lunes, 7 de junio de 2010

Al encuentro comunicativo

Vayamos al encuentro de la comunicación misma. Intentemos verla por dentro y por fuera. Analicemos los procesos de la comunicación. Veamos los buenos y los que no lo son tanto. Saquemos conclusiones. Intentemos figuraciones comunicativas que han de sustentar los momentos de caricias que nos han de señalar el mejor camino. Nos hemos de motivar. Hagamos que funcionen los brillos de relaciones que hemos de facilitar cada día. Los anhelos son. No podemos rechazar lo que fue. Hemos superado todo tipo de hastíos. No neguemos la proximidad y tengamos en cuenta las voluntades más divertidas cargadas de algo más que responsabilidad.

Tendamos todos los puentes a nuestro alcance. No inventemos lo que no es. Las certezas nos han de permitir singladuras sin prisas. Lo de antes es y será con una doctrina más que maravillosa. Tener y no desear tener más es una aventura fantástica que ha de consolidar la moraleja de la hermosura interior. Es la que vale, la que nos propicia la dicha. Nos tenemos que aplicar las resoluciones más descollantes en el afán de poder salir adelante. Tengamos en cuenta lo que ha sido. La vida nos ha de poner en ese deseo permanente. Permanezcamos atentos a las pantallas de cada jornada, entre vivencias que nos han de influir con marcados engranajes.

No enfriemos los conocimientos con los que hemos de viajar hacia esa nueva realidad colmada de destrezas. La existencia nos ofrece una consideración de planteamientos que no han de basarse en las estridencias. Nos debemos ayudar sin pedir nada a cambio. Hagamos todo el caso del mundo a ese corazón que ha de fortalecerse con iniciativas buenas. El envoltorio lo es todo en demasiadas ocasiones. Lo normal es que cambiemos las tornas y miremos lo que hay dentro. Cada día toca conocer en el deseo de que ese aprendizaje vaya hacia todas partes.

Los planes de mejora no siempre ahorran tiempo, pero lo cierto es que contribuyen a optimizar el poco (tiempo) que tenemos. Nos maravillamos con todo aquello que acontece sin que podamos justificarlo o explicarlo. Nos hemos puesto manos a la obra con destellos en los ojos. Nos hemos de destapar las mejores esencias en el trabajo reiterado y repetido que ha de apostar por salir adelante con un carácter intrépido y sin osadía. La existencia se puede llenar de flores, aunque no siempre sea primavera.

Nos debemos animar ante los símbolos que parecen caer en las treguas que no vemos con unos recordatorios lo suficientemente atrayentes. La docencia la podemos hallar en cualquier lugar, pero lo cierto es que hay momentos en que es mejor encontrar, como diría Picasso, que ir buscando. Seamos asequibles al destino para poder afirmarlo o negarlo dentro del margen que tiene, que tenemos, cada cual. Comuniquemos este pensamiento, que es bueno. Tratemos de encontrar más pistas. Con ellas podremos seguir unas convalidaciones hacia ese positivismo que funciona y que necesitamos. No nos cansemos de hacer esa faena maravillosa que es ir a los puntos de encuentro, de conciliación, con la propia comunicación.

Juan TOMÁS FRUTOS.

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