domingo, 7 de junio de 2009

El agua, una eterna fuente de vida y de esperanza

No inventamos nada nuevo, pero conviene que lo repitamos. El agua es un elemento sustancial del ser humano, como todos sabemos. Los datos nos hablan de que solo tenemos acceso a un uno por ciento del agua potable que hay en el mundo. Es una cantidad ínfima ante una población creciente. A principios del siglo XX había, poco más o menos, 1.500 millones de habitantes sobre la faz de la tierra. Ahora, superamos los 6.000 millones de almas. Además, el aumento es exponencial, habida cuenta de los avances sanitarios tan importantes que se han conseguido, sobre todo en el “primer mundo” (una denominación que no me gusta particularmente), si bien todavía queda mucho por hacer en grandes áreas del planeta azul.



Sin agua, nos dice la ciencia, no hay vida. Tres cuartas partes de nuestros cuerpos son agua. Todo es agua. Hasta el aire se compone de una parte sustancial de agua evaporada, no visible aparentemente.



El agua está ahí, escondida en cualquier rincón, y siempre es un presagio de esperanza, aunque, a veces, nos venga de manera precipitada y tormentosa. La naturaleza tiene sus formas, y el agua también. Hay excepciones y reglas. La mirada que proponemos sobre el agua ha de ser tan plural como variopinta. Queda mucha pasión, mucha estimación, muchos anhelos que describir. Iremos contando más.

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