Tony Curtis ya no está solo. Está en el cielo de unas estrellas de verdad que nunca se apagarán. Su sonrisa y atractivo marcaron una época en un cine que enamoraba a través de figuras de su talento. Aunque algunas de sus películas forman parte del imaginario colectivo, como Espartaco y con Faldas y a lo Loco, no se hizo con grandes premios, pero sí gozo del fervor popular y del calor de sus amigos, a los que quiso y cultivó con profusión.
Sus ojos de tonalidad azul verdosa encandilaron no únicamente por su belleza, sino por lo que supieron transmitir. Llevaba mucha carga a cuestas, como todos, una buena y otra mucho más pesada y difícil de aguantar. También eso se venía en algunas de sus películas, o en escenas de éstas. Ya está libre de todo ello.
La imagen del héroe caído en silla de ruedas no se correspondía con el corazón de un artista que alegró, apasionó y entristeció a medio mundo. Supo salir adelante frente a la adversidad y una infancia difícil, que también le dejó solo, como en estos últimos años. Ahora el firmamento de las estrellas le colocará en su sitio, donde merece, y nosotros le llevaremos en nuestro corazón, donde siempre estuvo, donde siempre estará.
Juan TOMÁS FRUTOS.
lunes, 4 de octubre de 2010
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