viernes, 20 de marzo de 2009

Reflexiones sobre el aprendizaje de las TIC´S

Hay que adaptarse: renovarse o morir. Así lo hemos pensado siempre, y, realmente, es lo que funciona. El ser humano, desde que existe sobre la faz de la tierra, ha cimentado sus avances en los hallazgos científico-mecánicos. En este sentido, el sustento es el mismo. Uno de los baluartes de cualquier sociedad democrática y desarrollada es la ciencia, vista, fundamentalmente, a través de las Nuevas Tecnologías. Nadie lo duda. Por eso, su planificación, su dotación de recursos y su apoyo incondicional se constituyen como acciones básicas de libertad. En este sentido, conviene que hagamos reflexiones y consideraciones que supongan una mejora de las actuaciones y actividades formativas en este plano, sobre todo en lo que concierne a la complementación de los ciclos primigenios de los futuros y actuales educandos. Nos referimos a la importancia de las etapas que nos encaminan a los masteres o doctorados. Recordemos que la formación de postgrado es básica para un estudiante, por cuanto le sirve de nexo entre el aprendizaje recibido hasta ese momento y el mercado laboral que para él, en esa etapa de su vida, está a la vuelta de la esquina.

Por ese contexto tan determinado, este tipo de formación posterior, insistimos en materia de Internet y de nuevas tecnologías, ha de tener muy bien equilibrados los aspectos teóricos y los prácticos, y, así, se ha de ofrecer un aprendizaje lo más cercano a lo que, un poco más tarde, nos vamos a encontrar.

La capacitación profesional, tras un sustento teórico interesante, es fundamental para que la incardinación del ciudadano en la esfera laboral sea del modo más adecuado. Es preciso para ello que haya un mayor acercamiento entre el mundo laboral y el académico/formativo. La presencia de profesionales de empresas en todos los ciclos del aprendizaje y la exposición de motivos y aspectos formativos por parte del profesorado en las mismas empresas son dos ejes cruciales para que haya un entendimiento entre dos realidades que están llamadas a un entendimiento recíproco. Durante años ha habido un distanciamiento entre las necesidades y los planteamientos, entre lo que se sabía y lo que se exigía para una conveniente colocación y ubicación en el mercado laboral.

Ahora, en pleno siglo XXI, de lo que se trata es de romper las malas inercias, que, cada vez, afortunadamente, son menores, así como de afrontar la realidad de las necesidades empresariales en lo científico-tecnológico desde algo más que el voluntarismo mal entendido o poco prometedor. Precisamos conocer mejor los sectores donde podemos incardinar, al tiempo que hemos de saber los aspectos más fuertes y los más débiles de la formación que se ofrece. No finjamos preocupaciones que no ejercemos, y pongámonos manos a la obra.

Debemos contactar con las empresas, con sus empleados, con sus responsables, y hemos de exigir de todos ellos informes que den cuenta de las ventajas y desventajas, de los vacíos y de las fortalezas que se detectan en las formaciones tecnológicas e informáticas de los estudiantes que les enviamos a esas mismas organizaciones tanto a nivel de becarios como, más tarde, cuando consiguen una relación laboral mucho más estable y mejor remunerada.

Tendríamos que hacer, en todos los órdenes, seguimientos de las habilidades y capacidades que hemos desarrollado en nuestros alumnos. Habría que analizar los progresos que se desarrollan y los motivos de los triunfos o fracasos que se puedan suceder.

Nuevas líneas de aprendizaje

Con el mayor conocimiento de la realidad empresarial que demandamos podemos conseguir ver con qué medios reales se trabaja, al tiempo que podemos aprender sobre los sistemas o modelos de laboriosidad que se utilizan de manera preferente.

Debemos tener la habilidad de desarrollar unas materias y unas líneas de aprendizaje lo más apegadas a las necesidades reales, que, en primer término, hay que averiguar, así como debemos adaptarnos a ellas. Aún distinguiendo entre la capacidad profesional y la investigadora, que han de ser complementarias, con el propósito de hacer rentables las dos en la medida de lo posible, es claro que hemos de adecuar y de amoldar la docencia a lo que existe en el mercado, a sus demandas, a su realidad cotidiana. Las tecnologías avanzan muy deprisa como para no tomar las riendas ya.

Debemos desarrollar con destreza los estudios más demandados, y hacer la inversión ajustada a los planteamientos y deseos de aquellas actividades más o menos deseables. Las campañas formativas e informativas en este sentido también funcionan, dirigiendo, o debiendo dirigir, a los alumnos por aquellos vericuetos donde la educación recibida es más rentable para las propias entidades, así como para la sociedad y los mismos interesados.

Las metodologías han de basarse en aspectos teóricos, en lecturas frecuentes y variadas, en lo que piensan y defienden profesores y expertos de toda índole y calado, pero, asimismo, han de sustentarse en una cercanía a las necesidades de los mundos económico y laboral.

Como quiera que los medios y los recursos son escasos, conviene que establezcamos planes de implantación, de búsqueda de bases para el desarrollo profesional e investigador, así como estrategias para priorizar y para establecer los objetivos claves. No se persiguen, o no se deben perseguir, resultados perfectos, pero sí progresiones en el buen sentido. Las cooperaciones con las empresas, insistimos, son eficaces.

Además, hay que medir los impactos y ver por qué las actuaciones emprendidas funcionan, o bien por qué no sucede así. De este modo, podremos ir mejorando todo desde las diversas orillas del sistema societario. El esfuerzo y el empeño han de ser comunes entre la sociedad, sus organismos y sus empresas de tipo público y privado, así como de la Universidad, de la que surgen esos profesionales que nunca deben olvidar el aporte teórico en las actividades prácticas (todo es importante, repetimos). La mirada recíproca produce, y producirá siempre, resultados mucho más simétricos. De eso se trata, sobre todo si queremos prosperar desde la solidaridad, la mesura, la equidad y el equilibrio de una sociedad en verdadero avance. Las técnicas y las tecnologías siguen progresando, y nosotros debemos hacerlo al unísono. Seguro que nos beneficiaremos en múltiples planos. Aprendiendo de todos seguro que podemos.

Juan TOMÁS FRUTOS.

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