jueves, 3 de septiembre de 2009

Un paseo con semblanza de Gea y Truyols

Les propongo un paseo relajado y contemplativo de un territorio muy hermoso. Recordemos que, de vez en cuando, conviene que demos vueltas a lo que conocemos, y a lo que no, respecto de todo cuanto nos rodea. Es preciso que sepamos dónde vivimos y cuáles fueron, y son, los puntos de partida y de referencia. Es el caso que nos ocupa a continuación. Una pedanía maravillosa que está a caballo entre los campos de Murcia y Cartagena, y que, por lo tanto, ha sido zona de fronteras en la épocas de los reinos castellano y aragonés-catalán es la simpar Gea y Truyols, todo un ejemplo de convivencia y de gestación de un interesante crisol de culturas.

1.100 habitantes viven en un paraje que nunca ha estado demasiado poblado. Al menos, éstos son los censados. Hay mucha población flotante, y otra que se va incorporando en las nuevas urbanizaciones que se están construyendo en este entorno. Como lugar de encuentro de culturas, también ha sido un sitio de paso, de tránsito. También ha sido una ubicación perfecta para plantar árboles y verduras y para sacar partido al secano, que aquí ha sido generoso. Podemos encontrar en este emplazamiento olivos centenarios, pero también algarrobos y arbustos propios del llamado monte bajo, con el tomillo y otras plantas aromáticas.

Los cítricos tienen un lugar descollante en este territorio, que ha aprovechado siempre las aguas de las lluvias escasas, así como las del subsuelo. Hasta ahora ha habido un equilibrio certero. La fauna se ha adaptado, asimismo, al lugar. Hallamos animales de muy diversa estirpe e índole. Desde el Águila Perdicera o el famoso Búho Real, impresionante cuando se le ve por la noche, hasta aves mucho más pequeñas como el gorrión o la golondrina. El suelo es testigo del movimiento de reptiles, de anfibios, donde hay aguas estancadas, y de zorros y gatos monteses, algunos de ellos mezclados con los asilvestrados. La riqueza en algunos paisajes, a menudo casi desérticos, es extraordinaria.

Los almendros forman parte de un panorama presto para la caza menor. Obviamente hablamos de la caza del conejo o de la perdiz. El resto de animales están protegidos por la ley y por la conciencia ciudadana, consciente de la necesidad de preservar unos terrenos tan espléndidos.

Gea y Truyols tiene su origen en la convergencia, en el siglo XVIII, de las poblaciones del mismo nombre. Aglutina a diversos parajes con una historia que se remonta hasta la misma etapa de los romanos. De hecho quedan vestigios de esa impronta, de ese “poblamiento ancestral”. Esperemos que esas ruinas se pongan en valor próximamente. Durante los últimos dos siglos, su territorio se ha estrechado o ensanchado en función de decisiones políticas, e incluso formó parte de un municipio independiente de Murcia con cabeza en Sucina.

Lugares para ver en esta pedanía hay muchos: en primer lugar destaquemos la flora y la fauna, pero, si nos referimos a las huellas dejadas por los humanos, tenemos las Casas de Gea y del Pino (la primera en un buen estado; la segunda, no tanto), sin olvidar los aljibes de arrastre o la propia plaza emblemática del pueblo, donde estaba el antiguo cine.

Podríamos hablar, y no acabaríamos, de la gastronomía autóctona, tan rica como su propia historia. Las migas son, sin duda, un manjar que hemos de preservar. De hecho, coincidiendo con las fiestas de Agosto, hay un campeonato y surtidos premios entre los mejores platos.

Rodeada como está por sierras como El Garruchal o Columbares, sin olvidar el Puerto de la Cadena, hay mucho que relatar sobre esta pedanía, de 51 kilómetros cuadrados de extensión y situada a 185 metros por encima del nivel del mar. Sí, tenemos mucho más que contar. Esto es un primer esbozo, a modo de presentación. Por favor, no quiero que me quede en el tintero algo que puede sonar a tópico: lo mejor de Gea y Truyols son sus gentes. Acérquense y conózcanlas. Hallarán el placer del sosiego, a menudo perdido por las prisas de la gran ciudad. Por otro lado, son ejemplo de experiencia y de bondad. En esta etapa que nos ha tocado vivir, estos presentes son algo impagable, y difícil de encontrar, claro.

Juan TOMÁS FRUTOS.

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