Nos mostramos previsores
ante un amor
que, así, se extingue.
Hemos de dotarnos
de la suficiente libertad
para no quedarnos atrás,
para ser nosotros mismos
en la flexibilidad propia y ajena.
Nos dedicaremos hoy,
quizá como mañana,
a vivir en los comienzos
más universales,
casi únicos, reales.
No tengamos tantas visiones,
y hagamos que la realidad
sea la vivida
en ese cariño tan jugoso
que nos entretiene y regala
un poco más de lo que somos.
Juan T.
sábado, 9 de febrero de 2013
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