sábado, 16 de enero de 2010

Querer saber

Lo importante es querer saber, estar dispuestos a llegar a nuevos modelos y ejemplos. El anhelo es el cimiento. El universo del aprendizaje tiene todo que ver con la comunicación y la sapiencia en grados y maneras que sean integradoras y globalizadoras. Recomendamos el regreso al mundo de los vivos con el consuelo de una comunicación que nos ponga en contacto y que nos haga libres, casi como hemos soñado durante siglos, aún antes de tener conciencia de ello. Por eso, seguimos la estela de quienes nos han precedido. Nos hacemos caso con términos que confinan y acotan lo que es sentido y sensibilidad en el clamor de los tiempos primigenios que tratamos de conservar en su diligencia.
Viajamos con pormenores que nos protegen con diálogos que nos contemplan con hermosuras que podemos catalogar en un nuevo proceso. Nos sentimos en plenitud y con la aquiescencia de quienes vienen en ese son que nos define con lo poco y puede que con lo mucho también. Nos figuramos expresiones que hemos de perfilar con acotaciones que den las suficientes explicaciones. Nos complacerá tocar ese lado que nos ha de endulzar las miradas apuestas. Hacemos comprobaciones.
Las conversaciones nos deben dar sin tapujos las querencias, las destrezas, los suficientes datos con descubrimientos de pensamientos sin suposiciones. No queremos dar calladas locuras a lo que deberían ser respuestas aladas hacia el momento de la clara disposición.
Nos enamoramos del regreso de un destierro que, según reconozco, fue voluntario. Nos sabemos hechizados por las palabras que ya no asustan. Nos ponemos en disposición de legítimas defensas para brindar solventes dichas con las que nos gustaremos más, sobre todo nosotros mismos.
Pidamos cuentas para ser sin exponer lo que no es nuestro. La idea es perseguir el conocimiento para dar, cuando menos, con sus envoltorios, con las líneas que lo rodean. Hemos crecido con templanzas de improvisaciones que nos darán buenos ratos, pues nos regalarán las mejores fortunas en forma de ser, de estar, de poder conocer.
El diálogo lo soluciona todo. Nos acomodamos con él, y ganamos con él, y también perdemos. Lo podemos interpretar como una forma de obtener el beneficio de una duda que es suposición contrastada con tipologías y lecciones en base a admiraciones contemplativas y conversadas. Nos hemos de dar una base para guarecernos con algo más que detalles.
Nos recordamos, nos damos avisos y asomos de solventes experiencias, además de finalidades y criterios, a través de los agradecimientos más nobles. Si nos hacemos caso, formulamos el mismo camino que nos ha de conducir a la necesidad de un consenso, de un pacto, de un acercamiento desde la nostalgia a los elementos cruciales de un pasado que ha de incardinarse en el futuro con iniciativas abstractas y reales.
Seamos buenos con apuestas buenas que se han de cosechar mirando los cambios con toda la naturalidad del mundo. Nos hemos de empujar para conocer lo que sucede. Seamos diestros con las causas que nos rodean, que nos son, que nos incluyen en esa vereda del aprendizaje que causa sensación, ilusión y anhelo.
La apuesta decidida por la comunicación ha de ser la tilde que ubique el acento en su sitio y que nos ubique con una fuerza singular para saber que el todo encierra partes y que éstas se comprenden con diferentes ópticas. Recomendamos querer saber, desear comunicar. Si seguimos el consejo, daremos con aliados en el camino emocionado. En todas sus fases y estadios daremos con lo bueno, con lo mejorable, con lo ideal, con lo gustoso, con lo que es garantía de la ilusión que lucirá en nuestros corazones.

Juan TOMÁS FRUTOS.

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