sábado, 7 de noviembre de 2009

Juicios comunicativos

Distingamos el juicio en lo que concierne a los procesos de la comunicación, que hemos de defender abierta. Debemos formarnos. Hemos de arriesgar, aunque no siempre veamos lo que vamos buscando abiertamente. Intentemos que las cosas cambien, aunque sea poco, con pensamientos de flores que hemos de buscar para que no se marchiten. Podemos ser felices si nos esforzamos un poco más, si nos ofrecemos como somos, con luces, con sombras, con persecuciones permanentes de ansias de todo género. Estamos listos para una paz que nos ha de abocar al equilibrio y a la justicia. Se hace de rogar, ésta, tarda en llegar, pero, finalmente, se aproxima con reglas que no siempre acertamos a comprender.

La facilidad de las palabras, por aparecer, por ser pronunciadas, nos brinda, o debe, una quietud que no siempre aparece en tiempo y forma. Los intentos han de ser, cuando menos, válidos para suspender los hábitos que no terminan de dar con las impresiones de momentos de todo tipo. La índole de la certeza nos hace que nos preocupemos, o debe, por las consecuciones de amores distinguidos, que no logramos ver cuando lo deseado se marcha entre dibujos extraños.

Podemos atender algunas peticiones, e incluso es bueno que las tengamos en cuenta. Pasa ese tiempo en el que todo se acumula con una funcionalidad de terribles querencias que nos han de procurar espacios de amplitud y de oxígenos variados. Nos hemos contemplado con resoluciones profundas que nos atemperan el ánimo, que sí que da con las conclusiones de amores hermosos, siempre prestos a hacernos complacientes y dichosos.

Hemos de abandonar lo dificultoso, lo que no es diestro, lo que nos ofende con sus silencios, con la falta de reglas, con la ausencia de medidas compuestas. Hemos de pasar de lo sencillo a lo fácil, y olvidar lo complicado, que lo hacemos, precisamente, porque damos demasiadas vueltas a las posturas de vivir al día sin hacer daño a los demás. Nos hemos confundido a menudo, pero la existencia es así, y de esta guisa hemos de aprender.

Nos enseñamos a tocar esa melodía en la que nos sentimos buenos, rematadamente afortunados, únicos en la noria de una serena composición donde precisamos tener un papel, aunque no sea importante. Es mejor que contemplemos luces que nos alumbren para ese camino que hemos de recorrer con absoluta comunión.

Estamos comunicando, estamos siendo nosotros mismos, estamos, que no es poco. Sentimos que todo tiene un porqué, y de lo que se trata es de demostrar que la suerte la hemos merecido un poco. Compartamos, y demos con razones serias y entretenidas, y, al mismo tiempo, esperemos la cosecha en primavera mientras estamos en una formidable singladura entre el otoño y el invierno. Nos regalamos saludos nuevos, porque las intenciones, aunque repetidas, también tienen un soporte que huele a un flamante feliz que tiene que ver con brindar, con desear, con ser. Vayamos un poco al contrario de lo que nos venden. Tendremos noticias. Llegan las transformaciones comunicativas con un bagaje extraordinario. Formemos juicios con la idea de ir todo lo lejos que podamos. Los procesos han de ser abiertos.

Juan TOMÁS FRUTOS.

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