Hay todo
el consuelo del mundo, que existe por él. No es consciente, y puede que tampoco
nosotros. La situación es de fuerza, dentro del anonimato. Todos agradecemos
las muestras de valentía, aunque no siempre obtengan resultados satisfactorios.
En esta ocasión,
como en otras, nos cobijamos en los ánimos de una experiencia única, que se
envuelve de paciente escucha, la que nos regala el amigo, impresionante,
pendiente de superar un velo de emociones. Lloramos con él. Ahora, y en el
futuro al rememorarlo.
Lo
contemplamos en esta tesitura tan tremenda. Los trechos, como podemos percibir,
no inquietan. Le preocupan, sí, como a Alatriste, los rebaños sin pastor. Ha
adquirido habilidades que otros sueñan. En la caída de esta tarde ve ya su
recuperación. Mezclamos los tiempos y las formas.
La
existencia es compleja y sencilla a la vez. Los elementos conceptuales se
resumen en valores. Los tiene, los comparte generosamente, y crece con ellos en
un escenario de amor por el prójimo. Esta tarde no ha sido de gloria. No salió
la faena. Estuvo a lo que pudo, pero lo que pudo no fue suficiente. Ha
aprendido otra lección. Ya tiene unas cuantas a cuestas, y las que le quedan…
Saluda al
respetable, se encomienda a los hados y se despide. Mañana, como en la propia
historia personal y colectiva, vendrá otra oportunidad.
Juan TOMÁS
FRUTOS.
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