viernes, 27 de marzo de 2009

Técnica y sociedad

Paremos un momento, y pensemos por un instante en lo que nos rodea. Todo en nuestra existencia cotidiana se resume en algún género de aportación de las nuevas tecnologías comunicativas o informativas, que parten del mismo punto con diferentes resultados. El dinero, la gestión del trabajo, los estudios y sus posibilidades, el ocio, los viajes, los propios medios de comunicación masiva, el transporte, la conservación de productos y la explotación más eficaz de los servicios… todo, subrayamos, absolutamente se resume en la puerta de entrada o en la de salida, esto es, en todo el itinerario del proceso -lo que se conoce actualmente como “trazabilidad”-, en un artilugio, sistema o modelo incardinado en las nuevas técnicas y tecnologías, y, por supuesto, en sus enormes posibilidades. Mediten.

Estamos totalmente radiografiados, seguidos al milímetro, por unos modelos de trabajo y de convivencia que se han visto sustancialmente alterados en las últimas tres décadas (sobre todo, en la última), de modo que, si oteáramos lo que antes hacíamos y lo que ahora realizamos, con toda seguridad veríamos el impactante cambio que hemos llevado a término durante estos años, muy pocos en definitiva, con altas dosis de resultados y con otra utilización -más rentable, mucho más, al menos en teoría- de lo que más vale en una sociedad moderna, el tiempo, que ha de ser gestionado, también, por máquinas, de la mejor manera posible. Pagamos un peaje por ello. No lo olvidemos.

Más allá de lo elucubrado

El ritmo es imparable y demoledor, ingente. Además, las cifras económicas nos acompañan. Miles de millones de euros se gastan todos los días en crear, mantener y renovar el parque tecnológico, que crece de manera exponencial e imparable. Satélites, cableado por medio mundo, Internet con todas las prestaciones, búsquedas aceleradas e implacablemente perfectas, imágenes y televisiones por doquier, etc. Nada parece escapar al avance de una máquina que no siempre se define en su presencia, pero que casi siempre lo hace con sus actos. El “Gran Hermano”, el “Big Brother”, está en todas partes.

El lado que debemos mirar sin perturbarnos en exceso es el de la brecha que se produce tanto en nuestro mal llamado primer mundo como en los mundos sucesivos que nos acompañan en este bello planeta azul denominado Tierra. Planteemos los desafíos como opciones salvables, necesariamente superadoras de la realidad, desde el objetivo común del desarrollo de todos y cada uno de los seres humanos que habitamos los cinco Continentes. La evolución, si no se basa en equilibrios, cae tras la cresta de la ola. Es lo mismo que ocurre cuando solo pensamos en las finanzas, que, tras el incremento, descienden. Son los ciclos de la vida. Recordemos que no hay mirada más allá, si no miramos, previamente, más cerca. Debemos hacerlo.

Juan TOMÁS FRUTOS.

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