Nos divertimos
con un amor hermoso
que nos hace cumplir
con la misión de existir.
Nos hemos enseñado
a querer,
y, entre juegos de caricias,
mostramos el juego
más sencillo de un placer
útil y pacífico
que sana y salva
un mundo con complejos
y ridículos
que parecen no tener sentido.
Nos entretenemos
con aspiraciones básicas
que nos invitan a ser,
a vivir, a poder.
Debemos intentarlo.
Juan Tomás Frutos.
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