Entretengamos el alma
con besos que nos confundan
hasta el amanecer,
en el que decidiremos un nuevo día
en una mancomunidad espiritual y física.
Juguemos a superar
los obstáculos del desconocimiento
con una presencia real, no confundida,
asumida con señales diferenciales.
Apostemos por el presente con futuro
fomentando las bondades de un cosmos
confundido y presumido.
Todo es un punto que sigue
si plantamos en los lugares adecuados,
con tiempos infinitos,
y con la suficiente fe en el amor.
Nos quedan muchos amaneceres
para confundirnos.
Juan TOMÁS.
sábado, 16 de marzo de 2013
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