimo por encima de lo que pensé cuando era todo y nada en esa vida que no definía.

Cuando fuimos más inocentes

Te echamos en falta. Vamos a restaurar algunos anhelos que compartimos cuando fuimos más inocentes.

El respeto que mereces

Tengo que decirte que te quiero, y que te muestro, y te mostraré, siempre el respeto que mereces.

Ser, vivir

Buscamos la vida, y a menudo ésta aparece con resortes que nos proponen seguir, estar, ser, vivir.

Diez años de presencia en la Región de Murcia

Dicen que, cuando aparece un periódico, somos un poco más libres y que, cuando se va de nuestro entorno, perdemos conocimiento, capacidad de opinión y una dosis de libertad. Así es. La Prensa, las diversas publicaciones, todos los medios de comunicación, cumplen una función fundamental, determinante en la conquista de los derechos democráticos, así como en el desarrollo social.

Quizá en el día a día no vemos esa labor de vertebración y de contribución a la evolución de la sociedad a través de esas vivencias y relatos que periódicamente nos brindan los llamados “mass-media”. Cuando hacemos el repaso de un determinado tramo histórico nos damos cuenta de cosas muy importantes, entre ellas del paso de la vida, del transcurrir de los años, y de cómo el Periodismo hace sociedad, auténtica sociedad, pura textura de lo que somos y de lo que sentimos, amén de lo que hacemos.

Por eso, y porque seguir adelante en tiempos de crisis tiene todo el mérito del mundo, hemos de darle la enhorabuena al diario “El Faro”. Ha estado, y está, con nosotros, en la Región de Murcia, durante toda una década en la que ha dado cuenta de éxitos, de fracasos, de conquistas, de cambios, de mejoras, de peticiones, de visiones de expertos, de sucesos, de transformaciones en todas las esferas, de las personas, unas anónimas, otras más conocidas, que han hecho, que hacen, que sigamos adelante. Diez años dan mucho de sí, y la exposición que ha organizado en la Asamblea Regional resalta un quehacer que es bueno para todos, porque, como antes les decía, nos hace más libres.

Muchas son las personas que han obrado ese milagro y esa conquista de seguir hacia el horizonte del futuro. Por supuesto, los editores, que son muy relevantes. También lo son los profesionales, en todas las categorías laborales, del primero al último, del último al primero. Los mandos intermedios, los responsables de área, los corresponsales, los colaboradores, todos, todas…

También son destacables los apoyos de anunciantes, de empresas, de organizaciones sociales, de las Administraciones, de los estamentos y segmentos de la sociedad misma, a la que sirve. Y, asimismo, conviene que resaltemos el papel del público receptor, auténtico depositario del Derecho de la Información, como recoge la Constitución de 1978.

Por lo tanto, un éxito del periódico, de todos sus profesionales, de la sociedad y de la ciudadanía considerada en lo particular y en lo general. Os trasladamos, en este sentido, nuestra enhorabuena, nuestros mejores deseos y nuestro apoyo, y, cómo no, el anhelo de que volvamos a felicitaros y a felicitarnos dentro de otra década.

Juan TOMÁS FRUTOS.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Estrellas que iluminan

Hemos abierto una caja con muchos sentimientos. Nos contemplaremos plenos con las estrellas que nos iluminan.

Brillos puros

Disponemos muchos deseos con los que celebrar los elementos que fueron brillos y puros triunfos.

Claude Lévi-Strauss seguirá siendo una gran referencia

Anda la Parca entretenida estos días comunicando, a su manera, claro, con personajes a los que les habíamos cogido querencia, cariño, sí, por su forma de ser, por sus aportaciones, por esas caricias que nos otorgaban con el lenguaje sabiamente manejado, por el conocimiento de las cosas, que nos han llegado de la mejor manera posible. El último, o uno de los últimos, es Claude Lévi-Strauss, un antropólogo de origen francés, alsaciano su padre para más señas, que lo hemos considerado ciudadano del mundo y padre de mucho ideario en la sociología, en las relaciones humanas, en el acercamiento a lo que somos, a lo que pretendemos ser, a lo que imaginamos ser.

No es fácil aproximarnos al ser humano, que, a menudo, se empeña es desposeerse de ese grado de ternura y de comprensión, así como de esos escrúpulos que le pueden hacer, como es, un elemento excepcional en la Naturaleza. Esto es lo que hizo Claude, y lo llevó a cabo con el reconocimiento de una gran mayoría, de los intelectuales, del mundo académico, de las instituciones, de muchos países. No es normal que esta aceptación sea tan unánime y que provenga de atalayas tan dispares.

Muchos son los ecos de su figura en forma de premios, de galardones, de Doctorados Honoris Causa, cosechados por este descendiente de judíos con una enorme amplitud de miras, siempre en busca de conocer el porqué del comportamiento de sus semejantes. Con influencia de Freud y de Marx, y con el acercamiento a los principales filósofos contemporáneos, se convirtió en una figura de referencia para interpretar los comportamientos de las sociedades amenazadas por su mismo crecimiento, por los números, por las frías estadísticas. Es considerado padre y mentor del estructuralismo y es muy famosa su teoría de los mitos.

Además, hemos tenido la suerte (suponemos que no es casualidad) de que ha sido longevo: estaba a punto de cumplir los 101 años. Eso ha hecho que su pensamiento, su imagen, su persona se hayan conocido más y mejor. También ha podido matizar muchas de las cuestiones sobre las que ha escrito, puesto que ha podido defenderlas en persona, sin recurrir a los discípulos que, por otro lado, son numerosos y han realizado una labor impagable.

El caso es que se va una persona irrepetible (todos lo somos), y, por supuesto, le echaremos en falta, pero lo más importante es que quedan sus obras, sus reflexiones, sus análisis, sus dudas, su métodos, sus resoluciones, sus vueltas a empezar con más problemas sencillos o complicados… De algún modo sigue ahí, y siempre continuará para alumbrar los pasos de una Humanidad que, por prisas, por competencias, por diferencias reiteradas, no siempre sabe lo que tiene que ver, lo que le interesa, lo que tiene sentido.

Juan TOMÁS FRUTOS.

martes, 3 de noviembre de 2009

Sí con lo imprescindible

No me veas de cualquier modo ahora que las maneras parecen diferentes. No daremos con todo lo necesario, pero sí con lo imprescindible.

Quizá cambie la suerte

Vamos camino de deseos sin realizar. Todo llegará, pero no parece que éste sea el momento. Quizá cambie la suerte.

A José Luis López Vázquez

Muere a los 87 años José Luis López Vázquez

El espectáculo continúa sin uno de los grandes

El mundo de la escena teatral y cinematográfica española se ha quedado un poco huérfana. Ha muerto uno de sus artistas más versátiles y queridos, José Luis López Vázquez. Pocos como él han reflejado la imagen del hombre, de la mujer, de los años, de la juventud, de la inocencia, del miedo, del humor, de la hermosura de los sentimientos… Creo que supo transmitir que lo más relevante era ser una buena persona. Él lo era.

Recuerdo mi infancia, y le recuerdo a él, entre otros personajes que caracterizaron mi universo imaginado, mis sueños, mis verdades recién aprendidas. Las elucubraciones le tuvieron a él, como a otros, de referente necesario. Por eso, su falta nos deja a todos un poco más solos. Menos mal que la escena española ha crecido, y bien, en las últimas décadas. Podemos considerar que López Vázquez ha sido un icono y un maestro para la gran mayoría de quienes integran el panorama interpretativo español.

Ha tenido todos los premios de cierta reputación en su ámbito. Puede que se le otorgarán un poco tarde, ya mayor, cuando ya no estaba en su mejor momento personal y profesional. Lo importante es que supo de primera mano que para nosotros fue un testigo de su tiempo, del nuestro, de nuestras cosas. Le quisimos, y, de algún modo, lo supo.

José Luis siempre fue capaz de mostrar una versatilidad como pocos han tenido en el mundo del teatro y del cine. Además, amo por igual a ambos, y tanto en obras teatrales como en sus más de 200 películas se le siente cómodo, único, excepcional, por la fuerza y la naturalidad que transmitió. Además, fue un tipo humilde. Nunca pensó que estaba por encima de los demás a pesar de tener una forma de ser tan atípica.

Fue, aunque suene a tópico, una “rara avis” en esta hoguera de las vanidades que nos ha tocado vivir. No entró en iniciativas, actividades o formas de comportamiento propias de grandes estrellas, si bien brilló, con tranquilidad, de manera sincera, más que muchas de ellas.

Recordar a López Vázquez es pensar en ese actor sin el cual no se entiende el cine español en el siglo XX. Forma parte ya de la memoria, del imaginario colectivo, pero va mucho más allá. Fue sencillo, campechano, como cualquiera de nosotros, ni más guapo ni más listo. Desde la intuición y la picardía bien entendida mostró una imagen en la que nos hemos reconocido durante décadas.

Ahora es normal que le echemos de menos. También sería lógico que, amén de una serie de homenajes que, sin duda, vendrán, pongamos en marcha un conjunto de actividades formativas en la esfera del teatro y del cine que tuvieran su nombre y su consideración. Una cátedra José Luis López Vázquez no estaría nada mal. Podríamos hablar años de él, y quedarían muchos flecos en el tintero.

Juan TOMÁS FRUTOS.

lunes, 2 de noviembre de 2009

La tabla de salvación comunicativa

Hemos de buscar anclajes, lugares y asideros a los que poder agarrarnos ante todo tipo de circunstancias. La existencia humana está colmada de muchos fines, de multitud de esferas, de vertientes multicolores con los que edificar el día a día. Hemos de estar preparados para ese gran viaje que es la comunicación, confeccionada con afectos, con razones, con niveles de aprendizaje, con voluntades, con emisores, receptores, canales, mensajes, códigos e interpretaciones de éstos, con efectos, con causas, con percepciones, con cercanías y distancias, con gestos, con colores, con hábitos, con usos y vestimentas de todo género, con aspectos internos y externos, con cercanías y sensaciones. Hay de todo, o debe haberlo, pues todo es comunicación.

El viaje comunicativo es una aventura de cabotaje cargada de sueños y de ilusiones que, en primer lugar, han de satisfacer nuestras ansias de felicidad y de conocimiento y, en segundo término, han de procurar una experiencia que nos conduzca a la madurez, al buen deseo, a las soluciones salubres y equilibradas.

Buscar la verdad tiene la opción de poder encontrarla. Es posible, pero para ello hay que tratar de hacer las cosas de buena manera. La intención loable ayuda a que sea así. Es fantástico ese aliciente del universo que nos rodea cuando lo vemos como parte de la Naturaleza misma, cuando lo intuimos nuestro, como nosotros hemos de vernos insertos en él. Lo estamos, pero no siempre somos capaces de demostrarlo.

En la persecución comunicativa, surgen carencias y señales de todo tipo con informes de peticiones diáfanas. No hemos contribuido a ver todo, pero, si hacemos balance, para estar tranquilos, debemos haber hecho los deberes de conocer las condiciones y circunstancias de un mundo variopinto donde todos tenemos unas razones de ser que hemos de amoldar desde el respeto para seguir en comunicación y con valores de conjunto. Lo individual enriquece, pero aún nos regala más que seamos capaces de encontrarnos en espacios donde todos hemos de tener intereses comunes.

Además, el viaje nos permite distracciones. Es bueno que sea de esta forma. Gracias a ellas, a esas jovialidades, podemos entretenernos mientras aprendemos a ser nosotros mismos. La simpatía ha de ser también base para la experiencia vital de recorrer los espacios y los tiempos que nos regala la existencia en sus puras esencias. Nos hemos colocado bien, y mejor que podremos hacerlo sin somos capaces de vislumbrar que la paciencia y el afán de superación, con tolerancia incluida, nos oferta un itinerario de respuestas y de dudas con las que afanarnos en el presente y en el futuro. Todo está por ver. Y por vivir… Así es gracias a la comunicación, en virtud de ella, con todas las consecuencias y fortunas, que son muchas y dispares. El sumar siempre es bueno, defendible en todo caso, porque construye sociedad. La comunicación bien llevada añade, y por eso es nuestra tabla de salvación.

Juan TOMÁS FRUTOS.