lunes, 4 de abril de 2011

El triunfo de la lógica comunicativa

Consigamos espacios de esperanza para dar con el pronóstico que se ha de administrar sin reservas. Seamos en la seguridad de dar con los buenos antes o después. No renunciemos a ello, y, sobre todo, tengamos paciencia.

Hemos de asistirnos con una seriedad que nos debe dar base para justificar algunas alturas con miradas apuestas y sencillas al mismo tiempo. Prendamos esos paralelismos para entrecruzarnos con las amistades como bases del sistema. Hemos señalizado la vida con más vida, y, mientras fluye, hemos de separar lo relevante de cuanto nos enturbia las buenas sensaciones, que han de fomentarse con actitudes positivas.

Aseguremos esos pronósticos que han de cumplirse en la misma confianza de un relevo, que nos debe permitir llegar sin desánimos. Nos hemos de proponer consolidaciones de espíritus que investiguen las causas que no siempre se comprenden. No neguemos la realidad.

Las diversiones nos deben asegurar la experiencia de bondad suficiente para que no nos falten las energías que debemos agotar en la actividad cotidiana. Nos debemos mostrar sin vanidad, asegurando que la soberbia no nos gane la partida. Las tardes nos llevarán a las noches, pero éstas no deben ser lúgubres. Atendamos los motivos para la fiesta, que está ahí, servida.

Podamos con las creencias y con las posturas abiertas. No olvidemos quiénes somos y aquello que nos invita a la dicha suprema. No anunciemos señales sin vida, sino todo lo contrario: el entusiasmo constante debe apartar los nubarrones que otros nos regalan con sus apatías y distancias. Éstas no funcionan jamás: miremos en la dirección adecuada para que lo inservible no triunfe ante la lógica. Juntos podemos mucho más.

Juan TOMÁS FRUTOS.

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