martes, 5 de abril de 2011

El vaso medio lleno

Recuperemos ese soplo de luz que nos ha de venir del establecimiento de conexiones reales. Lo ficticio nos vale como argumento de ilusión, pero no es un elemento sólido sobre el que podamos construir nuestras vidas. Superemos el valor de las palabras superfluas y hagamos caso a la intuición del corazón.

No sellemos los compartimentos que deben servir de refugio y de liberación, pues no podremos hacer nada con ellos. Nos debemos sincerar a cada paso que desarrollemos. Simpaticemos con los bellos fines de quienes nos rodean. Envolvamos con tiento cualquier iniciativa.

No separemos todo sin un criterio, el cual nos ha de servir para ganar tiempo. Los elementos más frescos y sencillos nos han de permitir expresar lo que portamos en el interior. Demos las gracias con una destacada afirmación, que nos ha de transportar por la vereda más cierta y sensacional.

Rindamos cuentas por nuestros actos y sentemos las bases de unas relaciones que han de abundar en el cariño y en algo más, esto es, el amor, considerado y explicado como sustento de un futuro que ha de prevenir como base argumental, pero que no ha de dejar a un lado el riesgo como sentimiento de autonomía ante los pareceres de los otros.

No condenemos, ni seamos apáticos, ni negligentes, ni dejados respecto de lo verdaderamente importante. Nos hemos de atrever cada día a ejercer la comunicación con los efectos didácticos que las diversas circunstancias nos puedan regalar. Lo positivo nos permitirá ver el vaso medio lleno, y, con esa premisa, probablemente lo esté.

Juan TOMÁS FRUTOS.

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