Catalogamos las experiencias
en función de los gustos,
del amor real,
de lo que nos conmueve,
y nos alzamos ante la seriedad
de quienes no creen,
y deberían hacerlo.
Clasificamos las opciones
con más madurez,
y esperamos un milagro sumado,
y en él nos vemos
con impresiones sugerentes
que son, que pueden,
que llegan a darnos la paz.
Pedimos gloria,
y la tenemos sin prescindir
de cuanto fue, de lo posible.
Avanzamos sin mirar la hora.
El tiempo ya no es lo importante.
Destilamos amor.
Juan T.
viernes, 30 de agosto de 2013
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