viernes, 11 de septiembre de 2009

Viaje humano por la comunicación

Les propongo una singladura distinta. No hay prisa. Es cuestión únicamente de marcar la meta. Ya llegaremos. Busquemos lo más genuino. No nos distraigamos cuando nos acerquemos a los demás. Intentemos otra relación, sin negociaciones materiales a priori. Otra comunicación es posible, y, además, deseable. Debemos acercarnos con otra mirada, puede que con la de siempre, a lo que es la comunicación, un proceso, digamos, que se incardina en nuestras existencias desde el mismo momento en el que nacemos y que se manifiesta en todo instante, incluso cuando no somos conscientes de ello. Más que hablar de sistemas y de diferencias entre los grandes autores, con Chomsky y los matemáticos a la cabeza, vamos a sincerarnos y a hablar de esencias, que no tienen por qué ser infalibles. Nada ni nadie lo es.

Todo comunica: ésa es la máxima. Cualquier suceso, evento o circunstancia cotidiana nos ofrece un mensaje, más o menos claro, o bien expresado tácitamente. Hemos de saber interpretar lo que ocurre, o, cuando menos, hemos de saber señalar el camino por el que discurren los métodos o procesos de influencia, que están ahí, que no hemos de restar, sino más bien potenciar.

Hagamos un repaso para intentar que no nos falte nada de lo que nos parece importante, siendo conscientes de que dejaremos muchos flecos, seguramente no cabos sueltos en sí, sino más bien dudas con las que crecer y compartir el conocimiento. Es clave que entendamos que las verdades son relativas.

Utilizar otra perspectiva puede ser fundamental para aproximarnos a las claves de un recurso básico en nuestras existencias, la comunicación con los demás, de los que nos hemos de enamorar en sentido global, dejando fluir la sinceridad como concepto básico para perseguir una verdad compartida, coparticipada por los criterios y con las intenciones de los otros. No es sencillo de poder hacer, pero debemos intentarlo.

Tratar de estar a la altura de los demás amoldando nuestros sentimientos y opiniones es una actitud que ayuda, sin duda, a que las relaciones funcionen. Dar consejos con humildad puede ser parte de la solución. La otra está en que nos convenzamos de decirnos todo y de perseguir llegar a un impresionante consenso, que demostrará que otro mundo es posible. Claro que lo es.

Seamos humanos, seamos nosotros mismos, seamos auténticos, y ahí estará la comunicación un día y otro. Ya saben: toca otra mirada. El placer inmaterial de entender al otro y de perseguir que nos comprenda es un viaje que no debemos perdernos. No hay coste económico, y el resultado es extraordinario. Vean. La paciencia y el tesón son dos condiciones que nos debemos poner, eso sí, en la medida que cada uno pueda, que lo último es agobiarse en una propuesta de este calado. Mucho ánimo.

Juan TOMÁS FRUTOS.

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