Nos salpicamos de amor, y eso es un comienzo para
una tarea que ha de llevar días, meses, años, toda una vida. Consultemos con
los amigos, con los buenos, nuestros quehaceres cotidianos.
Hemos de llamarnos con impresiones no simuladas. Nos
debemos entender con cercanías y cariños cálidos. No vayamos lejos. Hemos de
apostar por las caricias como armas poderosas para la dicha. Los planteamientos
han de ser sugerentes.
Nos debemos a los hechos con avances constantes,
aunque sean pequeños. No vivamos en las frustraciones. Podemos progresar con
intereses propios y de otra índole.
Los eventos en los que nos vemos involucrados nos
han de suscitar buenas actividades. No quedemos en la nada. Hemos de ir
buscando las suficientes cosechas para las épocas que no sean de bonanza.
Llenemos la existencia con obras interesantes para
las gentes que desde la bondad se comunican cada jornada en pos de intereses
societarios. Busquemos sabores y aromas de amistad. Duran mucho tiempo, puede
que toda una vida.
Juan
TOMÁS FRUTOS.
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