miércoles, 2 de marzo de 2011

El sueño de Pierina

Pierina no canta: sólo duerme. Su cuerpo, cansado de luchar antes de tiempo, se muestra harto de esperas y esperanzas que no surten efectos oportunos. Ahora duerme: necesita descanso para lo que ha de venir.

No sabe que se va de viaje, aunque algo intuye. Por eso no canta: sólo duerme. Su rostro angelical nos lleva por veredas de infancias perdidas con los años, ya faltos de inocencias, rotas por luchas estériles y amasijos de controversias sin sentidos claros. Quizá también por eso duerme. A su corta edad no entienda nada, casi nada.

Hay demasiados barcos hundidos en su estrecho recorrido, y todo se ha colmatado.
Su madre la acoge en sus brazos como si el mundo se acabara, que se agota, sí, para siempre. Nada será igual tras ese sueño de Pierina. Ha luchado como pocos, pero no ha podido ser. Si los besos sanarán, oíamos el otro día en la Gala de los Goya, Pierina sería la más sana del mundo, y la más querida… Pero no la han sanado.

Cinco años en este planeta le han bastado para no saber por qué ocurren las injusticias, para no lograr comprender por qué la superficialidad inunda tantas indumentarias, quehaceres y actuaciones. Ella no tendrá tiempo de equivocarse. La ruta se ha mudado.

A su madre le queda un consuelo que no entiendo, pero que me sirve de ejemplo ante todo cuanto veo en este mundo competencial y extraño. Entretanto, Pierina duerme ajena a mis pensamientos, a ese mundo que se cae sin ella. Mientras duerme se apea del universo loco.

El planeta es un sitio maravilloso donde renunciamos a lo más sencillo generando, por desgracia, inútiles injusticias. Deberíamos aprender de la inocente Pierina, de sus dulces sueños de niña, de sus ventajas y pugnas por un mundo sin sorpresas y cargado de ideas solidarias y de amor, de mucho amor. Por desgracia no siempre es así.

Duerme nuestra Pierina. Nos duele el corto espacio que nos separa, que aún se estrecha más. Cuando ella se vaya, cuando no esté, cuando no sueñe, ¿quién nos despertará a nosotros? Ojalá ella no se fuera con esa duda. Ojalá no nos quedáramos con ese pesar.

Juan TOMÁS FRUTOS.

No hay comentarios:

Publicar un comentario