Viene el deseo,
y nos preparamos
para multiplicarlo
con voluntades enteras,
o medias:
la cuestión es empezar.
Lo tenemos decidido.
Nos transformamos
en el principio de una relación
que hacemos perfecta.
Rozamos la creencia,
y nos estimamos
con afán de superación.
Hemos construido un palacio.
Ahora toca llenarlo
de buenas sensaciones,
de amores de verdad,
de versiones inolvidables.
Se cumple el milagro
tras un hechizo secular.
Viene el deseo:
lo espero a conciencia.
¿Y tú?
Juan T.
domingo, 5 de octubre de 2014
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