miércoles, 6 de mayo de 2009

¿Qué sueña ese niño que está de camino?

Dicen que un niño sueña a partir de los siete meses. Puede que antes. Nadie recuerda (seguramente por obvios motivos) lo que soñaba cuando estaba en ese trance previo a la llegada a la dimensión humana. Yo prefiero creer que piensa, ante la ausencia de lo negativo en ese momento de su existencia, en positivo. Seguro que siente el placer por un universo de sonrisas, de complacencias, de mimos, de entendimientos. Es el escenario que los futuros padres nos empeñamos en mostrarle en su entorno más inmediato.

Confío en que sueñe con el amor de sus padres, que lo tiene, con la dicha de una sociedad donde no falta de nada, pues tiene, al menos él, todo cuanto precisa. Seguro que cree en un sistema de salud que le facilita todo, que le aporta cariño, sensaciones nuevas, muestras de respeto, buenos propósitos y cuidados al milímetro, así como seguimientos diarios, estupendos. Estoy convencido de que este bebé en edad gestante estima (¿lo sueña?) que no falta educación y comida en su entorno, en ninguna parte, seguro que lo imagina sin imaginar nada en especial, pues a él no le falta nada. Para eso están los padres, y la familia, y el sistema socioeconómico que le rodea.

Y sueña, y sigue soñando con su llegada a un mundo de más de 6.000 millones de habitantes donde el amor, que es lo único que conoce, impera. Escucha atento. Es verdad que, a menudo, siente el ruido que ostensiblemente le llega desde lo que todavía no termina de entender desde el vientre materno: esa locura que venden, o vendemos, desde los medios de comunicación, con conflictos, con vehemencias, con equívocos y controversias. Él percibe algo de ruido, que sus padres se empeñan, nos empeñamos, en que no le sature aún. Le cuidamos mucho, y así debe ser.

Estoy convencido de que sonríe. Así se le ve en las ecografías, o nos lo parece. Es feliz. Y nos hace felices, pues es una estampa demandada que debería repetirse en cualquier circunstancia y lugar. Por desgracia, no es así. La pregunta que ya me duele se dirige en el sentido siguiente: ¿Qué le contaré cuando nazca y, poco a poco, vaya creciendo y viendo que lo que soñó no lo disfrutan, por nacimiento, cinco de cada seis ciudadanos del aún llamado Planeta Azul? De momento está de camino. Que sueñe todo cuanto pueda. Procuraré que los dos aprendamos juntos a cambiar solidariamente muchas cosas.

Juan TOMÁS FRUTOS.

No hay comentarios:

Publicar un comentario