Todo tiene sentido, si nos aproximamos desde la emoción más real. Contengamos los elementos que nos hacen discernir lo que es y lo que no. Atrapemos el destino asumiendo que las cosas fundamentales pueden salir adelante con buena voluntad.
Tengamos claros los derechos y deberes de cada día, entre ellos el trabajo duro y fiel. Las convicciones son necesarias ante todo lo que hemos de realizar, que ha de asumirse desde el papel esencial de cada menester que consideramos básico.
Agrupemos las buenas ideas y no temblemos ante el escenario en el que nos podemos mover y conmover. Terciemos con propósitos aceptables, de ésos que nos pueden trasladar hacia el umbral de las creencias que nos aplauden con buenos humos.
Mastiquemos la realidad hasta dar con esos sabores a los que no estamos acostumbrados, pero que necesitamos enormemente. No gastemos lo que no tenemos, y pensemos en ese norte que nos puede indicar por dónde caminar comunicativamente. Nos asombramos cada día de lo que es, y también de lo que podría ser.
Los lamentos de otras instancias nos deben subrayar las estimaciones en las que nos podemos balancear con empatías y buenas faenas, que siempre han de estar presentes en las búsquedas cotidianas de las felicidades ajenas y propias, siempre desde el eje común de la sociedad en su conjunto, que es la que garantiza que las cosas esenciales sigan adelante.
Juan TOMÁS FRUTOS.
martes, 30 de agosto de 2011
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario