viernes, 10 de diciembre de 2010

Derivaciones del proceso comunicativo

Buceamos en los momentos más íntimos, y en ellos nos vemos como esa parte que nos complace y nos insiste en los verdaderos valores. No nos ceguemos con plazos, que las cosas llegan a su paso, con su propio ritmo.

Venzamos ese pudor a dar con el genuino cariño que nos puede endulzar las estrellas que nos guían cada mañana. Seamos porque sí con una vertiente cautelosa.

Invirtamos en los procesos comunicativos, que nos han de enseñar las pausas, los silencios, los instantes de conversaciones sin resoluciones a priori, los tanteos de causas con sus rastros de sendas sensacionales. No pongamos obstáculos a la misma vida, que nos ayuda con ese vehículo de sueños que hemos de conformar en realidad.

Lo que fue idéntico tiene todos los visos de exponer aspectos de validez interiorizada en los mismos actos que nos rodean. Intentemos ser personas aprendiendo de todos cuantos nos rodean: no olvidemos que cada cual tiene su propia verdad. No hay una sola.

Tengamos presentes los afectos. Los sentimientos nos deben ayudar con sus previsiones y creencias más lindas. No apaguemos el fuego que tanto nos debe enseñar. La existencia nos consuela con sus deseos fabulosos. Tengamos en cuenta lo que nos puede contribuir como fases de grata experiencia. Nos debemos mucho tiempo, y buenos fines también. Sus consecuencias y derivaciones, en todo el proceso comunicativo, son magníficas.

Juan TOMÁS FRUTOS.

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