Viajemos
hacia ese país maravilloso
que tiene sentimientos de amistad
para repartir.
Hemos de llegar
con el magnífico afán
de ver los sueños
convertidos en realidad.
Ayuda para ello
que lleguemos con un corazón de niño.
Tengamos la bendición
de creer en el prójimo
como en nosotros mismos,
una característica que necesita
de altas dosis de solidaridad.
Demos paz y amor:
hasta ahí, nuestro compromiso,
que no es poco,
pues nos trae consigo la felicidad.
Juan Tomás.
sábado, 6 de abril de 2013
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