sábado, 30 de octubre de 2010

Los fines de la comunicación

Conectamos hoy, sin que quiera explicarme el porqué. Habrá motivos cercanos y distantes, de todo tipo, prestos a superar los envites de una existencia venida de todos los rincones del corazón y del día a día, que nos regala felicidad y tristeza a tramos. Por eso hemos de saber optimizar lo que nos conviene, y por eso debemos ser capaces de detectar las fórmulas de la memoria y del olvido.

Vivamos con sigilo el papel de quienes nos muestran las ataduras de una vida que nos preña de sensaciones de todo género y número. No desperdiciemos lo más valioso, el tiempo, y procuremos que el partido se juegue los noventa minutos y sin parar durante la prórroga o el lapsus de descuento. En cualquier ocasión surge la oportunidad del conocimiento, de la relación y de la dicha.

Apacigüemos los instantes dolorosos, y seamos consecuentes con el porvenir, que nos ha de embrujar con sus dones más externos y mágicos. Vayamos hacia ese fin que es principio en cada iniciativa, en cada motivo. Nos animamos recurrentemente con unos recuerdos de actitudes que se mofan de las creencias intangibles, que, a menudo, justifican muchos de los procesos de comunicación y de aprendizaje.

Leamos, palpemos, seamos entre amistades sin palabras peligrosas. Cultivemos la memoria y la capacidad de perdonar, de ser entre telas de querencias que no han de quedar en suspensión. Sustituyamos esas etapas que no terminan de engrandecer los papeles de aquellos que están llamados a estimularnos con esas actividades ilusionantes que necesitamos en la cotidianeidad. Nos invitaremos a lo que sea menester.

Patrullemos por el interior de nuestras almas en busca de aquello que puede constituir la clave para comunicarnos, que es la fe y la esperanza en un futuro, en una mejora, en conocer más y mejor lo que nos rodea y sus porqués. Hagamos que broten esas flores que serán la imagen de una antesala de frutos de los que obtendremos la opción de un cariño que, por esperado y auténtico, será sincero. Lo será si ésa es nuestra voluntad y si por ahí encaminamos nuestros fines.

Juan TOMÁS FRUTOS.

viernes, 29 de octubre de 2010

“Lo que siempre está ahí” o la esencia de Marcelino

El título del último poemario de mi amigo Marcelino Menéndez González (si no es el último, por el ritmo que lleva, casi) es harto elocuente: “Lo que siempre está ahí” (Editorial Azarbe). Quizá pudo haber cambiado el tiempo verbal, e instaurándolo en una forma de ser más cercana a la mía, podía haber señalado “Lo que siempre ha estado ahí”, con lo cual habría dejado abierta la sensación de que ha estado hasta hace poco, o que no lo está ahora, o que podría seguir estándolo. La importancia de los verbos no es baladí. Ya saben que un autor levantó toda una edición para cambiar el título de su última novela. Creo recordar que fue el maestro Gabriel García Márquez.
Nuestro eterno joven, nuestro infatigable joven, nuestro amigo incondicional, Marcelino, nos invita, con una ambigüedad a la que no siempre nos tiene acostumbrados, a dar pinceladas sobre la vida, la voluntad, el amor, el concierto vital, el desconcierto, el tiempo, la luz, las sombras, el paso de los años, la curiosidad, los pensamientos de variadas etapas, las inquietudes, los misterios y lo que podemos descubrir al otro lado del horizonte que percibimos de manera cotidiana, los propios dilemas con sus consustanciales problemas de conciencia, la espesura del insomnio y de la noche…
Es la vida misma: todos esos conceptos, todos los sentimientos, toda la significación que emana de palabras manidas, pero, a la vez, íntimas, nos refleja una personalidad dinámica, presta a despejar incógnitas que, en paralelo, nos conducen a otras nuevas, como, por otro lado, es propio de la existencia. Me gusta la apertura que suponen los puntos suspensivos que de vez en cuando utiliza.
Marcelino quiere hallar “la armonía de la forma” en su poema Extravío, y nos “transmite su alma” en Esencia vital y se acerca “a la orilla de la plenitud” con Un hilo de luz, mientras los amores se quedan, como siempre, libres, “en el aire”… La vida es Ganar y perder, “tras calibrar muchos factores,” y mientras las respuestas no llegan toca Crecer, sin más. Lo malo, como antes dije, como el repite, es que “los misterios se eslabonan”, y así quedamos todos, con él a la cabeza.
Me encanta la poesía que, cuando la lees en momentos dispares, ubicas y traduces claves diferentes también. Un ejemplo de este talante en esta obra es su poema Sensaciones:
“Quiero dejarme llevar por las sensaciones;
Aquellas que te hacen sentir distinto,
Pensar diferente y ser y vibrar,
De forma desigual…”

Cuando uno vive su Escenario, ve, en su final, lo que experimentamos muy a menudo:
“Y hoy vivo sin mí, sin ti, sin nada…”

Pese a tormenta que se disipa una y otra vez y nos produce, como a él, como a Marcelino, un cierto cansancio, me quedo con esta parte del poema titulado:“También en los jardines anochece”. Dice así:

Me siento volar hacia distancias
insospechadas, de añoranzas felices y únicas,
y a su encuentro, me hallo ante una laxitud
incomparable en la que flaquea mi cuerpo,
y me relaja de forma absoluta para captar
y absorber a través de mil poros abiertos,
ese momento especial transformado en vida
que me invade y se apodera de mí, con sensaciones
en las que desfallezco y me entrego colmado
de satisfacción mental y espiritual”.

Y añado yo, con permiso del autor:
La misma satisfacción que me propicia leer este trabajo, breve en sus 30 poemas, cortos ellos, pero intensos, densos como la vida misma, haciendo el milagro de sintetizar en palabras nada complejas sentimientos sencillos, eventos cotidianos, experiencias sin batallas, ejercicios de pura salubridad.
Supongo que lo que nos cuenta Marcelino siempre está ahí, siempre lo estuvo y lo estará. Coincido, ahora sí, en la relevancia de utilizar un presente enérgico.
Son, indudablemente, los que nos cuenta, los aspectos vitalistas e ignotos que, para todos, siempre han estado ahí. Marcelino ha sido valiente para expresarlos.
De alguna manera, creo, y lo digo sin soberbia, ni falsa exaltación, Marcelino siempre ha estado en ese punto de la lectura que nos anima en estos momentos, siempre lo está, y hoy, casi sin explicarlo, lo hemos visto, lo hemos palpado y saboreado, y, también casi sin saberlo, lo hemos aprehendido.
Enhorabuena, Marcelino.

Juan TOMÁS FRUTOS.

miércoles, 27 de octubre de 2010

El sentido de lo que ocurre

Nos inclinamos hacia esa balanza en la que el aprendizaje ha de ser casi el todo. Nos hemos convencido de que comunicando andamos ese camino que nos ha de surtir de los mejores efectos docentes. Caminemos y tratemos de conversar en pos de mejoras desde el conocimiento y la experiencia que nos llenan, o que pueden hacerlo, y, en ese caso, deben.

Hagamos que funcione el tono de una memoria que nos ha de enseñar a vivir en esa paz que nos debe nutrir con fines de retardos y deseos de una comprensión con la que incrementar los dones de un destino que no ha de ser estéril. Juntemos toda la memoria que sea posible y actuemos en consecuencia con una virtualidad que nos debe prevenir con saturaciones y con reglas de compromiso hacia el pedestal más mejorable.

Nos hemos de poner manos a la obra cada día con el afán profundo de la comunión espiritual. Nos debemos imponer tiempos, reglas, aspectos de conjunto y solidarios con los que teñir las relaciones en el mejor de sentidos. Debemos colorear el mundo con la universalidad más expansiva y siempre teniendo a gala que podemos y debemos tener presente la verdad de todos y cada uno de cuantos nos rodean.

Abordemos las dudas con coraje, con tesón, en la convicción de que la solvencia viene del riesgo ponderado y de afrontar las situaciones como aparecen, sin más astucia que la versión frontal de cuanto sucede, de lo que nos acontece y hasta nos supera. Las ocasiones no miradas a la cara son oportunidades perdidas. No podremos saber cómo habrían salido las cosas, si previamente no damos con ellas y procuramos obtener algún provecho en positivo. No olvidemos que siempre lo tienen, incluso cuando no lo vemos. En comunicación, como en la vida misma, es así.

Juan TOMÁS FRUTOS.

lunes, 25 de octubre de 2010

Mucha y buena comunicación

Resolvemos las preguntas de una comunicación que aspira a ser noble desde el mismo inicio del proceso, que ha de ser dinámico, estable, con equilibrios que alternen aspectos de todo género. Seamos astutos, y también dejemos que floten las vacilaciones en el camino, en el propio ambiente del que nos hemos de nutrir sin asperezas.

Subamos las montañas más consentidas con versiones de recias propuestas y con movimientos hacia la voluntad más señera de complementar las labores y los segundos de clásicos destierros. Nos hemos de poner en el sitio de los otros, dividiendo y multiplicando con tradiciones que se han de convertir en poderosas en la modernidad de un trazado con el que nos hemos de poner manos a la obra cada vez que podamos. Los instantes nos han de apasionar.

La existencia está colmada de buenos fines con los que nos hemos de realizar en una carrera donde hemos de agotar los mismos obstáculos que nos proponen los deseos con las intuiciones que nos han de permitir comprender los vacíos de unas existencias sin más compromisos que ser felices. Las medidas nos han de aproximar a lo posible, sintonizando con las grandezas de quienes nos asombran con sus prestaciones más grandiosas.

Consideremos las emociones como la base de ese sistema con el que hemos de comulgar desde las destrezas más sencillas, que han de servir de atalayas y de referencias ante lo que hemos de desarrollar día tras día. Podemos y debemos ser dichosos con la ayuda de quienes nos rodean. Hemos aplicar definiciones de espacios sin objetivos cerrados, sino más bien amplios y en expansión.

Los procesos de aprendizaje tienen de todo, incluso previsiones con las que poder emular los destellos de un lenguaje que debe ser sencillo y claro, con el todo como fundamento de una verdad que ha de ser de conjunto, tomando como afán la visión del bien social. Ahí encontramos mucha y buena comunicación.

Juan TOMÁS FRUTOS.

viernes, 22 de octubre de 2010

El periodismo local, el de más futuro

Alguien podría pensar que trato de quedar bien con aquellos a los que dirijo mis palabras en esta ocasión, que viven del Periodismo en un ámbito estrictamente local. Nada más lejos de mi intención. Contentar por contentar, sin más, sin justificación, es una mala política, que tiene las “patas cortas” y que lo único que consigue es una merma de la credibilidad de aquel que sustenta supuestas verdades que no se cumplen o cumplimentan.
Creo en el Periodismo local por muchos motivos. El primero es porque está apoyado en un modelo más cercano, en esa proximidad que es la que siempre funciona en comunicación, la que cubre las necesidades más inmediatas en lo temporal y en lo espacial; y eso, indefectiblemente, ayuda a que su continuidad sea más que justificada. Por otro lado, no precisa de tanto bagaje económico como los proyectos de más envergadura, cuyas altas inversiones suponen también la necesidad de recoger supremos dividendos que no siempre se consiguen en tiempos de crisis.
Además, la confianza publicitaria se demuestra más en aquello que se ve, en lo que se halla más apegado a la realidad donde operamos. Asimismo, como todo proyecto pequeño, acaba siendo la estructura más sólida de cualquier sociedad en todos sus perfiles. No olvidemos que, en el ámbito estrictamente económico, son las Pymes, las pequeñas y medianas empresas, las que tienen menos de 50 trabajadores, o, las más de las veces, están entre los diez o veinte, son éstas, decimos, las que aguantan mejor las embestidas de las carencias financieras. Por añadir un argumento a todo esto, es más difícil no “empatizar” en una empresa pequeña que en una grande, y eso hace que, a la hora de apretarse el cinturón, todos y cada uno de los trabajadores vean la dinámica de la entidad como propia y aguanten mucho mejor los momentos malos o quebradizos.
Son tiempos pésimos y aciagos los que nos toca vivir. Unos 6.000 compañeros periodistas han perdido sus trabajos en los últimos tres años. Y muchos de los que quedan trabajando han visto reducidos sus salarios y/o sus condiciones laborales. Donde se ha soportado peor la crisis ha sido en la gran industria periodística, aunque “arropen” los datos para que no parezca que la sima es tan enorme. Se ha prescindido de muchos colaboradores, de muchos contratados, de muchos corresponsales o delegados, y se ha aplicado la “multifunción” a todos los que han quedado, a veces con rebajas importantes en los estipendios, lo cual ha redundado, proporcionalmente, en la calidad. Las pequeñas empresas, entregadas a una labor encomiable y de resistencia desde su creación, han sabido ver, desde el principio, que todo era crisis y han hecho de los problemas y vicisitudes oportunidades de negocio, como nos demuestran cada día.
No es el Periodismo un menester que enriquezca en lo económico. No descubrimos nada con este aserto. Pocos periodistas son ricos, y, cuando lo son, no trabajan casi nunca como periodistas. Si hay compañeros que lo han aprendido son los que trabajan en los territorios más pequeños, que les hacen más grandes por las dificultades que superan y por la encomiable labor de servicio público y de interés general que desarrollan.
Por todo esto, y seguramente por razones objetivas y subjetivas, creo en el Periodismo que se lleva a cabo en lo local, desde lo local, en pueblos y ciudades pequeñas, donde un órgano de comunicación como éste que tiene en sus manos, amigo lector (amiga lectora), devuelve la honorabilidad, el afán de conocimiento, las raíces mismas de aquellos que se esforzaron por los cambios sociales, económicos y políticos en las sociedades democráticas. En ese sentido, medios como el que ustedes están leyendo son básicos. Piensen en qué sería de todos nosotros sin ese partido de fútbol que nos cuentan sólo ellos, sin saber de esa actuación municipal y de los pareceres que genera, sin conocer de esa visita institucional o de esos logros de los chicos y chicas de sus respectivos colegios de nuestro entorno, en la esfera deportiva o en matemáticas, por poner unos ejemplos más o menos cotidianos. Seguro que se sentirían un poco huérfanos, un poco solos, sin la suficiente identificación, sin señales que les/nos hicieran ver que la vida en sociedad merece la pena y, sobre todo, desde la concordia y el buen afán.
La pluralidad y los valores universales que ustedes obtienen cada día por un precio simbólico tienen la estimación de todas las fortunas del mundo, aunque, a veces, por intangible, no siempre captemos su valía, pero ahí está. Es justo, pues, que demos la enhorabuena a los profesionales que trabajan en estos medios periodísticos, a sus responsables, y, fundamentalmente, a las sociedades que simpatizan con ellos y que saben que su labor no es cuestión de dinero. Por eso, precisamente, no debemos dejar de contribuir para que salgan a la luz. Adelante.

Juan TOMÁS FRUTOS.

Comunicación en abierto

Nos debemos cobijar a la sombra de ese conocimiento que nos viene de la relación con los demás, que son los referentes de los que hemos de aprender en positivo, cada vez que podamos, asumiendo que las cuestiones se han de trasladar con el mejor de los bagajes, poniendo los acentos en los sitios donde tienen sentido.

Hemos de disponer las creencias del modo que nos gusten con esos implementos que nos son entre cortejos que nos proponen con deberes que nos sirven de testimonios serios con unos procesos de entendimientos en lo mínimo y buscando lo máximo. Sirvamos ese té de la calma que nos antecede con los bosquejos más entendibles y humanos.

Apreciemos lo que nos circunda con los compromisos que hemos de dedicar con unos elementos de paciencias infinitas. Hemos de procurar que las cuestiones que nos interesan aparezcan con jugosas pretensiones y en fases y procedimientos de los que podamos extraer ciertas conclusiones. Pongamos por caso lo que es o debe ser petición de obra finita con todas sus posiciones de consolidadas actitudes que han de definir la paz con las alturas que miran hacia el lado más adecuado.

Dispongamos los mejores procedimientos para otorgar las razones con las que solventar las carencias y dudas que nos surjan, que, por otro lado, parecen inevitables. No secuenciemos lo que no parece tener sentido en la misma distancia que nos otorga espacios que no siempre vemos. Advirtamos el ser.

La comunicación es básica, como siempre nos decimos, pero lo es mucho más que tenga esa base de racionalidad y de afecto que nos convierta en auténticos protagonistas de nuestras existencias, que han de crecer sin temores y con coraje. Presintamos los procesos con una etiqueta que rubrique las afirmaciones con las que hemos de construir, con dulce entusiasmo, la realidad en la que nos movemos.

Circulemos cada vez que podamos con esa aureola que ha de transmitir información y devolverla un poco reciclada, con el acicate de un constante aprendizaje que no ha de tener más mérito que el mirar a futuro sin condicionantes cerrados: todo ha de permanecer abierto, dinámicamente abierto.

Juan TOMÁS FRUTOS.

miércoles, 20 de octubre de 2010

El devenir de los talentos

Vivimos esas garantías que nos han de edificar como personas en constante estado de evolución. Hagamos caso a esos ecos que nos vienen de la calma y de la experiencia.

Nos hemos de mostrar con esa entereza que nos debe insistir en el arte de hilvanar lo que nos merece la pena. Tomemos esas cartas que serán asuntos con raíces entre versiones de generosas facturas.

Hagamos honores ante los desplantes de quienes nos inclinan hacia la emoción más estimada. Lo querido nos llega con sus preferencias y distingos.

Nos hemos de consolidar en esa caminata en la que la conversación será la guía del conocimiento, de la instrucción, de la sabiduría. Nos hemos de arropar con lo que nos merece la pena. Nos hemos de entusiasmar igualmente.

Miremos hacia la claridad que nos indica el camino, y ayudemos a esos que nos vienen con sus cargos y conciencias de todo género. Amparemos los saberes en esos refugios que nos muestran cuanto pudo ser natural, que lo es. Todo ha de ser presentado con sencillez y la máxima claridad.

Hemos adivinado esfuerzos. Quedan ahí con sorpresas, con bagajes determinantes, con posturas sólidas que hemos de adaptar con la impronta y el mejor de los compromisos de visibilidad en el devenir de los talentos, que han de ser invertidos con promesas realizables. Eso debemos contar. Todo irá bien, porque las motivaciones son bondadosas, generosas, plenas de conversión y de compatibilidad.

Juan TOMÁS FRUTOS.

lunes, 18 de octubre de 2010

Ser con los demás

Abramos esa fe que moverá la comunicación hacia ese umbral que será sobrepasado con garantías y formas cargadas de tesón, de mucho tesón, que siempre funciona. No neguemos la esperanza, sobre todo ahora que tanto la precisamos. Hagamos que funcione el corazón, que nos mostrará alas con las que sobreponernos a los inconvenientes y a los obstáculos que la vida nos vaya poniendo.

Nos debemos sentar ante esa base que nos permitirá construir la pirámide de una credibilidad que nos amansará los ánimos y nos invertirá en los mejores criterios. No paremos en este momento que todo parece tener sentido. Hagamos caso a lo que experimentamos con el tino que nos ha de caracterizar cuando el riesgo es no saber, no conectar, no dar con lo auténtico. La existencia se llena de flores cuando somos capaces de dialogar con la materia que es transparente y hasta olvidadiza.

Hemos de baremar las astucias con esas sombras que nos han de preferir con esas turbulencias que nos ganan con partidas no escritas. Hagamos que funcione ese amor que nos tonificó con unas astucias que nos devoran de vez en cuando con sus entusiasmos relativos. No paremos justo cuando damos con el tono de la memoria, que nos ha de insistir con sus preferencias y perspectivas no definibles.

Nos ganamos con unas alforjas que nos regalan el frescor de la vida que hemos de reinventar a cada instante, en corto, a largo plazo, cada vez que podamos. Contemos lo que necesitamos antes de emprender la singladura del conocimiento. Nada nos ha de faltar: incluso debemos tener presentes los imprevistos, que, antes o después, aparecen. Nos hemos de poner en guardia ante los elementos que nos dejaron en un trámite de raíces breves. Debemos procurar divertirnos, y aprender, y ser con todo el equipaje, y, claro está, con los demás.

Juan TOMÁS FRUTOS.

viernes, 15 de octubre de 2010

Contemos cada día

Progresamos con mejorías que nos dan fines que hemos de convertir en tan fundamentales como permanentes en cuanto a las ocasiones y sus posibles resultados. Hagamos que las cabezas en equilibrio con los propios corazones sean las referencias para que las comunicaciones se produzcan con afinidad y tino. Hemos dado unas bondades que nos cobijan con criterios que motivan para alcanzar las pretensiones más queridas. ¡Ayudan tanto!

Cesamos durante instantes que pudieron servir de reflexiones. Ahora debemos superar los pactos de suerte para provocar transformaciones que nos ubiquen en los quehaceres que nos han de servir de pruebas que funcionen. No controlemos todo, pero sí algunas fuentes existenciales. Solventemos las vacilaciones y empecemos con los contrastes y conformaciones de realidades que nos sean.

Las cantidades son importantes, y también lo son las cualidades. Ejecutemos las iniciativas que nos incorporen a las actividades más fructíferas. Entendamos lo que nos ocurre con medidas más fortalecidas. Comencemos por ser y por existir con aquello que nos otorgará parlamentos con sentidos. No podemos debutar siempre. Hagamos que las suposiciones nos impulsen con emotividades consolidadas. Nos debemos reclamar las suficiencias que nos hagan licitar por lo más estimado.

Superemos los miedos a lo desconocido, a las incertidumbres también, y demos con las formalidades que nos trasladarán donde sea menester. Nos hemos conocido de dentro a afuera, y eso nos ha de dar aceptaciones que nos presentarán con reglas de compromiso basadas en fortunas no valoradas, no tangibles. Salgamos adelante con la certeza de la comunicación bien planteada. Nos hemos de ganar cada día. Contemos.

Juan TOMÁS FRUTOS.

miércoles, 13 de octubre de 2010

En el corazón de la comunicación

Nada comunica tanto como dos corazones en comunión, en conexión, irradiando las mismas ansias de coordinar y de aprender por lo que ocurre alrededor. Nada es comparable a la unión que se consigue de manera virtual y hasta tangible. Manifiestan lo que es la vida misma, que es caracterización de preferencias con renuncias expresas ante el bien común, que, asimismo, demuestran con sus sentimientos e itinerarios compartidos.

El corazón lo es todo, fundamentalmente en momentos de trasiegos, de dudas, de consecuencias extrañas, de actitudes variopintas, de intenciones que van y que vienen. Hemos de adecuar todo cuanto tiene sentido con los valores del espíritu que surge del mismo centro del corazón, con sus buenos fines, con sus alturas de miras, con sus entretenimientos. No hay nada tan certeramente agradable.

El corazón acompasa posturas, objetivos y complementos, dejando a un lado lo accesorio. Las miradas que surgen de él no atienden más razones que las que tienen un fundamento inmaterial y nada interesado. No se puede pedir nada añadido. Conseguimos, con el corazón, que lo que tiene valor universal destaque, dejando atrás lo que no nos atañe realmente.

Las conversaciones que surgen del corazón siguen, continúan, están, son, y nada se espera desde la convicción menos clara si no pasa por el crisol de su testimonio, ya sea silente o parlanchín. Amparemos sus peticiones, que siempre son limpias, si lo enseñamos bien, si viene sinceramente de él ese anhelo que nos iguala, que nos hace partícipes de la singladura de lo humano. Miremos en el corazón, pues, y tratemos de vernos en él. Será, si lo conseguimos, buena señal.

Juan TOMÁS FRUTOS.

lunes, 11 de octubre de 2010

La moneda justa

Hagamos caso al corazón con todo ese aleteo. Vivamos todo ese presente que nos inserta la moneda justa.

La maravilla de la comunicación

Preferimos ser en los momentos de un aprendizaje que no hemos de dejar para mañana. Las sensaciones nos han de llevar, por vía de la intuición, al raciocinio, que nos ha de eliminar de esos puntos que nos previenen con sus síntomas más tardíos. Nos hemos de poner en esa brecha que hemos de cerrar con parsimonia, sin asperezas que queden sin resolver. Hagamos que todo sea.

La vida nos regala oportunidades que hemos de expandir. No nos ceguemos en las escenas que no se comprenden por falta de contexto. Sintonicemos con las realezas que nos previenen con sus toques más mágicos. No sentemos cátedras extrañas y procuremos que las astucias nos lleven por ese camino de liderazgos sensatos. Nos hemos de poner en ese sano equilibrio que nos debe enderezar todas las sendas y sus oportunos caminos.

Analicemos los efectos con sus correspondientes aires de grandes provechos, que nos han de llevar a donde sea menester con el adecuado paso. No esperemos ni mucho ni poco, sino lo suficiente para estar en ese trecho que nos recuerda quiénes fuimos y hacia dónde podremos ir con las estelas de un mar lleno de ocasiones con las que aprender sin dejarlas en un dispensario cerrado a cal y canto. Conversemos, hablemos, contemos lo que sentimos y hagamos que el quehacer diario nos haga olvidar lo malo y aprovechar lo bueno, que es mucho y lo podemos hallar por doquier.

Intentemos, pues, que las empatías nos permitan estar en ese sano juicio que nos predispone en positivo y que, al tiempo, nos consiente un poco de provocación y de riesgo. La virtud está en todos los intentos, en cada uno de ellos. Ésa es la maravilla de la comunicación.

Juan TOMÁS FRUTOS.

viernes, 8 de octubre de 2010

Comunicar con felicidad

Confeccionemos ese instante que nos ha de servir de vértice de una realidad que nos ha de distinguir con precisiones que nos lleven donde podamos compartir el conocimiento que nos une, que es más, que es ese todo que nos previene con sus intereses más creíbles. Debemos ser diestros y cautos en las medidas, en lo que nos atañe, con los envoltorios de unas conexiones que nos han de atribuir esfuerzos con sanos resultados.

Figuremos al frente de esa amistad que nos debe subrayar lo querido, lo que nos conviene, lo que es trazado ideado desde un marco excepcional. Hagamos que sea creíble esa emoción sincera con la que nos hemos de relacionar. La vida es en el nuevo trayecto que nos previene con sus bocanadas de aire fresco. Aprendemos a ser nosotros en la misma complicidad de un universo de colores con los que nos equilibramos en nuestros caminos cotidianos.

Hemos de comprender que el sí no supone ni victoria ni fracaso, sino la convicción de marchar hacia el mismo lugar donde debe haber una cierta comunión consentida. Podríamos salir adelante con las precisiones más loables. Seamos en la nueva causa, que nos sigue como si la existencia tuviera más motivos y más ideales. Hagamos caso a los corazones. Siempre definen qué hacer en caso de dudas. Contrastemos pareceres y propuestas y asintamos con las direcciones más fermentadas, que han de conexionar las rutas más eficientes.

Aunque llueva, hemos de procurar que las cuestiones fundamentales salgan con bien en un escenario donde no debe faltar lo que tenemos, que es mucho más de lo que pensamos en algunos momentos incomprendidos. Demos las gracias por anticipado. Nos hemos de explicar una y otra vez, y no dejar ni un rescoldo de vacilación que nos distraiga o nos rompa. Comunicar con felicidad, con una base de jovialidad, siempre es un sustento de gran garantía. Lo es.

Juan TOMÁS FRUTOS.

miércoles, 6 de octubre de 2010

Comunicaciones bien desarrolladas

Ordenemos las emociones que nos podrán saber a la gloria de un aprendizaje basado en el conocimientos compartido, en la espiral de la conexión con comunicaciones que nos vacunan en cualquier momento y nos enseñan a existir teniendo en cuenta a todos, a los demás, a los que nos asisten con sus contentas expresiones, con sus guardias y diferencias entre amistades de profundas inserciones de diverso tipo. No podremos quedarnos en ese desván que se confunde de salida. Hemos de intentar diseños flamantes.

Las ideas más bellas nos ofertan consideraciones de diferente textura con implicaciones que nos han de servir para unirnos más y mejor. Hagamos que la hermosura nos adelante unos pasos que nos han de referenciar lo justo, lo que nos vale como moneda sin cambio. Lo que es importante no ha de mostrarse siempre en primer término. Las aspiraciones, los halagos, los protocolos más o menos intensos nos pueden llevar por sendas de engranajes apetecibles que nos fortalecerán en cuanto tengamos tiempo y ganas de seguir hacia delante. No perdamos esas fuerzas que tuvimos de infantes.

No mostremos prisa por esa sabiduría que no se puede improvisar. Las frutas de la existencia nos llegan cuando menos las esperamos. Hagamos que todo tenga sentido sin que éste nos condicione en las apreciaciones. Nos debemos fugar a la menor ocasión en busca de esa libertad que es sujeción al otro en cuanto le demostramos que lo queremos, que lo admiramos y que lo respetamos. Así debe ser. De ello nos beneficiamos todos.

Mandemos el tiempo del reposo a nuestros corazones, que merecen que las dichas se apoderen de ellos sin que nada les coarte. Tengamos la fiesta que nos ha de atribuir las esperanzas en las comunicaciones bien desarrolladas. Por ellas vamos a apostar.

Juan TOMÁS FRUTOS.

lunes, 4 de octubre de 2010

Tony Curtis, en el corazón

Tony Curtis ya no está solo. Está en el cielo de unas estrellas de verdad que nunca se apagarán. Su sonrisa y atractivo marcaron una época en un cine que enamoraba a través de figuras de su talento. Aunque algunas de sus películas forman parte del imaginario colectivo, como Espartaco y con Faldas y a lo Loco, no se hizo con grandes premios, pero sí gozo del fervor popular y del calor de sus amigos, a los que quiso y cultivó con profusión.
Sus ojos de tonalidad azul verdosa encandilaron no únicamente por su belleza, sino por lo que supieron transmitir. Llevaba mucha carga a cuestas, como todos, una buena y otra mucho más pesada y difícil de aguantar. También eso se venía en algunas de sus películas, o en escenas de éstas. Ya está libre de todo ello.
La imagen del héroe caído en silla de ruedas no se correspondía con el corazón de un artista que alegró, apasionó y entristeció a medio mundo. Supo salir adelante frente a la adversidad y una infancia difícil, que también le dejó solo, como en estos últimos años. Ahora el firmamento de las estrellas le colocará en su sitio, donde merece, y nosotros le llevaremos en nuestro corazón, donde siempre estuvo, donde siempre estará.

Juan TOMÁS FRUTOS.