Podemos
compartir grandes momentos. El tiempo es de lo más valioso. Hemos de
aprovecharlo poniendo remedio a desencuentros, pugnas, insolidaridades,
soledades, carencias, dolores, penas, enfrentamientos, controversias inútiles...
Queda
mucho trecho, aunque nos digamos que la vida es corta. Lo es, pero los agobios
la estrechan más, y, a menudo, sin necesidad, nos derrumban. Debemos aprender
de la experiencia. Nos hemos de apropiar del destino.
Giremos
hacia esos deseos que nos calman la sed y nos permiten mejorar. Cada día es una
ocasión de amar y de ser amado. Todo supone acción. Nada sucede por casualidad.
Intentemos descubrir el porqué de cada situación, sea ésta como fuere.
Calculemos
lo justo. En ciertas oportunidades, la improvisación nos ayuda. Sumemos ante la
llegada del alba que nos suaviza la piel y nos recuerda que, por fortuna,
estamos vivos. Ese regalo, amigos y amigas, lo hemos de utilizar. Lo contrario
es desperdiciar lo que otros anhelarían.
Tenemos,
pues, por delante un nuevo recorrido. Abrochémonos el cinturón, y pongámonos en
marcha. ¡Ah!: ¡Y una sonrisa, por favor!
Juan
TOMÁS FRUTOS.
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